En la parroquia San Juan Bosco del Padre «Pepe» Di Paola hay una sede Cricket Sin Fronteras, el programa de inclusión que apoya el sacerdote de las villas que beneficia y forma a chicos carenciados previéndolos de los delitos y las drogas, y que fue reconocido por Emprendedores21, la entidad que reúne a los más prestigiosos e importantes emprendedores de negocios de todo el país.
Todos los fines de semana el Cuerpo Técnico que coordina y dirige Daniel Juárez, Manager de la Selección Argentina de Cricket Juvenil y Silvina Román, Entrenadora Oficial del grupo de mujeres, asisten a chicos en condiciones de vulnerabilidad social, a través del cricket.
No solo enseñan el deporte de la aristocracia inglesa, también trasmiten valores y controlan sus boletines. Si no están escolarizados, son enviados al colegio para formarse, y los que andan «flojos», van al área de apoyo escolar de la parroquia, brindado por un gran grupo de voluntarios.
Durante la semana, dos escuelas del Estado, Nº 39 y Nº 51 de José L. Suarez se reúnen en el predio que gentilmente la Cámara de Comercio de Suarez le presta a Cricket Sin Fronteras por la mañana, para desarrollar el cricket como materia deportiva, con el apoyo de los Entrenadores del programa y los Profesores de Educación Física de los colegios.
Casi 110 chicos aprendiendo y jugando un deporte raro e inusual para Argentina, utilizado como formador, hacedor de respeto y cooperación, en la búsqueda de líderes positivos para replicar la acción
Aquí una historia para meritar el alcance social del programa: un papá que trae a sus hijos a jugar en el predio todos los sábados por la mañana. Hasta aquí nada inusual, pero resulta que el papa, Carlos, es un ingeniero que viaja una hora de ida y una hora de vuelta con sus dos hijos desde el barrio de Caballito, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, para que jueguen cricket inglés. Un papá de clase media que no tiene ningún problema que sus hijos jueguen, aprendan y se diviertan con los chicos de la villa de Cárcova, ignorando el prejuicioso paradigma del «ser villero».
En el campo, se ve a los entrenadores, Hernán Fennell y Franco Sivila, trabajando con todo el grupo, donde chicos y chicas, se mezclan sin importar el origen y su condición social, en una muestra de verdadera integración, y para ambas partes. No hay problemas de género, flaquitos, gorditos, altos, bajos, no importa su condición, todos juegan y se forman en valores con este deporte que no discrimina, que brinda contención y pertenencia.
Muestras de lo que genera este tipo de emprendimiento social para ayudar a los jóvenes de la periferia, como los llama el Papa Francisco, los más pobres y los más necesitados de una oportunidad de vida, y que empezó en la Villa 21.24 de Barracas a solo 10 minutos del Obelisco, en Virgen de los Milagros de Caacupé, donde el Padre Lorenzo «Toto» De Vedia, un luchador incansable por la educación en la villa, cuenta con un equipo de cricket que juega en la Liga Nacional, ganador de numerosos premios internacionales, y que fue invitado al Vaticano a ver al Papa Francisco y jugar un partido en Roma.
Acciones que deberían ser apoyadas con más atención no solo por Estado, sino de la sociedad toda que se beneficia con sus resultados.
Fuente: Caminos Religiosos
26 de mayo de 2017
http://www.caminosreligiosos.com/cricket-villas-manera-sacar-chicos-calle-n-1486108.html