Se fue el Califa «Nasif»/ por una ruta distinta,/ se fue poniendo una «quinta»/ que aún nos hace sufrir…/ su presencia varonil/ tomó el camino del cielo,/ dejándonos el consuelo/ de su sonrisa gentil./ Hoy te llora Concepción/ por ser tu hijo dilecto/ te fuiste con un «muleto»/ al estilo de un campeón/ para orgullo de mi nación,/ más allá de sus fronteras,/ paseaste nuestra bandera/ y el mundo te ovacionó.
Estas son las palabras de una de las tantas poesías que hay en el museo “Nasif Estéfano” de la Ciudad de Concepción, como un homenaje al inolvidable piloto de “la Perla del Sur” tucumana.
El 18 de noviembre de 1932 nacía Nasif Moisés Estéfano, el «Califa», a metros de la plaza central de la ciudad, llamada Mitre. Su madre, Elia Chantire y su padre Jorge fueron ejemplo de virtud donde siempre se miró este gran campeón de la vida que la cultivó por años.
Nació para correr, para triunfar y para ser ídolo, años más tarde se convirtió en la máxima figura local de este deporte. En esa cuadra compartía la adolescencia y sus sueños con su vecino Roque Namur, otro apasionado de los autos.
«Era un chico inteligente, audaz, cariñoso, bromista y excelente compañero. Cuando le pregunté por su vocación se paró para explicarme con las manos que le gustaría correr en autos», contó Hilda Luz Rubio, su maestra de la escuela Uladislao Frías donde hacía su escuela primaria.
Comienza su amor por los “fierros” en carreras zonales de autos en su ciudad y haciendo picadas con un Ford T, en la plaza del pueblo. Pero ya se comentaban sus famosas tenidas con otros autos y motos subiendo o bajando la montaña, hacia Tafí del Valle desde Acheral. Nasif se inicia en el automovilismo deportivo el 6 de enero de 1952, corriendo con un coche Ford 60 bi – plaza armado con fierros prestados, en una carrera disputada en el parque 9 de Julio de la ciudad de San Miguel de Tucumán en la categoría Mecánica Nacional Fuerza Limitada – zonal. Debió abandonar por rotura del cardán.
En 1955 ya corría en Fuerza Limitada con un motor Ford y se comenzaba a notar que sería un virtuoso corredor de automovilismo. En el ’57 se pasa a la Fuerza Libre (o ilimitada). Esta categoría no estaba sometida a exigencias técnicas ni reglamentos rigurosos en relación a la mecánica y se corría en circuitos de caminos públicos o parques. Su nombre comienza a hacerse conocido en las rutas del país.
En 1960 compite en el Grand Prix de Formula 1 de nuestro país al comando de una Maserati 250F. En 1963, con su tonito tucumano y su enorme capacidad para andar rápido en cualquier cosa, participa en Italia con un De Tomaso 801 de 8 cilindros. Llegan sus primeros éxitos coronándose Campeón Argentino de Mecánica Nacional Fórmula 1 (las pruebas más importantes de pista) en 1963 y en 1964, con una performance impresionante. Corrió 8 carreras y ganó 7, todas con récord de tiempo (con Chevrolet 6 cilindros) y comienza a participar en los grandes Premios de Turismo Carretera (TC) por todas las rutas del país.
Ese mismo año su nombre recorre el mundo cuando con el Porsche 904 que compartió con el piloto ítalo-argentino Andrea Vianini ganan las famosas “12 Horas de Reims” de Gran Turismo Internacional de 1964, en Francia. Junto a Vianini ya habían corrido en Europa. En el Nurburgring fueron quintos en su categoría, en los 1000 kilómetros. «Por lo menos aprendí el circuito de memoria», decía Nasif. Luego en las 12 Horas de Reims, con un Porsche que había conseguido Andrea, agarraron la punta y se fueron. Desde el box, Huschke von Hanstein, director del equipo Porsche les rogaba, con señas, que cuidaran un poco, para que ganara un auto oficial. “Justo a ellos. Dió con las persona indicadas…Ganaron y esa pareja fue imposible de olvidar”, estuvieron de festejo largo rato.
En 1965 logra ser Campeón Argentino de Turismo Mejorado (Alfa Romeo Giulia, categoría 1.300 a 1.600 cc).
Brilla en la Temporada Internacional de Fórmula 3 de 1966, donde en Rosario, con su Brabham, largando desde los últimos lugares llegó 2º detrás del suizo Silvio Moser, tras batir 23 veces el récord del circuito. El público no se quería ir para aplaudirlo al “Turco” Nasif. Logra también su Primer triunfo en el TC con sabor a hazaña, el 22 de mayo, con un auto de menor cilindrada (3000cc) mientras que los demás pilotos utilizaban vehículos de (4000 cc), llegando a la meta con una rueda en llanta. Es elegido por el periodismo como el mejor piloto del año en el país, además se adjudica el Trofeo «El Gráfico» al Mejor Piloto en la temporada Internacional de F3.
El autódromo de Buenos Aires lo vio victorioso en tres oportunidades, a bordo de máquinas tan dispares como el Chevrolet de Mecánica Nacional Fórmula 1 en 1964, el Crespi-Tornado de Mecánica Argentina Fórmula 1 en 1969 y el Formisano-Ford de Sport Prototipo con el que venció al “imbatible” Berta-Tornado del arrecifeño Rubén Luis Di Palma, en 1971.
Nasif estuvo siempre bien acompañado en toda su campaña deportiva. Por sus familiares y amigos en las carreras, entre ellos «Chichí» Molinuevo, Roque Namur, Oscar Valeros, el «Pibe» Di Primio, el «Negro» Monserrat y «Chanchín» Tale. Este último amenizaba con su voz tanguera los festejos al finalizar cada carrera en cualquier lugar del país.
En 1972 pierde el título del Turismo Carretera en la última carrera del año en Zapala, cuando luego de puntear durante mucho tiempo un papel de diario se le pega al radiador recalentándole el motor. Corrió ese año 14 carreras subiendo al podio en todas.
EL ACCIDENTE MORTAL
En 1973, el equipo oficial Ford de Turismo Carretera tenía dos volantes de lujo, el tucumano Nasif Estéfano y el cordobés Héctor Gradassi. Existía una rivalidad muy grande entre Nasif y Gradassi, porque este último era amigo personal del preparador José Miguel Herceg, y se notaba la predilección y favoritismo de éste sobre el cordobés. Faltando solo 3 competencias para terminar el campeonato, Nasif lo lideraba cómodamente con 143 Pts, Gradassi estaba en la sexta ubicación con solo 27 unidades. El “Turco” tenía numerosas carreras ganadas, récords de vuelta, récords de carreras sin abandonar, actuaciones sobresalientes que prácticamente lo constituían en un piloto imbatible ese año.
El día domingo 21 de octubre de 1973, antes de largar la etapa del Gran Premio Reconstrucción Nacional, La Rioja – Concepción (Tucumán), Nasif habló por radio y saludó a todas las madres del país, (por celebrarse el día de la madre). Después dijo “la vieja me estará esperando en Concepción más contenta que nunca”, y se metió dentro del Falcón azul. Nasif partió a las 9 hs en primer lugar rumbo a su ciudad natal.
Luego de recorrer las largas rectas de la llanura riojana, y habiendo transcurrido poco más de media hora de iniciada la competencia, el Falcón Nº 1 se aproxima a la curva de ingreso a la localidad de Aimogasta (la misma se forma por el empalme de 2 rutas, (la Provincial N º 9 y la Nacional N º 60)
Al llegar a dicha curva, Nasif intenta frenar y se le cae la pedalera del freno y del embrague (que van sostenidas por un mismo perno).
Al no poder frenar ni rebajar, realiza una brutal corrección del vehículo para evitar atropellar al numeroso público que se encontraba presente en el empalme. El coche siguió casi derecho y comenzó a dar tumbos.
Fallando el sistema de seguridad de la puerta izquierda, se abre la misma, provocando también que se desprenda el cinturón de seguridad, que tenia la hebilla de sujeción peligrosamente ubicada sobre la izquierda del piloto, muy cerca de la puerta.
Nasif sale despedido y muere instantáneamente, quedando su cuerpo sin vida a unos 5 metros de distancia del coche. Su copiloto José Pascioni, resultó ileso al quedar retenido en su butaca.
Gran cantidad de testigos que presenciaron el accidente no vieron frenar al coche, ni vieron marcas de frenaje sobre la ruta.
Al quedar detenido el auto se acercó mucho público, entre ellos Juan Nicolás Bulacio (jefe de taller de la concesionaria Ford de la Rioja), éste vio que se había salido el perno de la pedalera y que la palanca de cambios estaba en 4ª velocidad. También otro mecánico de Aimogasta de apellido Dellacha, manifestó en reiteradas oportunidades que el coche tenía salido el perno que sostiene la pedalera, y que el mismo carecía de su chaveta.
Lo mismo expresaron numerosos testigos que estuvieron presentes en el accidente.
(Este testimonio está disponible en la página del Museo de Nasif Estéfano)
Había soñado con llegar a la meta y ofrendarle el triunfo a su madre, Elia Chantire. Era su día. Quería hacerlo especial. Ganar la carrera y el título de Turismo Carretera para llegar a la gloria. Estaba preparado. La fiesta iba a ser en su Concepción natal. No pudo ser. El destino no lo quiso. Aquel fatídico 21 de octubre de 1973 los fierros pudieron más que la destreza humana y la máquina salió despedida de una curva en Aimogasta. Su vida se apagó ahí, pero su imagen y su recuerdo se mantienen vivos. Aún, después de 39 años.
El día de su muerte Tucumán se paralizó. Fue justo en el Día de la Madre; la gente no lo quería creer. Estaba todo preparado para rendirle el mayor de los homenajes a quien quería entregarnos el título de campeón. Dejó su vida con el compañero que siempre había soñado: “un auto de carrera”.
El “Turco” fue un piloto multifacético y de estilo depurado, un auténtico virtuoso del volante, este tucumano de Concepción supo acaparar la atención de eruditos y profanos con proezas al mando de máquinas tan diversas es el único Campeón Argentino de Turismo Carretera “pos mortem” en 1973.
Ese año, Nasif fue distinguido con los máximos galardones: el «Olimpia de Plata» (73) otorgado desde el año 1954 por el Circulo de periodista Deportivos y el Premio Revista «El Gráfico» al Piloto del año. La prensa del país siempre elogió sus bondades deportivas y humanas.
HOMENAJES
Nasif Estéfano recibió los más variados tributos luego de su muerte. Una avenida en su ciudad natal de Concepción lleva su nombre, como una escuela y la sala de terapia intensiva del Hospital Regional de la misma localidad, lo mismo que un pasaje en el Barrio Los Pinos de la capital tucumana. También hay calles en La Trinidad y en Salta. El autódromo del parque 9 de Julio fue bautizado con su nombre. Es recordado con sendos monolitos en Aimogasta (La Rioja) y en Pigüé (Buenos Aires), además de la escultura en el acceso a Concepción y en el museo construido por su familia.
Es el único deportista que su nombre figura entre los ilustres tucumanos en el Libro “Biografías Tucumanas” editado por la Legislatura tucumana en el año 2010.
EL MUSEO
Su figura de gran campeón vivirá para siempre en el alma de Concepción. La gente de la «Perla del Sur» revive aún la trascendencia que tuvo Estéfano en el automovilismo nacional e internacional, en el Museo ubicado donde nació. La gente lo recorre y observa fotografías, trofeos, pergaminos, salutaciones, indumentarias deportivas y autos.
«Cuesta mantenerlo; lo hacemos a pulmón», confiesa Ricardo Estéfano, sobrino de Nasif, hijo de Luis, hermano del «Califa».
«Con el ’Turco’ anduvimos juntos unos años. «Llevar el apellido Estéfano es muy fuerte en Tucumán. Para nosotros es una gran satisfacción ver toda la gente que viene a visitar el museo. También es bueno escuchar las distintas anécdotas que nos cuenta la gente que compartió algún momento con Nasif», comenta Ricardo, que oficia de anfitrión y cuenta con orgullo que su hijo de 9 años lleva el nombre de Nasif Moisés, y ya corre en karting.
«Muchos lo recuerdan como el gran piloto que fue, pero mucho más por haber sido un gran ser humano«, añade Ricardo.
El norte argentino tiene un ídolo/ asumiendo caracteres de Adalid,/ nunca estrella en este Norte brilló tanto/ como brilla la muy buena de Nasif. Es el comienzo de otra poesía. Forma parte lo que se puede ver en la visita cada rincón del Museo que reúne los recuerdos de tantos años en el automovilismo.
’PRENDÉ LA RADIO’
Alejandro «Chichí» Molinuevo fue su navegante en varias carreras y compañero de la vida, recuerda en esta anécdota a Nasif.
«Una vez corríamos en la prueba de Acheral a Amaicha del Valle. Era un zonal pero venían los mejores pilotos. Lo hacíamos en un auto estándar y en un momento me dice ’prendé la radio’. Creía que quería escuchar la carrera para ver cómo íbamos y cuando la sintonizo justo estaban anunciando la llegada de los autos. Entonces me dice, ’no, cambiá, poné música’. Así era Nasif».
ERA UN MUCHACHO EXCELENTE
“La noche anterior al accidente, estuve en la última cena de Nasif Estéfano. A la mesa estábamos sentados Héctor Gradassi, el entonces gobernador de La Rioja, Carlos Saúl Menem y otras personas del equipo oficial Ford. Fue la última reunión que tuvimos con el ‘Turco’ y fue normal, tranquila y cordial. Nada hacía prever lo que ocurriría al día siguiente. Él era un muchacho excelente; muy cordial, jamás protestaba y manejaba como los dioses; nunca rompía nada. “Luego de cenar, nos fuimos a dormir temprano. Y a la mañana siguiente, tras desayunar, nos dirigimos a la largada. No hubo nada especial, sólo algunas palabras para la etapa que se venía. Pasó más de una hora y nos llegó la noticia del vuelco de Nasif, que venía liderando la prueba. Inmediatamente nos fuimos a ver. Cuando llegamos al lugar, él ya no estaba. ¿Qué le había pasado?. Mi teoría es que se golpeó mal con la jaula. Me pareció raro su vuelco, en una curva larga, donde no había ningún imprevisto. En el auto tampoco encontramos motivos para lo que le pasó”. “Nos fuimos a Concepción, al sepelio, con todo el dolor del mundo. No lloramos la pérdida de un piloto, sino la de un amigo”
Rememoró Miguel Ángel Devoto, ex presidente de la Comisión de Automovilismo Deportivo de Concesionarios de la marca del óvalo, que nació en Merlo, provincia de Buenos Aires. Fanático de las carreras, casi no se perdió ninguna de aquellas a campo traviesa que el TC disputó. Fue amigo de Juan y Oscar Gálvez y de Juan Manuel Fangio. Y fue una de las últimas personas que vio con vida al ídolo del automovilismo tucumano antes de su trágica muerte en Aimogasta.
Fuente: Libro “100 Ídolos Tucumanos” de Víctor F. Lupo
Capítulo 22 – Página 120
Editorial Corregidor
Octubre 2020.