Tranquilo Capozzo nació en Estados Unidos el 23 de enero de 1918 y, muy chico, llegó a la Argentina para vivir junto a su familia. Se inició en la vida deportiva como ciclista, pero en 1945 en el Club Canottieri Italiani del Tigre, comenzó a participar en las competencias de remo, llegando tres años después a ser semifinalista de los Juegos Olímpicos de Londres 1948, como singlista. En estos Juegos Olímpicos se obtuvieron siete medallas para nuestro país: ATLETISMO (Maratón) – ORO: Delfo Cabrera – BOXEO (51kg) – ORO: Pascual Pérez; (Peso Pesado) – ORO: Rafael Iglesias; YACHTING (Clase 6 metros) – PLATA: E. Sieburger, J. Sieburger, Homs, de la Torre, Rivademar; ATLETISMO (Salto largo) – PLATA: Noemí Simonetto; TIRO (Pistola Veloc.) – PLATA: Carlos Díaz Sáenz Valiente y BOXEO (80kg) – BRONCE: Mauro Cia.
Diez años más grande que el singlista Eduardo “Burro” Guerrero, no estaba muy de acuerdo de formar pareja con él, de quien era rival en las aguas del Canottieri Italiani. Pero ya juntos se convirtieron en “socios de la gloria”, ganando todas las carreras en las que participaron entre los años 1950 y 1952.
Fueron campeones argentinos en 1950 y sudamericanos en la ciudad de Valdivia (Chile) en 1951.
Sin pensarlo Capozzo y Guerrero se convirtieron en los deportistas más recordados de los últimos 50 años, ya que ganaron el 23 de julio de 1952, durante los Juegos Olímpicos de Helsinki (Finlandia), la medalla de oro en la categoría “Doble Scull” o “Doble Par” de remo.
Sin pretenderlo, llegaron a convertirse en una “utopía histórica”, ya que ésta sería la última medalla de oro ganada por Argentina en Juegos Olímpicos.
“Las carreras previas a la final olímpica la ganamos por paliza”, recuerda el “Tano” Capozzo.
En la carrera final largaron en cuarto lugar y con acción sostenida y vigorosa fueron superando a sus rivales y en la mitad del recorrido alcanzaron la punta, para luego aguantar el avance final de los rusos (los mejores del mundo hasta entonces) y ganarles por seis segundos con un tiempo de 7m 32s 2 décimas, ante la algarabía de su entrenador (el policía rosarino Mario Robert) y los gritos del relator José María Muñoz: “Argentina… Argentina… Argentina… campeón olímpico”, quetransmitía para la “Oral Deportiva” de radio Rivadavia, en directo para nuestro país esa carrera junto a Luis Elías Sojit.
El enviado especial del diario “Clarín”, Julio Gandasegui, los calificó de “Héroes” en una nota para ese medio. Luego de este triunfo el “Viejo” Capozzo, como le decía su compañero Guerrero, se retiró de la actividad y se fue a vivir por una década a Bolivia.
Y pasaron medio siglo y muchos Juegos y muchas Olimpíadas y en todo este tiempo fue solo otro remero, el recientemente fallecido Alberto Demiddi, quien más cerca estuvo de lograr la “hazaña”, en los Juegos Olímpicos de Munich 1972, donde siendo el gran favorito para lograr el oro olímpico, ganó la medalla de plata.
El “querible” Tano Capozzo falleció el 14 de mayo de 2003, en la provincia de Córdoba y sus cenizas fueron esparcidas por el Río Luján, lugar que él amaba, el sábado 24 de mayo. “Fue en sí mismo una escuela de vida, un gran ejemplo para los jóvenes” explicó su compañero en el agua y en la vida, Guerrero.
El remo argentino ganó 4 medallas en la historia de los Juegos Olímpicos: bronce en Berlín 1936, oro en Helsinki 1952, bronce en México 1968 y plata en Munich 1972 (estas dos últimas por Demiddi).
Fuente: Libro “Historia Política del Deporte Argentino” (1610-2002) de Víctor Lupo
Ediciones Corregidor 2004
Capítulo XXXVIII – Página 299
Eduardo Guerrero
Nació el 4 de mayo de 1928 en la ciudad de Salto, provincia de Buenos Aires y junto a Tranquilo Capozzo ganó el miércoles 23 de julio de 1952, en los Juegos Olímpicos de Helsinki (Finlandia), la medalla de oro en la categoría “Doble Scull” o “Doble Par” de remo. Esta sería la última medalla de oro ganada por Argentina en unos Juegos Olímpicos.
“Fue un acierto el cambio de que el Tano fuera a la proa y yo a la popa del bote, además del rompeolas que el “Viejo” Capozzo inventó para que el bote surcara mejor los 1.500 metros del revuelto lago de Helsinki”, recuerda Guerrero, mientras acota: “El Tano Capozzo, diez años más grande que yo, había sido semifinalista de single en los Juegos Olímpicos de Londres 1948 y no estaba muy de acuerdo de formar pareja conmigo, porque yo era muy charlatán y él, muy serio, secote. En su vida particular trabajaba como mecánico especializado en cerramientos. Para esto viajaba 4 horas desde puente Alsina y trabajaba durante 9 horas. Con lo que le quedaba de tiempo entrenaba conmigo. Todo un ejemplo de vida”
“Pero ya juntos, representando al Club Canottieri Italiani, fuimos invencibles. Campeones argentinos en 1950, sudamericanos en Valdivia (Chile) en 1951 y medalla de oro en Helsinki 1952”, explica Eduardo.
“Antes de ir a los Juegos, intentamos que Domingo “el Mingo” Pérez (el mejor constructor de la época) nos pudiera construir un bote, porque sabíamos que con un bote suyo ganábamos seguro. Pero en el club no alcanzaba la plata y por consejo del mismo Pérez le hablamos al presidente de un club de San Nicolás que tenía abandonado un bote que había construido. Nos prestaron ese bote y comenzamos a repararlo. Pesaba alrededor de 36 kilos cuando nuestros rivales corrían con botes de 24 kilos”, cuentan a dúo los medallistas de oro argentinos.
Al llegar a Helsinki el bote reparado con tanto esmero se había roto al bajarlo del barco. Y Eduardo Guerrero, con su carácter extrovertido y simpático, logró convencer a sus rivales a vencer, los rusos, para que se apiadasen de ellos y sus mecánicos le reparasen el bote, ya que no tenían ni siquiera herramientas para hacerlo.
Ganaron con facilidad las dos pruebas previas a la gran final olímpica. En la carrera final largaron en cuarto lugar hasta los 500 metros, remando con 44 golpes mientras sus rivales lo hacían en 30, para ahorrar energías. Pero con una acción sostenida y vigorosa fueron superando a sus adversarios y ya en los 800 m. del recorrido alcanzan a los otros competidores tomando la punta a los 1000 m., ya remando en 28 golpes (según el rosarino Robles, especialista que ayudaba a Muñoz en la transmisión para la radio) y aguantando el avance final de los rusos, para ganarles la competencia por seis segundos, con un tiempo de 7m. 32s 2 décimas (a unos tres botes de distancia).
“Al regreso al país nos recibieron Perón y Evita, pero después no pasó nada. Las autoridades del remo ni siquiera nos convocaron para entrenar a los equipos de la especialidad” se queja Guerrero, quien siguió compitiendo para el club de La Marina y luego pasó al Hispano Argentino.
“Yo estaba como para participar en dos olimpíadas más. Andaba muy bien en single. Pero junto a otros deportistas fuimos declarado profesionales por revanchismo político, del cual no teníamos nada que ver. Tenía que cuidarme hasta de pisar una baldosa floja para no ser castigado”, contó con toda su bronca Eduardo Guerrero, en el programa de radio “Por deportes” de VíctorHugo Morales en Radio Continental, al cumplirse 50 años de la última hazañadeportiva argentina.
Guerrero, quien también fue jugador y entrenador de rugby de Deportiva Francesa, realizó como conductor de esta institución, una histórica gira por Europa.
Con más de 70 años siguió entrenándose arriba de su bote fomentado este deporte entre los jóvenes. También construyó el Museo Olímpico Rodante, que contiene material fílmico de la historia olímpica sumado a videos educativos de Ecología y Educación Vial. Guerrero normalmente lo traslada a distintas provincias argentinas para que lo conozcan.
Para un luchador deportivo como él, no hay nada ni nadie que lo detenga en su afán educativo.
En enero del 2003, gracias al apoyo de la Secretaría de Deporte de la Nación, realizó una travesía de más de 1.928 kilómetros, desde la ciudad de Puerto Iguazú, en Misiones, río abajo para remar por más de 30 días, hasta llegar al puerto de Olivos, en Buenos Aires. En cada pueblo que se detenía, dedicaba su tiempo de descanso a conversar con jóvenes que se interesaban por su hazaña olímpica, seguramente contadas por sus abuelos o padres. Guerrero agradeció en forma especial a Daniel Scioli por la ayuda que le dio para hacer este raid, que lo había soñado desde hace varias décadas.
Eduardo Guerrero junto a Noemí Simonetto (integrantes de la Asociación de Atletas Olímpicos) fueron quienes más trabajaron para que saliera el Decreto Presidencial 1008 del año 1991, por el cual se reglamentó la Ley 23.891, de Pensión a los Medallistas Olímpicos. Gracias a su lucha y esta Ley, figuras del deporte argentino o familiares directos de quienes ganaron medallas olímpicas, hoy están cobrando una pensión del Estado, para poder sobrevivir dignamente.
Fuente: Libro “Historia Política del Deporte Argentino” (1610-2002) de Víctor Lupo
Ediciones Corregidor 2004
Capítulo XXXIX – Página 303
Julio 2023.