Deporte infantil y psicoanálisis: Acerca del rol del psicólogo en el deporte infantil y la prevención de la transformación del niño deportista en niño trofeo.

Abr 26, 2021 | Medicina Deportiva

Por Ana Laura Roitman *

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Los adultos tienen un rol muy importante en el acompañamiento de los niños deportistas y uno de los trabajos del psicólogo del deporte es contribuir de modo tal que estos adultos posibiliten al niño transcurrir la experiencia deportiva del modo más feliz posible. Por lo que es indispensable trabajar con estos adultos -ya sean padres, entrenadores, profesores- la delgada línea que existe entre intervenciones que motivan al niño y aquellas que generarán presión en él.

El deporte en la infancia se caracteriza por el aprendizaje. Aprendizaje de reglas de juego, de las dimensiones espaciales, del convivir con el otro, de las posibilidades del cuerpo, así como el aprendizaje sobre las victorias y las derrotas. Pero estas últimas generalmente son comprendidas desde la óptica del adulto, haciéndose cada vez más tenue esta línea entre disfrute y sufrimiento.

Es frecuente que los adultos significativos de los niños deportistas se comporten de una forma en la que el acompañamiento se vuelve una carga más que una ayuda, un mandato de eficacia más que la posibilidad de disfrutar de una actividad recreativa. Cuando dicho mandato es sobrevalorado en comparación a la posibilidad disfrutar del deporte encontramos importantes consecuencias, no sólo en el vínculo que este niño podrá establecer con el deporte, sino también en su vida cotidiana.

La posibilidad de diferenciar las exigencias de los adultos y las expectativas de los niños, aquellos logros propios y aquellos del niño no es trabajo fácil para ningún padre ni entrenador.  Es de vital importancia que el psicólogo del deporte trabaje sobre esto, con el objetivo de ayudar a los adultos a poder pensarse en sus posturas, a poder lograr ir demarcando esa diferencia entre ellos y los niños y así dar la posibilidad tanto al adulto como al niño de transitar por caminos más auténticos y más vinculados con el deseo propio.  

El exitismo, convertido en el nuevo “gran valor” de los tiempos actuales, hace que se escuche en el día a día de los niños y niñas -y de los no tan niños también- el uso de la palabra “perdedor” como un insulto. La medida del reconocimiento y la admiración se halla en términos de ganar, en términos de obtener glorias, en términos de salir victoriosos. Habría que preguntarse entonces qué se entiende por victoria y quién la define. El narcisismo también adquiere rasgos de la época, y la cultura actual nos brinda modelos de cómo ser y actuar que tienen mucho que ver con el mandato de ganar.

Hoy por hoy las victorias en el deporte suelen comprenderse en relación a los números dibujados en un tanteador, en la balanza que se inclina hacia uno de los dos oponentes. Sin embargo, y en particular cuando se habla de deporte infantil, las victorias y el ganar deberían ser trascendidos. Debería restarse importancia a ese número dibujado en el tanteador. Pues focalizarse ahí no es gratis, trae sus consecuencias.

Por lo que no podemos dejar de pensar en cuántas dificultades puede acarrear para un niño la constante presión de cumplir con estas expectativas, en cuán doloroso puede tornarse el camino cuando la única posibilidad permitida por los adultos es la obtención del éxito.

Niños a los que sólo se les marca el error, solo podrán equivocarse.  Niños de los que sólo se espera la “respuesta correcta”, también quedan entrampados, porque lo que no se posibilitan son las opciones: puro error, puro acierto, no hay términos medios.

Este proceso termina por convertirse en un círculo vicioso; sólo focalizar en el resultado nos hace perder de vista el proceso y los recorridos en los cuales finalmente residen los aprendizajes. Es allí en donde cobra particular relevancia el rol del psicólogo del deporte, y la necesidad de trabajar el factor mental en el deporte, muchas veces dejado de lado.

Aunque sea tan sólo ayudar a generar la pregunta en el sujeto, esa pregunta que le permita alejarse de aquel mandato que no fue cuestionado, que no fue  pensado, que muchas veces ni siquiera fue percibido como tal. La ética del psicoanálisis debe hacerse presente aquí, pudiendo pensar a esos sujetos niños dentro de un funcionamiento que muchas veces los mantiene amarrados, defendiendo su subjetividad, defendiendo la salud. Este es el desafío del psicoanálisis, ayudar al sujeto en este cometido.

Licenciada en Psicología

Contacto: anaroitmanburgardt@gmail.com

Resumen de una tesis de trabajo

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