Encuesta del Barómetro de la Deuda Social de la Infancia de la Universidad Católica Argentina
El 42% de los chicos de entre 5 y 12 años lo hace menos de tres veces por semana, cuando los especialistas recomiendan jugar entre tres y cuatro días. El rol de la escuela en dar espacios y la clave de juntarse con amigos.
Por:
Diego Igal
La Declaración de los Derechos del Niño (sancionada en 1959) lo consagra en el artículo 31 como un derecho: dice que los países firmantes (como la Argentina) reconocen, respetan y promueven «el derecho del niño al descanso y el esparcimiento, al juego y a las actividades recreativas propias de su edad y a participar libremente en la vida cultural y en las artes». La propia Ley de Educación Nacional, sancionada en 2006, establece que estará presente en el nivel inicial y la primaria y eleva la recreación como un «contenido de alto valor cultural para el desarrollo cognitivo, afectivo, ético, estético, motor y social».
Sin embargo, por razones diversas, muchos niños, niñas y adolescentes que viven en zonas urbanas ese derecho sólo lo gozan dentro del horario escolar que, en su mayoría, dura algunas pocas horas al día. Al menos es la realidad que encontró el Barómetro de la Deuda Social de la Infancia, en el marco del Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina.
En el informe «Derecho al juego. Entre el tiempo escolar, los amigos y el espacio público», determinaron que casi seis de cada diez consultados de entre 5 y 17 años en la Argentina urbana no suele realizar actividades físicas o deportivas extra-escolares. y más de ocho de cada diez de la misma franja etaria artísticas o culturales extra-escolares. En las ciudades, el 42% de los niños de entre 5 y 12 años y 52% de los adolescentes entre 13 y 17 años, juega al aire libre menos de tres veces por semana, cuando los especialistas recomiendan una frecuencia de al menos tres o cuatro veces por semana para «todos los juego en los que predominan las funciones corporales y actividades físicas vigorosas».
Ianina Tuñón, investigadora responsable de los estudios de la infancia del Barómetro, explicó: «Lo que venimos evaluando y se observa con claridad en todos los espacios donde los niños pueden integrarse, es que el espacio educativo público está cada vez más segmentado y que la escuela tampoco cumple un rol en generar un espacio de socialización y formación con actividades extraescolares, sean deportivas o culturales. No estamos invirtiendo fuerte en una escuela que supla las ofertas. Los niños de mayor vulnerabilidad social son los que más pierden».
Para Tuñón, esa falta de oferta de clubes u otros espacios es «una responsabilidad compartida tanto de los estados como del mercado». La especialista aseguró que no los sorprendieron los resultados porque monitorean el tema desde 2007 y el déficit que encontraron «siempre fue muy alto».
En efecto, Patricia Sarlé, doctora en Educación y especialista en juego en la educación inicial, dijo que el estudio «es evidencia empírica de algo que ya sabemos». Sin embargo, aseguró que «esto hace mucho tiempo que se está tratando de cambiar». «El juego no fue contemplado como un derecho de los niños. Siempre se lo definió como espacio de diversión y que la escuela no debía serlo –recordó–. En la formación docente no está contemplada la posibilidad del juego, pero ahora la investigación sobre el tema avanzó mucho y está cambiando. En la Universidad de Río Cuarto hay una diplomatura en juegos, también en la de Comahue, hay iniciativas muy interesantes en Rosario y Santa Fe (ver recuadro)».
En la mirada de Sarlé, «esto supone un compromiso político. No hay una conciencia en la escolaridad primaria y media sobre la posibilidad de la escuela de ser un espacio privilegiado para el juego. La escuela tiene una posibilidad limitada por el horario de jornada simple. Habría que realizar un cambio de escenario».
Gabriela Valiño, psicopedagoga del equipo técnico de la Dirección de Educación Inicial del Ministerio de Educación, opinó: «Consideramos que es importante complementar este tipo de investigaciones con otras que tomen la voz de los chicos. En una de ellas se les preguntó qué necesitaban para jugar y respondieron que necesitaban juguetes y compañeros. En sintonía con esta respuesta y en línea con el objetivo de laLey de Educación Nacional, desde el Ministerio de Educación de la Nación desde 2009 se distribuyen ludotecas escolares para el nivel inicial, y capacitan docentes con el objetivo de favorecer experiencias de juego diversas».
Las ludotecas vienen con juegos y juguetes para el juego dramático, de construcciones y de reglas convencionales y se distribuyeron en jardines de infantes rurales y urbanos de todo el país.
Al margen de los materiales, las palabras y las limitaciones, es sabido que los niños y niñas pueden jugar sin más que la imaginación y lo que encuentren al alcance. Tal vez los adultos puedan observar más. «
Los amigos y el barrio
Los amigos:El 50% de los chicos de entre 5 y 12 años tienen sus amigos en el espacio barrial, y el 41% en el espacio escolar. Sólo un 7% no suele frecuentar amigos. Quienes más juegan son aquellos que se ven con amigos en el barrio.
El barrio:Positivo para el desarrollo de actividades lúdicas en el espacio público, el espacio barrial es más frecuente entre los chicos en las ciudades del interior del país que en el Gran Buenos Aires, en las villas o asentamientos que en los formales, y en el estrato social bajo que en el medio alto.
La escuela: Los que van a doble jornada suelen jugar menos que quienes concurren a jornada simple. Algo similar a escuela privada y pública.
Las juegotecas
El Ministerio de Desarrollo Social porteño despliega actividades lúdicas en Juegotecas Barriales, Centro Lúdico, las Estaciones Saludables y las Escuelas, a través del Programa Juegotecas.
Se trata de unos veinte espacios de juego para unos 1300 niños y niñas de entre dos y 13 años que disponen de dos horas entre dos y cuatro veces por semana, en un contexto institucional y con un equipo interdisciplinario de adultos a cargo.
Cada juegoteca es diferente y tiene que ver con los intereses de los niños, los de su familia y los del barrio.
Se pueden obtener informes en los teléfonos: 4300-8675 / 4300-8649 / 4300-7974.
«Derechos esenciales para los niños»
La ministra de Cultura del gobierno de Santa Fe, María de los Ángeles González, es conocida en el ámbito del trabajo sobre niñez e infancia como «Chiqui», pero más que nada por todo el trabajo que desplegó desde 2006 primero en la Municipalidad de Rosario y desde 2007 con el cargo que ocupa hoy. En la ciudad cuna de la bandera diseñó el marco conceptual y dirigió el equipo creador y asesor del «Tríptico de la Infancia», una experiencia que en distintos terrenos ocupan la Granja de la Infancia, el Jardín de los Niños y la Isla de los Inventos. También llevó adelante «La Ciudad de los Niños», el proyecto del pedagogo italianoFrancesco Tonucci, que hoy tiene asociadas 57 de las 300 ciudades del territorio santafesino; celebran cada año congresos con la participación de miles de niños y niñas y, más recientemente, extendieron dos horas la jornada escolar en muchas de las escuelas públicas para sumar teatro, danza, actividades lúdicas e idiomas.
«El derecho al nombre, a la cultura y al juego son esenciales para el desarrollo de la infancia, por eso tiene rango constitucional desde 1994 –recordó González en diálogo con Tiempo Argentino–. Y a través del juego el niño aprehende el mundo. La deuda social vinculada al juego, el arte y la expresión del niño es una deuda que honestamente Santa Fe la ha tomado como prioridad.»
Para González, «el niño y el juego requiere de un programa integral, que implica lo escolar, lo familiar, la plaza y la capacidad del niño de apropiarse del espacio».
Textual I
«Vine con mi hija menor, Carmen, de siete años, y cuatro amigas de ella. Le gusta salir a caminar, andar en bici, tratamos de salir lo máximo posible. Aunque es obvio que la actividad física de los chicos está un poco postergada.»
Esteban y su hija Carmen
Textual II
«Nuestros chicos nos piden venir a la plaza, Bruno, el más grande, de cuatro años y medio, lo precisa porque es súper activo. La nena no pide pero cuando viene le gusta. Al menos una vez por fin de semana venimos a la plaza.»
Andrea y su familia
Fuente: TIEMPO ARGENTINO
24 junio de 2014