Juan Carlos Zabala (“Zabalita”), nació el 21 de Septiembre de 1912 en la ciudad de Rosario, Santa Fe. Era huérfano desde muy pequeño, ya que a su padre se lo consideró “desaparecido” en 1917, durante la Primera Guerra Mundial. Y su madre, la francesa Ana María Boyer, falleció al enterarse del cruel destino de su marido.
El niño fue internado enseguida en el Reformatorio de Marcos Paz (hoy Hogar Escuela “Ricardo Gutiérrez”), de la provincia de Buenos Aires, por su padrino León Cabal. Allí comenzó a practicar deportes como el fútbol, natación, baloncesto y las carreras, desde muy niño, bajo la preparación del profesor de la Asociación Cristiana de Jóvenes, Alberto Regina.
A los 12 años, ya estaba ganando su primera carrera en 1.500 metros, bajo las órdenes del entrenador de esa “Colonia”, Alejandro Stirling (quien luego fue preparador de varios corredores olímpicos). Sobre la vida en este reformatorio se filmó, en 1939 la película “Y mañana serán hombres”, y parece que la semejanza del protagonista principal con Zabala, no fue una simple coincidencia.
“Zabalita”, como lo llamaban en el atletismo, fue campeón nacional de 3.000 y 5.000 metros en 1929 y 1930, representando al Club Sportivo Barracas. También fue Campeón Sudamericano de 10.000 en 1931 y Subcampeón de 5.000, en la inauguración de la pista atlética del nuevo estadio del Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (GEBA), cuando sólo tenía 18 años.
Zabala también fue el primer corredor del continente en bajar los 15 minutos en los 5.000 metros, con un tiempo de 14 minutos, 55 segundos, 8/10.
Ese año, 1931, viajó a Europa invitado para correr en la famosa prueba de Berlín (Alemania), donde consiguió el segundo puesto detrás del finlandés Paavo Nurmi, conocido ya como “la máquina de correr”, que venía asombrando al mundo atlético. Entonces nació una gran rivalidad entre estos dos corredores.
El “Ñandú criollo”, como lo bautizó a Zabala el diario “Crítica”, durante su estada en Europa, corrió 36 carreras de las cuales ganó 34. Una de ellas fue la clásica “Maratón de Checoslovaquia”, en Kosice,para la cual registró un tiempo de 2h.33m.19s., sobre esta distancia de 42 Km. que corría por primera vez en su vida.
El entrenador Stirling, entusiasmado por la perfomance de su pupilo, se atrevió a solicitar, junto al presidente de la Federación Atlética Argentina, Eduardo Ursini (guionista de películas y periodista de Critica), un permiso especial al Comité Olímpico Internacional (COI) para que lo dejaran participar en los Juegos Olímpicos de Los Ángeles 1932, porque en ese entonces los menores de 20 años aún no podían competir.
Luego de conseguir el permiso del COI, Stirling y Zabala viajaron urgentemente rumbo a los Estados Unidos, presentándose allá en la prueba de los 10 km. organizada por el diario “Los Ángeles Times”, y que el atleta se adjudicó en forma brillante.
Su figura ya comenzaba a ser conocida en el mundo cuando, el 7 de Agosto de 1932, Zabalita “aquel niño huérfano, con la camiseta blanca cruzada por una franja celeste y el Nº 12 en su pecho, se convirtió en el primer argentino en conseguir una medalla de oro, con récord olímpico en la clásica maratón, cruzando la meta tras lograr un tiempo de 2h.31m.36s., cayendo desvanecido a los pocos metros.
“Mucho se habló de ese desmayo, pero la verdad de lo ocurrido es que el boxeador argentino Carmelo Robledo (ganador del oro como Alberto Lowell en esos Juegos), por el entusiasmo, me arrojó un banderín que tenía empuñadura de bronce y me pegó en la cabeza”, ha dicho “Zabalita”. Fue el vencedor más joven de la historia en ganar esta prueba y el primero en subir a un podio, método que se estableció recién en estos Juegos. En la maratón (prueba en la que no participó el finlandés Nurmi al ser declarado profesional unos días antes) también participaron los argentinos José Ribas, quien abandonó cuando iba en el 7º lugar de la prueba y Fernando Ciarelli.
“Zabalita” que medía 1,62m de estatura y pesaba 50 kilos cuando competía, se casó con Magdalena Lafrancone, con quien tuvo tres hijos.
En el mejor momento de su carrera deportiva tuvo en su poder los récords mundiales de 20.000 m (logrado el 19 de abril de 1936 en Munich, Alemania, con un tiempo de 1 h 4m 02/10) y el de 30.000 m (que consiguió el 10 de octubre de 1931, con 1h 42m 30s 4/10, en una prueba de Viena, Austria).
A los cuatro años de su máximo triunfo en Los Ángeles, en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936, Zabala logró el sexto puesto en la prueba de los 10.000 metros con un tiempo de 31’ 22”, aunque debió abandonar la maratón, cuando recorría ya los 35 Km.
Luego de ganar más de 300 competencias se retiró de la práctica activa en el año 1939. Pero siguió muy cerca del atletismo, siendo un excelente consejero de los nuevos atletas y entre 1946 y 1955 trabajó intensamente para el histórico desarrollo que experimentó nuestro deporte nacional.
Actuó en la película “Campeón a la fuerza” (1950) junto a los deportistas: Delfo Cabrera, Carmelo Robledo, Raúl Landini y Cosme Saavedra. Con guión de Eduardo Ursini y la dirección de Enrique Ursini y Juan Sires actuaban en esta película nacional: Alberto Closas, Pedro Quartucci, Diana Maggi y el periodista Borocotó.
Emigró a los Estados Unidos luego del golpe militar de 1955, sufriendo graves problemas económicos. Cuando regresó al país, de su casa “unos ladrones” que la habían desvalijado, se llevaron su mejor recuerdo: la medalla dorada olímpica que había conseguido en Los Ángeles ‘1932. Con la bonhomía y humildad habitual en este gran campeón, expresó: “Si éso sirve para calmar el hambre de alguien, el robo me duele menos”. Sin embargo cuánta grandeza había en este pequeño gran hombre, que marcó el camino grande del atletismo argentino.
“Zabalita”, falleció el 24 de enero de 1983 a causa de un paro cardiaco en el Hospital de San Isidro, Buenos Aires.
La Confederación Argentina de Atletismo (CADA) lo nominó como el Atleta del Siglo a fines de 1999, pero su mayor reconocimiento es la gloria con que permanece aún en la memoria del deporte nacional.
Fuente: Libro “Histórica Política del Deporte Argentino” de Víctor Lupo
Capítulo XIV – Ediciones Corregidor
7 agosto 2019.