Como argentinos, nos llenan de orgullo los premios al Mejor Jugador, Mejor Arquero y Mejor Entrenador entregados esta semana a Lionel Messi, “El Dibu” Martínez y Lionel Scaloni. La hinchada argentina también ganó su reconocimiento con el famoso Tula.
El premio “The Best” es un premio organizado por la FIFA, en la que los capitanes y entrenadores de los seleccionados nacionales, es decir los colegas de los galardonados, son quienes hacen la votación.
A la luz de la consagración como Campeón de la Copa del Mundo de Qatar 2023, puede ser cierto que nuestros representantes corrían con cierta ventaja. Con el diario del lunes, queremos destacar el mensaje que los jugadores y el cuerpo técnico transmitieron al público, tanto en el juego, como en sus declaraciones, y reflexionarlo como metáfora de nuestra sociedad.
En el juego, el mensaje es que los mejores juegan en equipo.
Un equipo donde no hay titulares ni suplentes y todos, excepto los arqueros, tuvo la posibilidad de jugar. La rotación del equipo, en un seleccionado que rompió el record nacional de partidos invictos, habla de ello. La sustitución en pleno mundial del “9” titular, Lautaro Martínez, por Julián Álvarez transmite que juega el que mejor esté según las necesidades del equipo y que el lugar se lo gana cada uno, con esfuerzo y entrega.
Aquí no nos salvaron las individualidades. Mal que le pese a la doctrina liberal, nadie se salva solo. Tampoco nos salvó un Mesías para controvertir con los aristocráticos, que creen en el gobierno de los “mejores”.
En el campo de las declaraciones, Scaloni transmitió esta idea del equipo, ante todo. De hecho, en cada oportunidad, resalta que es un equipo técnico junto a Pablo Aimar, Walter Samuel y Roberto Ayala, todos jugadores destacados y con pasado en las Selecciones Juveniles y de Adultos.
El Dibu, habla por sí sólo. Es un personaje humilde, empático y sensible. También un poco desfachatado. ¿Cómo no sentirse identificado? Es un emblema de la idiosincrasia del ADN del argentino. Desde la mochila de los sueños de 44 millones de argentinos que llevó a Qatar, hasta el reconocimiento a su papá y su mamá que, por ser laburantes son sus ídolos, pone sobre relieve la cultura del trabajo y el esfuerzo al servicio de un propósito en común: el sueño del equipo.
Y Messi, es sencillamente el mejor. Siempre lo fue, y tal vez sentíamos el merecimiento de que gane un mundial, este mundial. Pero las cosas no ocurren porque se merecen, sino porque se hace lo mejor posible para conquistarlo. Y claro que, aunque sea el mejor, al fútbol se juega en equipo, y en esta oportunidad, el equipo estuvo primero.
¿Cómo llega el sueño de un niño, de ser campeón mundial, a convertirse en una “mochila”? ¿Desde cuándo ganar se convirtió en una obligación? ¿Para quienes? ¿Para el público? “Los de afuera son de palo”. El exitismo y el resultadismo nos hacen olvidar las experiencias y los procesos de las que debemos hacer reflexión, balance y autocrítica.
“La derrota es la madre de la victoria”, decía un gran líder, y allí está el ejemplo del partido con Arabia, o de las finales no triunfales. Lo importante es aprender de los errores y laburar en equipo para conseguir lo que soñamos.
Solidaridad, compañerismo, perseverancia y sentido de pertenencia se reflejan en un proceso colectivo, no sólo el sueño y el trabajo de un equipo, sino en el deseo de todo un país. Si esas fueron las claves para alcanzar el objetivo tan anhelado, son entonces un gran ejemplo a seguir.
La fuerza de lo colectivo sobre lo individual, la unidad frente al adversario y de entrega a un bien común: la felicidad del pueblo argentino.
* Coordinador Mesa de Trabajo “X” los Clubes
Fuente: Mesa de Trabajo “X” los Clubes
6 marzo de 2023