(*) por el Lic. Luis Sole Mases
Ya finalizaron los Juegos Deportivos Sudamericanos Odesur 2014 en Santiago de Chile y, tal como el Comité Olímpico Argentino lo adelantó en su queja previa, la disminución de medallas en juego resultó un impedimento para recortar ventajas sobre el líder Brasil y su escolta Colombia. En esta décima edición en la capital trasandina donde los locales aprovecharon la ventaja de competir en su casa aunque esperaban más podios, hubo una leve baja de Venezuela y una fuerte merma de Colombia mientras la Argentina culminó tercera entre catorce países gracias a ganar un total de 159 medallas siendo 47 de oro, 56 de plata y otras 56 de bronce.
El enorme y diversificado colectivo denominado Deporte Argentino refiriéndome sólo a las disciplinas de representación nacional, convive entre buenas señales actuales, viejos malos hábitos y la eterna habilidad de
sobrevivencia de sus atletas y entrenadores. Sobrevivencia parecer ser un vocablo suficientemente descriptivo. Eso requiere el trayecto de alrededor de una década para iniciar, desarrollar y ubicar en el alto rendimiento a un talentoso atleta argentino. Aquellos que alcanzan esa resbalosa cúspide, tuvieron que transitar el más solitario, áspero, demandante y escabroso de los caminos.
Argentina ocupó un rol sobresaliente en la inserción del deporte moderno en América Latina, fundamentalmente en la primera mitad del siglo veinte aunque aún continúa. Nuestros maestros y entrenadores trasladaron los conocimientos que desembarcaban en una Buenos Aires con aires europeos. Eso nos dio una gran ventaja inicial frente al resto de las naciones de la subregión. Esta ventaja se extinguió y ni hace falta ahondar demasiado. Miremos a Brasil, por ahora solo mirémoslo, ya que nos dejó atrás en la carrera por ser la potencia deportiva continental.
La segunda mitad del siglo veinte nos encontró contemplando el pasado y permitiendo el crecimiento de una clase dirigente parasitaria, que se esforzó por concentrar y achicar, con el objeto de mantener el control político y económico sobre las organizaciones del deporte nacional. Esos mismos lastres lucharon por intervenir los recursos públicos destinados a los atletas y entrenadores. En gran medida lo lograron. Mientras se producía la pelea por los magros recursos, otros se sostenían en la competición internacional estoicamente. Mirando al mundo entendían que mucho pasaba por la planificación, el método y sobre todo el deseo sincero, para que la bandera celeste y blanca comenzara a trepar los podios importantes del mundo.
Cuando a fines del año 2009 se votó la Ley 26.573 del Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (ENARD) festejó la vieja camada parasitaria. Ya escribí al respecto bastante. En su favor hay que decir que se aportó bastante transparencia al destino de los fondos. Pese a un quinquenio, los fondos del ENARD sin dudas que ayuda, pero no han liderado ninguna recuperación notable, como algunos juraban que ocurriría. Hay una sola variable indiscutible de eficacia y al ser medida por cuatro décadas, resulta menos cuestionable. Hablo del frío y codiciado metal: medallas de oro, plata y bronce. Contar medallas para evaluar los ciclos de las políticas deportivas es aceptado en Asia y en Europa, por liberales y marxistas, por pobres y ricos. Por todos.
En Argentina cuando las mediciones no favorecen al gobierno o subsidiarios -y esto pasa muy seguido últimamente- enseguida se descalifican o niegan las estadísticas. Evaluemos el panorama que nos dejaron estos cuarenta años de Juegos Odesur y revisemos el porcentaje total de medallas de Argentina en comparación con Brasil.
¿Qué paso en estos Juegos Odesur en Chile? La pregunta que los planificadores argentinos ya se están haciendo. La delegación tuvo varios puntos altos, en tanto, otros deportes ya no son lo que solían ser. Los rendimientos por deporte, en general acompañan el porcentual general del
equipo, salvo excepciones. Triatlón, patín artístico, tenis, vela, remo (dominador muy amplio) y el canotaje se impusieron sobre sus rivales y desde la cima aportaron 30 medallas al total.
El punto más alto estuvo en los deportes colectivos, embolsaron 14 medallas y todos planteles hicieron podio. Disfrutamos de grandes resultados en hockey sobre césped que se coronaron campeones tanto entre las mujeres como los hombres al igual que el basquetbol y el voleibol. El rugby triunfó en caballeros y el fútbol se impuso en damas. No obstante nos mantenemos inexplicablemente retrasados en atletismo finalizando octavos por sumar sólo dos oros, siendo superados por Uruguay, Panamá, Perú y Chile entre otros. ¿Quién lo diría? En los deportes acuáticos como natación en pileta, aguas abiertas, saltos ornamentales y nado sincronizado obtuvimos 22 preseas, siendo 20 por las brazadas en piscina que evidencia mejoras en su organización y rendimiento con la incorporación del mítico entrenador australiano Bill Sweetenham.
El ciclismo estuvo alejado de lo que solía brindar, y entre el MTB, BMX, Pista y Ruta cosecharon 9 medallas. Pero un núcleo atractivo de medallas esta en los deportes de combate: Taekwondo, Karate como los más destacados y Lucha, Boxeo, Judo, Esgrima sumaron medallas 36 de 270 en disputa. No hay sombra de dudas que si se
quiere tener opciones de estar alto, lo deportes de combate deben mostrar mejores rendimientos, ya que más de un cuarto de las preseas en disputa estuvieron aquí. El tiempo permitirá hilar más fino, sin omisiones.
El deporte argentino debe federalizarse en serio, esa es la llave del crecimiento cualicuantitativo.
Nada hay que inventar, el básquetbol, rugby y el voleibol, son el ejemplo cercano. Si es necesario creando estructuras paralelas a las herrumbradas confederaciones y federaciones nacionales. Los atletas seguirán surgiendo y si crecen en serio y desde la base programas como los Evita y otros necesarios, existirá un mayor ámbito de reclutamiento. Luego hay que sumar a los mejores en los roles de planificación, coordinación y ejecución. Si hiciese falta, habría que importarlos sin complejos, pero sobre todo, debe entenderse que hay una dirigencia que ya hizo demasiado por impedir que el país deportivo esté a la altura que se merece estar.
Hay que hacer lo que hace el mundo y lo que hace nuestro vecino. Nada es un misterio. Deshacernos de los lastres es la tarea por delante y para hoy. Si no todo será exasperantemente lento y costoso.
(*) por el Lic. Luis Sole Mases
Graduado de Licenciado en Deportes y Actividades Físicas en la Universidad de El Salvador (Buenos Aires), también se recibió de Profesor de Educación Física en el Instituto Antonio Ruiz de Montoya (Misiones).
Deportista de alma, en Uruguay se perfeccionó como Entrenador Panamericano de Triatlón.
Docente de la cátedra Teoría del Deporte en la carrera de Periodismo Deportivo del Instituto Arias de Saavedra (Posadas), su pluma se ganó una columna en el diario Primera Edición de Posadas.
Fuente: El Depornauta
20 marzo de 2014
http://www.eldepornauta.com.ar/deporte-argentina-juegos-odesur/