Lidera una fundación que, a través de las escuelas de tenis, busca reivindicar los derechos de las personas con discapacidad. «Trabajar con chicos discapacitados me hizo ver otra realidad», le contó el ex jugador de Copa Davis.
Durante la década que pasó en el circuito profesional, Eduardo Schwank vivió «en una burbuja», según sus propias palabras. Paradójicamente, su vinculación al tenis es la que hoy le hace palpar la realidad que pasan algunos de los excluidos de la sociedad: el roldanense lidera la Fundación Estar, que cuenta con ocho escuelas de este deporte para chicos con discapacidades mentales en la provincia de Santa Fe.
«La vida del tenista es rara», opina Schwank a Clarín luego de describir esa rutina que transcurre en buena parte entre hoteles, aviones y torneos. «A mis pares les comento que el trabajo con los chicos hace ver otra realidad», narra el ex número 48 del mundo en singles sobre lo que hoy palpa de cerca gracias al trabajo de la fundación.
Cada una de estas escuelas aporta, sobre todo, «una forma de inclusión para los chicos». El objetivo es «que ellos puedan tener su propio espacio, que tengan la posibilidad de hacer deporte si lo desean», comenta Schwank, ex doblista en Copa Davis. E, inmediatamente, confiesa que lo que para los chicos es una escuela de tenis, para él es una escuela de vida: «Me llamó la atención cómo disfrutan, ver su cara de felicidad jugando al tenis, sin fijarse en sus problemas a pesar de que tienen muchos más que muchos de nosotros». Y remarca: «Es un mensaje, tanto para mí como para la sociedad: con poco podés ser feliz».
«El principal objetivo por el cual creamos la Fundación es que cada pueblo, cada cuidad, los chicos con discapacidad intelectual puedan jugar al tenis, transitar por los clubes y así ejercer su derecho al deporte», cuenta Marcelo Rocha, psicólogo y uno de los pioneros de la fundación. La misma nació hace más de seis años como consecuencia del proyecto Es.T.A.R (Escuelas de Tenis Adaptado Rosario), idea del profesor de tenis Sergio Rullo (actual Vicepresidente de FEES), quien trabajó con Rocha desde el principio. Al poco tiempo se sumó Schwank. «Esto no es ayudar ni mucho menos caridad, se trata de trabajar por derechos que se ven vulnerados», insiste Rocha.
El tenis, una verdadera escuela de vida
Para Schwank, las raquetas son un buen elemento para que los chicos puedan divertirse, pero también aprender lecciones de vida. «Con el tenis pueden aprender herramientas para superarse. El progreso en este deporte le sirve al chico para cualquier ámbito de la vida», señala. Y ejemplifica: «Hay muchos que no saben cómo pegarle a la pelota, pero le van buscando la vuelta y eso hace que se desarrollen mentalmente».
«Ver los progresos me emociona, y ellos mismos se sorprenden de lo que logran», admite el ex finalista de Roland Garros en dobles. Y destaca que para los chicos, la posibilidad de practicar deportes es también una oportunidad para incorporar muchos valores como «la responsabilidad, el respeto, la solidaridad y la actitud necesaria para emprender algo».
Así como Schwank admite haber ignorado la realidad de los chicos con discapacidad, considera que lo mismo puede pasarle a muchas personas. «Es necesario tomar conciencia. Creo que falta muchísimo, porque, si bien los argentinos somos muy solidarios y ayudamos cuando nos piden, más gente tiene que comprometerse y tomar la iniciativa», opina.
Hoy, la Fundación cuenta con ocho escuelas de tenis, las cuales brindan espacio a más de 100 chicos. Se distribuyen entre las localidades de Roldán, la ciudad de Schwank, Firmat, Casilda, Esperanza, Hugues y Rosario, donde se encuentran tres, además de la segunda escuela de tenis para ciegos del país, abierta en 2014 junto con el Programa de tenis para ciegos Argentina (PTCA). Cada una de ellas organiza clases de tenis, las cuales se brindan a través de la asociación con distintas instituciones para personas discapacitadas. «Armamos todo, ellos solo tienen que ir y jugar», explica Schwank.
Claro, como toda organización sin fines de lucro, y al no contar con el aporte de partidos políticos, el apoyo de empresas privadas se vuelve una necesidad permanente.
La Fundación aspira no sólo a reivindicar los derechos de los chicos con discapacidades por medio de sus propias escuelas, sino que también considera necesario compartir este conocimiento. «Tenemos un área académica (dirigida por el psicólogo Sergio Enrique) a través de la cual ya hemos publicado dos libros sobre deporte y discapacidad, y realizamos jornadas y cursos vinculados a la discapacidad», explica Rocha. «Hemos desarrollado metodologías de enseñanza basadas en la práctica entre varios que nos permiten enseñar tenis a jóvenes con discapacidades complejas como el autismo y la psicosis», agrega.
Entre la fundación y su academia
Los días de Schwank hoy siguen muy ligados al tenis, y no solo por las escuelas de la Fundación. El tenista cuenta con su propia academia, el Schwank Tennis Center, en donde entrena jugadores para la alta competencia. «El contraste es marcado, son cosas diferentes, pero lo bueno es poder hacer algo por todos y con el deporte que tanto me gusta», reflexiona.
Por ello, dice, no extraña el circuito.
Fuente: Diario Clarín – AREDA
5 agosto de 2015