“Dejé de estudiar al comienzo nomás del secundario, porque no quería que mi hermano y mi mamá me siguieran manteniendo y pagando mis estudios, ya que no tenía papá (falleció tres días antes de que yo cumpliera 3 años). Entonces quería trabajar para tener mi sueldo y fui a trabajar en la oficina con mi tío, dueño de una carpintería que quedaba al lado del club Tucumán BB y se comunicaba con el fondo de casa. Allí trabajé 5 años con él” nos cuenta Teresa.
Hija de Juan Carlos Barrionuevo y de Antonia Elena Muratore, con un hermano 8 años mayor que ella, Teresa nació el 14 de diciembre de 1957 en la ciudad de Tucumán.
“Mi papá y mi mamá no fueron deportistas. Nosotros salimos deportistas, (su hermano Carlos “Cogote” fue jugador de básquetbol de los ´bebe´ y la selección tucumana). Yo aparte del hóckey, jugué al básquet en Tucumán BB, al vóley y al ping pong pero lo que más me gustaba y lo se jugar, es el fútbol y si no pregúntale a mi primo hermano Horacio” nos dice esta recordada arquera de del hóckey tucumano.
“Yo soy de Barrio El Bosque en la zona de la Plazoleta Mitre y aunque en realidad todos les decíamos Villa Urquiza, pero es el barrio El Bosque. Empecé a jugar de grande al hóckey, tenia ya 18 años. Una amiga mía me entusiasmó para que la acompañe a empezar con este deporte. Ella me mostró fotos de su prima que había sido arquera del Lawn Tennis Club”, cuenta Barrionuevo para seguir agregando “Yo jamás había ido nunca a ver un partido y aunque ya el bichito me había picado, en esa época hacia muchos sacrificios porque vengo de una familia humilde, pero cuando empecé a cobrar mis primeros pesos en el trabajo dije bueno, me voy a dar este gusto y compraré el palo de hóckey”.
Pero no fue necesario porque un amigo de su hermano enterado de que iba a jugar, le regaló un palo de Pakistán, que tenía la firma de todos los jugadores campeones del mundo del año ’70. Ya con el palo en su poder su amiga se borró porque el novio no la dejaba y ella que era una chica demasiado tímida no se veía yendo sola al Lawn Tennis. Se enteró que una vecina jugaba en el club Lince y fue a verla en su casa y le dijo que quería jugar de arquera.
Justo un puesto que ese club necesitaba y en el que casi nadie quiere jugar.
“Lince era un club chico y en esa época el hóckey entrenaba en el club de fútbol All Boys de la calle 12 de Octubre y Uruguay, muy cerca de casa. Yo tenía condiciones naturales para todos los deportes y, como te dije, al fútbol juego muy bien. Me había enterado que las arqueras de hóckey usan más los pies que las manos y el palo. Mi vecina me expresó: bueno mañana entrenamos en la Escuela de Educación Física. No te imaginas mi alegría. Al otro día llego y no veo a nadie, pensé me equivoqué o ellos se confundieron. Yo ya me volvía, pero un muchacho me llama, era el entrenador del equipo y me dice: vos sos “Tere” Barrionuevo. Le contestó si, y me dice bueno toma, y me da todas las indumentarias de arquera para que me ponga. Yo las miraba, las daba vuelta y digo ¿qué es esto? ¿cómo me lo pongo? Y él con una sonrisa me dice te ayudo, y me las puso él. Me hace dos arcos con dos conos y comenzó a probarme y enseñarme” nos cuenta con su locuacidad habitual la “Tere” como se la conoce en el ambiente deportivo.
La futura arquera sigue relatando “El entrenador me empezó a tirar pelotas muchas a media altura, yo volaba y las sacaba, de un lado para el otro, cuando en un momento me dijo vamos al club Cardenales que hay un torneo de seven. Vas a jugar. No, como voy a jugar si no tengo carnet. No necesitás porque es libre, es una pretemporada, no hace falta tener carnet.
Las reglas del juego me las iba enseñando en el camino. Puedes usar el palo fuera del círculo. Patear dentro del área, no podes patear afuera del círculo porque es córner. El palo se usa de la parte plana, para atajar. Es todo lo que me enseñó”.
Lince con su nueva arquera llega a la final de ese torneo de Seven. Las chicas del equipo estaban enloquecidas de contentas. No tenían arquera, iban a empezar el año sin arquera.
En la semifinal enfrentaron a Lawn Tennis Club, el club más caracterizado en esos años del hóckey tucumano. Definición por penales, Barrionuevo ataja un penal y llegó a la final.
“A mi se me caían las medias porque estaba enfrentando al que iba a ser mi equipo. Ya ni me acuerdo, creo que perdimos la final. Esto debe haber sido en el ’79 u 80, si mal no recuerdo. Seguí jugando en el club Lince unos dos años, con bastantes problemas dirigenciales, no le daban mucha bolilla al hóckey sólo al rugby, no teníamos cancha. Cuando tuvieron el predio el hockey tuvo su cancha pero para cambiarnos teníamos una casita pre fabricada. Allí me robaron un reloj que me había costado muchísimo y dije basta, me voy. Y no querían saber nada que dejara. Tal es así que me querían comprar un reloj para que vuelva, y yo dije no me vendo por nada. En ese tiempo Lawn Tenis, que viajaba con dos equipos, me invita a ir con ellos a jugar en los tradicionales torneos de seven que organizaba el club Banco de Córdoba. Viajé y las chicas me recibieron lo más bien, y firmé el pase para jugar en ese club. A partir de allí jugué 15 años, más o menos, con un intervalo de 2 años. Deje un año y volví, tuve un problemita con la arquera que siempre había sido mi suplente, porque no le gustó que yo llegara de nuevo al club. Empezó a hacerle problema al técnico, porque en los partidos previos al anual, me ponían un partido a mí un partido a ella para ver quien sería la titular. El tema era que yo no hice pretemporada como ella, por el solo hecho de haberme sumado al plantel a menos de un mes del inicio del Anual. Entonces, para evitar más problemas, dije bueno me voy”, cuenta la arquera.
“En esa época el hóckey era otra cosa al actual, la técnica era totalmente distinta, porque no teníamos canchas sintéticas. Cuando una paraba la pelota en césped natural tenía que poner el palo parado, porque si una lo ponía de costado como lo hacen ahora en sintético, la bocha seguramente venía picando y pasaba por arriba del palo. En esta época las arqueras usábamos unos pads con 6 barrotes de madera. Eran repesados y si llovía, pesaban el doble. Tuve la oportunidad de usar los pads nuevos de alto impacto cuando un año jugué en Tucumán Rugby. Resulta que el equipo viajaba a jugar un campeonato nacional de clubes. Yo tenía ganas de viajar y de paso quería cubrir el torneo para La Gaceta. Entonces, el entrenador Jorge Migueles dice: “me falta una arquera, ¿querés jugar?” Y yo le conteste: si es cuestión de ponerme los pads y estar en el banco para entrar cuando me necesites, no tengo ningún problema, hago las dos cosas. Termine jugando de titular y fue la primera vez que usé los pads nuevos y la primera vez que jugué en sintético. La humedad del piso era terrible, y además se nos endurecían los músculos porque pasamos de jugar de césped natural, una superficie mas blanda, a una superficie más dura y más rápida.
LA ETAPA DE LA SELECCIÓN TUCUMANA
“Con en el seleccionado, empecé un año de suplente y los otros 10 años fui titular.
Jugué en varios campeonatos argentinos y siempre llegábamos hasta el quinto puesto como máximo. Mientras tanto ya había empezado a realizar mi curso de árbitro nacional con mucho esfuerzo por los continuos viajes. Y en 1986 me calificaron como árbitro nacional y fui a dirigir varios torneos de juveniles. También en esa época ya era colaboradora en el diario La Gaceta pasando los resultados del deporte, mientras trabajaba como administrativa en otras empresas. Y cuando había algún torneo que yo participaba mandaban a otro periodista, al cual siempre lo ayudaba. Horacio Servetto, el manager de los árbitros nacionales me dijo bueno decídite o jugás o sos árbitro, y a mi la carrera de árbitro me encantaba. Pero en el año 1987 se jugaba en Tucumán el Campeonato Argentino de Damas Mayores y a mí me habían convocado nuevamente al seleccionado y yo quería jugar un campeonato argentino en mi provincia. Lo llamó a Servetto y le pido por favor que me deje jugar el campeonato en mi provincia. La respuesta fue: el año que viene ya te tenés que decidir: jugás o dirigís”.
Y no se equivocó Barrionuevo, porque Tucumán logra un histórico tercer puesto, de ser las eternas quintas lograr subir al podio en la provincia fue una verdadera fiesta de este deporte.
“Ese año jugamos la semifinal contra Buenos Aires con Gabriela Liz a la cabeza que venía de ser campeona Panamericana, la arquera era Laura Mulhall, una de las grandes arqueras de la selección nacional y la capitana Gabriela Sánchez. Fue el mejor campeonato que jugué en mi vida. Ese partido contra Buenos Aires no lo voy a olvidar nunca, perdimos 1 a 0. Pero salimos terceras acá en Tucumán y se desató una fiesta. Ese si era ya un resultado histórico para Tucumán. Tengo un recuerdo de una foto que me sacaron en La Gaceta, en el instante que estoy pateando la bocha en el aire y con Gabriela Liz cerrando los ojos tratando de quitármela. Fue en un córner, salí a patear la pelota en el aire y levanté la pierna bien alto. El fotógrafo de La Gaceta me la regaló en blanco y negro (me dijo: te va a durar más que en color) de 30 cms. de ancho por 40 de largo y fue cierto, el blanco y negro sigue intacto. La foto la tengo colgada en la pared. Mi tío me hizo un mural. Ese año hasta firmé autógrafos. Y además mi ídola Laura Mulhall, me regalo su vincha” cuenta quien ya era considerada una ídola en el ambiente de los palos.
Jugaban ante una multitud de 800 personas que llenaban las canchas cuando en los partidos locales nunca llegaban a 100. Fue todo un acontecimiento social ese campeonato.
“Recuerdo que al finalizar el partido contra Buenos Aires, me dirigía al vestuario y pasaba al lado de la gente y me aplaudían. Personas que jamás vi en una cancha de hockey, habían ido a alentarnos. En el tercer tiempo, en el final del torneo, sentí mucha vergüenza cuando la capitana de Chaco me pidió un autógrafo. No sabía qué ponerle. Ella me dijo cualquier cosa porque sos mi ídola. El entrenador de Misiones me invitó a la mesa con sus jugadoras porque las chicas me querían conocer y como corolario Gabriela Sánchez me preguntó por qué iba a dejar el seleccionado tucumano. Como puede ser que dejés, te manejas tan bien, te vemos correr con los packs, los manejas tan bien, que entonces es raro que dejes”, rememora la gran arquera tucumana.
Finalizado el Torneo la “Tere” no cumplió su palabra con Servetto, su corazón de jugadora podía aún más. Al siguiente año vuelve a ser la arquera de Tucumán en el Argentino. Pero esta vez, el que llamó a Servetto fue el entrenador Jorge Migueles, para solicitar la autorización para que vuelva a jugar en el seleccionado porque no tenía arquera para reemplazarla ya que se había embarazado la que estaba por viajar.
La “Tere” siguió jugando hasta los 28 años de edad. Y allí si, colgó el palo, los pads, guardó la camiseta, y las medias, para dedicarse al arbitraje solamente.
SU ÉPOCA DE ÁRBITRO
Dirigió infinidades de torneos regionales y nacionales en las distintas categorías como árbitro nacional. En Tucumán dirigía hasta los partidos de los varones. Llegó a la categoría Nacional A, la más alta, la que estaba a un paso de ser internacional. Pero no le atraía dirigir a nivel internacional, porque tenía que aprender por lo menos inglés y estar en otro ambiente.
Cosa que no se veía para eso. Ya el bichito del periodismo podía más y se dedicó de lleno a ser columnista de hóckey (como se define ella) aunque es realmente una muy buena periodista que escribe excelentes notas para su diario.
Del hóckey le quedaron extraordinarias amistades y anécdotas como sus charlas con esa gran capitana que tuvo la selección nacional, Gabriela “Gaby” Sánchez.
“Un día Gaby en un campeonato argentino de Tandil, me dice: vení que mi papá te quiere conocer. Ella es “Tere” la arquera de Tucumán. El padre me dio un abrazo y me dice Voy a todos los campeonatos con mi hija y a la única arquera que veo jugar es a vos. Yo no me pierdo partido tuyo en todos los campeonatos argentinos, me encanta verte jugar, te felicito. Para mí fue como tocar el cielo con las manos. Esto muy poca gente lo sabe, porque no me gusta contarlo, pero como vos sos amigo de “Gaby” te lo cuento. Bueno eso fue lo más grande para mí”, me relata Teresa en vos bajita como para no ser escuchada.
MITAD CIEN PIES Y MITAD BALLET
”Cuando voy a recibir la copa, porque yo era la capitana, la presidenta de la Asociación Argentina me dijo: hable con Merina tu entrenadora y le dije que vos eras una arquera mitad cien pies y mitad ballet. Ballet por la forma en que levantaba la pierna y Cien pies porque cuando yo salía a barrer en el piso una pelota, las delanteras empujaban la bocha tratando de meterla por debajo de mi cuerpo para que yo cometiera penal. Entonces desde el suelo me arrastraba hacia atrás con las manos y a la vez pateaba con ambos pies para que la bocha no quedara debajo de mi cuerpo, y después de lograr eso, me levantaba rápido del piso”.
EL DIA QUE LA QUISIERON LLEVAR A LA SELECCIÓN
En otro de los Campeonatos Argentinos, jugando contra Buenos Aires, Teresa volvió a jugar otro de los mejores partidos de su vida, pese a la derrota por 3 a 1. Allí estaba observando el ayudante del entrenador de la selección nacional Juniors. Después del partido, en una reunión entre delegados, árbitros y técnicos y en donde por Tucumán su presidente era Emilio Gnesi Lippi y como árbitro nacional, Juan Carlos Toledo, el colaborador de la selección le expresa al entrenador: ya tenemos arquera para el Júnior, la de Tucumán. Se larga a reír Emilio Gnesi Lippi y le dice vos preguntaste cuántos años tiene nuestra arquera? Debe tener 20/21 años fue la respuesta. Nuestra arquera tiene 27 años. Claro, con todo el equipo encima que usan las arqueras y tan bajita, no parecía que tenía 27 años.
Fuente: Libro “100 Ídolos Tucumanos” de Víctor F. Lupo
Capítulo 71
Editorial Corregidor
14 Diciembre 2023-