Hugo Reynaldo Ibarguren, primer campeón mundial de patín, será premiado el próximo 18 de diciembre como «Gloria Deportiva» en la decimosexta Gran Fiesta del Deporte, decimocuarta entrega del «Puente Colgante» en el bello salón de fiestas del Club Del Valle. Así lo decidieron los integrantes de la comisión directiva del Círculo de Periodistas Deportivos, que organizan el mencionado evento.
El próximo 5 de julio se cumplirán 50 años de aquel primer logro tan importante para el patín argentino. Fue en la ciudad de Wetteren, Bélgica, en la distancia de 10.000 metros en ruta, donde Ibarguren fue la figura destacada del Mundial, consiguiendo ser el primer americano en vencer a los europeos para conseguir el título mundial y el subcampeonato mundial de 1.000 metros. Sus compañeros de equipo, Raúl Scalfati y Manuel Narciande, todos dirigidos por Miguel Alfieri, lograron muy buenos resultados, naciendo allí la Argentina como una nueva potencia en este deporte.
“Lealtad a su amigo”
Hugo Reynaldo Ibarguren inició desde muy chico su practica deportiva en el patín, logrando su primera victoria a los 8 años. Como todos los niños de esa época, que escribían cartas a los Reyes Magos para solicitarles sus regalos para la noche del 6 de enero, Hugo se animó y le escribió al entonces Presidente de la Nación, Juan Domingo Perón, para solicitarle un par de patines nuevos luego de su primera victoria.
Naturalmente como ocurría en esa época, a vuelta de correo, recibió sus patines con una carta firmada por el General Perón, en la que, además de felicitarlo por su triunfo, lo alentaba a la práctica del deporte, solicitándole que nunca abandonase el patín que había abrazado con tanto amor. La misiva terminaba con aquella frase que durante una década se hizo realidad, “el deporte es la mejor escuela de vida”.
Ibarguren luego del triunfo en Wetteren, Bélgica se dirigió a “Puerta de Hierro”, en Madrid, España, (lugar que vivió Perón, en su largo exilio en Madrid, desde 1961 al 19 de junio de 1973) donde el 11 de julio de 1965, consiguió su “segundo triunfo” al lograr entrevistarse con el general. En la charla, le dedicó su triunfo y aprovechó para agradecerle personalmente, luego de tantos años, la carta que le había enviado cuando él sólo tenía 8 años, la cual Hugo no sólo conservaba sino que la había llevado, mostrándole en ese momento histórico a quien consideraba “su viejo amigo de la niñez”.