“El hombre puede desafiar cualquier mudanza si se halla armado de una sólida verdad”. Este concepto acompañó durante toda su vida a Alberto López, un grande del básquetbol nacional que nació y se crió en el barrio de Saavedra. Un joven que siempre estaba con sus amigos de la infancia en Mariano Acha y Manzanares, cuando en aquellos tiempos eso era posible.
Siendo un joven jugador de básquetbol del Club Atlético River Plate, un inolvidable 21 de agosto de 1950 fue seleccionado por el “Maestro” Jorge Canavesi para integrar el equipo nacional que, en la aún más inolvidable noche del 3 de noviembre, lograría el título del mundo, en el estadio Luna Park.
“Lo convoqué porque su cuerpo robusto y su altura elevada para la época (1,92 metros) más su gran técnica, nos servían para alternar con Furlong y Contarbio, los dos pivotes que teníamos para aguantar a los fuertes y saltarines yankis, a los que les ganamos el partido final por 64 a 50”, explicó, Canavesi.
Como se ha dicho en cada semblanza de aquella hazaña deportiva, se hace obligatorio recordar que aquel plantel era integrado por Oscar “Pillín” Furlong, Leopoldo “Pichón” Contarbio, Roberto Viau, Raúl Pérez Várela, Vito Liva, Alberto López, Omar Monza, Juan Carlos Uder, Pedro Bustos, Hugo Del Vecchio, Rubén Menini y Ricardo González. El cuerpo técnico estaba integrado por Jorge Hugo Canavesi, acompañado por Casimiro González Trilla y en la preparación física por Jorge Boreau. Estos fueron acompañados por dos médicos, un laboratorista, un ortopedista, un odontólogo y cuatro kinesiólogos.
Alberto, lamentablemente desaparecido, siempre nos recordaba: “Para aquel torneo se solucionaban todos los problemas de trabajo y licencias. Algunos estudiaban, otros trabajaban en reparticiones oficiales o empresas privadas, se nos facilitó todo para que solo pensemos en la preparación. Con este motivo el Gobierno Nacional había dictado el Decreto Nacional Nº 18.773 del 7 de setiembre de 1950, por el cual se concedió licencia a los deportistas que trabajaban en la administración pública nacional, para la preparación y participación en los torneos internacionales”.
Esta disposición pasó a ser el primer antecedente de la Ley 20.596/74, de “Licencia Deportiva Especial”.
“El básquetbol vivió su época de gloria al mismo tiempo que todo el deporte argentino vivía su época dorada”. Y Alberto López tuvo el privilegio de estar presente en esos tiempos. Subcampeón panamericano en los primeros Juegos de 1951 en Buenos Aires. Cuarto puesto, el mejor de la historia, en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952, jugando por momentos un básquetbol de gran calidad, que le posibilitó al equipo ser invitado especial a la “Tercera semana deportiva internacional” a realizarse en la ciudad de Dortmund, Alemania. Allí, en 1953, el equipo logró ser campeón de las Olimpíadas Universitarias.
Nuevamente Subcampeón con el equipo argentino en los Juegos Panamericanos de México en marzo de 1955, dirigido por Casimiro González Trilla y “Paco” Del Río, luego de empatar el primer puesto y quedar relegado por EE.UU., en un polémico sistema de desempate (un dictamen político, único en el mundo, según la revista Rebote).
Argentina le había ganado a Estados Unidos por 54 a 53 en el estadio de la Ciudad Universitaria. Luego perdió frente a Brasil, llegando a la final del torneo con un triple empate en el primer puesto.
Los norteamericanos, que se habían quedado con la sangre en el ojo por la derrota, reforzados por dos jugadores de la Liga Universitaria invitaron a Argentina a jugar en la ciudad de Juárez (Texas), para tomarse la revancha. Pero nuevamente la selección nacional ya sin “Pillín” Furlong, que había viajado a jugar en Estados Unidos, y con Alberto López como la gran figura del equipo, acompañado de Viau, Uder, González, Peralta, el santiagueño Cisneros, Barea, Edgar Parizzia, Lezcano, Felipe “Yuco” Fernández, Pagliari y Lubnicki, vencieron a los estadounidenses, por primera vez en su propia tierra.
En 1956, es uno de los cientos de deportistas suspendidos por 99 años, durante “el genocidio deportivo” de la Revolución Libertadora que les aplica el “tristemente recordado” Decreto Nº 4161, por el infame delito de dedicar sus triunfos al “tirano prófugo”.
López, un verdadero referente del básquetbol nacional, fue un riverplatense de ley, primero como jugador desde infantiles en 1940, luego como entrenador, después dirigente y en la época de la presidencia de Hugo Santilli como Gerente General del Club.
Ya como técnico de la Selección Nacional logró ser Campeón Sudamericano en el torneo disputado en 1966 en la provincia de Mendoza.
En la década de los 70 fue funcionario público, con el cargo de Director de Deportes de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires.
Seguramente Alberto López, un hombre serio, responsable y muy amable con sus compañeros y allegados, que a causa de un paro cardíaco el sábado22 de marzo de 2003, a los 76 años, se alejó definitivamente de este mundo para encontrarse con su amigo y compañero de tantos triunfos y frustraciones deportivas y políticas, “Pichón” Contarbio.
Fuente: Libro “100 Ídolos Porteños” de Horacio del Prado y Víctor Lupo
Editorial Corregidor
Página 103
19 marzo de 2020.