El Vaticano arremete contra el dopaje, la corrupción y los sobornos en el mundo del deporte
«¡Los grandes objetivos, en el deporte como en la vida, los logramos juntos, en equipo!», proclama el Papa
Por Jesús Bastante
Francisco, con los deportistas italianos
No se pueden justificar éticamente aquellos deportes que inevitablemente causan daños serios en el cuerpo humano
«Dar lo mejor de uno mismo«, es el título del documento que el Dicasterio para los Laicos, la Familia y la Vida ha presentado este mediodía, y en el que invita a mirar el deporte con «una visión cristiana», al tiempo que advierte que «el deporte no debe parecer un espacio sin derechos en el que no se apliquen los estándares morales de coexistencia leal y humana».
En el grueso documento, que coincide con la próxima apertura del Mundial de Fútbol, la Santa Sede, califica al deporte como «un moderno patio de los gentiles» básico para «crear una cultura de encuentro y paz». Al tiempo arremete contra el dopaje, la corrupción y la degradación del cuerpo.
Así, el texto apunta cómo «el dopaje y la corrupción también pueden dañar el deporte», así como «la búsqueda desenfrenada de éxito y la ingente cantidad de intereses económicos que se mueven en las competiciones deportivas».
Deportistas en el Vaticano
«Cuantos más agentes diferentes involucrados en los eventos deportivos -atletas, espectadores, medios, empresarios -insisten en presenciar, cada vez, mejores actuaciones o en ganar a toda costa, más intensa se hace la presión ejercida sobre los deportistas y más buscan ellos formas de aumentar el rendimiento que son moralmente dudosas», denuncia el documento que advierte del riesgo de que el cuerpo humano «quede reducido al estatus de objeto o es utilizado como una simple máquina».
«Los padres, los entrenadores y las sociedades a menudo fabrican atletas para garantizar el éxito y satisfacer esperanzas de medallas, récords, lucrativos contratos publicitarios y riqueza» apunta el documento, que denuncia estas «aberraciones en la alta competición de deportes infantiles».
«No se pueden justificar éticamente aquellos deportes que inevitablemente causan daños serios en el cuerpo humano», añade el texto vaticano.
«La cuestión del dopaje -insiste- afecta al fundamento mismo del deporte. Y, desafortunadamente, hoy en día lo practican tanto atletas individuales como equipos o incluso estados. Del dopaje nacen una serie de problemas morales, ya que se corresponde con los valores de salud y juego limpio». Un ‘fair play’ que el documento del nuevo dicasterio defiende como «un medio de educación para toda la sociedad de los valores», pues los atletas tienen la misión de ser «educadores también, ya que el deporte puede inculcar de manera altamente efectiva valores como la lealtad, la amistad y el espíritu de equipo».
«La mentalidad de «ganar a toda costa» corrompe el deporte violando las reglas que lo constituyen«, denuncia el texto, que también arremete contra el dopaje mecánico en algunos deportes. Más allá del dóping, «existe un problema mucho más grande. Es responsabilidad de las organizaciones internacionales crear reglas efectivas y condiciones básicas a nivel institucional que respalden y recompensen a los atletas individualmente por su responsabilidad y reduzcan cualquier incentivo para recurrir al dopaje».
Francisco, con los Harlem Globetrotters
«En igual medida que el dopaje, la corrupción también puede arruinar el deporte«, constata el documento, que condena «el soborno en relación con las apuestas deportivas». «El deporte no debe parecer un espacio sin derechos en el que no se apliquen los estándares morales de coexistencia leal y humana».
El texto viene precedido por una carta del Papa Francisco a Kevin Farrell, en el que agradece la publicación del documento, que busca «resaltar el papel de la Iglesia en el mundo del deporte y de cómo el deporte puede ser un instrumento de encuentro, de formación, de misión y santificación»
Para Bergoglio, «el deporte es un lugar de encuentro donde personas de todo nivel y condición social se unen para lograr un objetivo común«. «En una cultura dominada por el individualismo y el descarte de las generaciones más jóvenes y de los más mayores, el deporte es un ámbito privilegiado en torno al cual las personas se encuentran sin distinción de raza, sexo, religión o ideología y donde podemos experimentar la alegría de competir por alcanzar una meta juntos, formando parte de un equipo en el que el éxito o la derrota se comparte y se supera; esto nos ayuda a desechar la idea de conquistar un objetivo centrándonos solo en uno mismo», constata.
«¡Los grandes objetivos, en el deporte como en la vida, los logramos juntos, en equipo!», proclama Francisco, quien también ve en el deporte «un vehículo de formación» en virtudes «como la generosidad, la humildad, el sacrificio, la constancia y la alegría. Del mismo modo, deberían dar su aportación en lo que se refiere al espíritu de equipo, el respeto, la competitividad y la solidaridad con los demás»
«Es necesario profundizar en la estrecha relación que existe entre el deporte y la vida», concluye el Papa, que añade que «el deporte es una riquísima fuente de valores y virtudes que nos ayudan a mejorar como personas«. «Para el deportista cristiano, la santidad será entonces vivir el deporte como un medio de encuentro, de formación de la personalidad, de testimonio y de anuncio de la alegría de ser cristiano con los que le rodean».
Para leer el documento vaticano, pincha aquí:
Fuente: Periodista Digital
1º junio de 2018