VALORES DE SELECCIÓN – A UN AÑO DE LA COPA DEL MUNDOVALORES DE SELECCIÓN –

Dic 19, 2023 | Opinión, Últimas Noticias

Por Matías Terzaga *

Desde un enfoque holístico, cuando hablamos de soberanía nacional, es decir, desde la consideración de la soberanía como un todo, incluímos también el arte, la cultura, la economía, la educación, y por supuesto también el deporte. Somos futboleros en Argentina, y eso aquí no está circunscrito solamente al juego, involucra muchísimos más elementos y eso complejiza el tema de manera bella y diferencial.

Lo que sucedió hace un año en el Mundial de Qatar 2022 con la escuadra nacional de fútbol ha sido la manifestación más acabada de nuestra cultura popular más profunda y genuina, respaldada por la conmoción de millones de personas en las calles de todo el país. Toda esa manifestación dió vueltas al mundo, no sólo por la magnitud del objetivo deportivo conquistado y por ser la Argentina potencia mundial en el rubro, sino por las formas, tan propias nuestras, y que han despertado la admiración de millones de personas alrededor del planeta.

La Copa del Mundo quedó en Argentina y en el recorrido de la consagración ganó también nuestra cultura popular: la reunión de los jugadores alrededor del mate y el truco; la familia argentina y esa forma de vivir tan nuestra; las abuelas; los rezos; la señal de la cruz; la mirada al cielo agradeciendo a los que ya no están, pero están; el agua bendita en el vestuario; las promesas; la Virgen y Jesús en los tatuajes de muchos jugadores; el “gracias a Dios”; el aliento y el acompañamiento masivo; la memoria de nuestros héroes de Malvinas, y el Diego que jugó su partido desde la tribuna más alta. 

Recuerdo las palabras de nuestro jugador insignia, genio y figura, Lionel, recién convertido en campeón del mundo: “Esta Copa que conseguimos es también de todos los que no la lograron en los anteriores Mundiales, también es del Diego, que nos alentó desde el cielo”. Nuestro capitán incorpora a los anteriores como parte del logro y baja la mística del cielo, a puro liderazgo y conducción. 

“No traten de entenderlo. ARGENTINA, con lo bueno y con lo malo, te amo” puso Messi en un tweet, ya en Argentina y durante los festejos. Messi es argentino y nada de lo argentino, con su virtud en potencia o su contradicción manifiesta, le es ajeno. Y entiende a la perfección que juntos y detrás de un objetivo somos imparables. Ese fue el primer valor que transmitió la Selección en todo su desempeño: el todo es superior a las partes, el conjunto está por encima de las individualidades, la confluencia de todas las parcialidades para conservar la originalidad superior; un equipo, un poliedro.

Religiosidad popular

Luego de la conquista de la Copa del Mundo Qatar 2022 por la Selección Argentina de fútbol, el nuevo Manto de la imagen de Nuestra Señora de Luján incluye en su bordado tres estrellas doradas como un reconocimiento a la victoria obtenida, de esta manera, se une el factor cristiano con la religiosidad popular. Desde la Basílica dijeron que trabajan mucho el concepto de religiosidad popular, y este acontecimiento (el Mundial de Fútbol) generó un gran impacto en la sociedad. Luego señalaron que buscaron destacar “los valores que transmitió el equipo de fútbol como la unidad, el esfuerzo, el trabajo y la valentía”, y no “la coronación por sí sola”. ¿Lo ven? Eso somos. 

Le preguntaron a Messi luego de la obtención del título del mundo porqué jugaba como jugaba, a lo que el tipo respondió: “Al don lo recibí, Dios me hizo así”. ¡Qué maravilla! ”Sabía que Dios me iba a regalar esto”, concluyó el astro.Y hablando de identidad y cultura, en nuestro continente Americano residen más de 637 millones de personas que afirman profesar la religión católica, casi la mitad del total de creyentes de esta fe en todo el planeta. En ese sentido, nada más parecido a nuestro pueblo que los jugadores de la selección.    

¿Y por qué vimos tanta religiosidad en nuestros jugadores siendo una generación nacida bajo el plafón de la posmodernidad, el individualismo, la tecnología y la dispersión identitaria? 

Esto tiene una explicación natural:  Porque los jugadores de la selección nacional salieron de clubes humildes del interior y provienen de familias del pueblo llano, donde se vive con ternura y esperanza lo religioso y lo colectivo, y eso es mucho más fuerte que cualquier planteo abstracto para vivir. ¿Acaso no hemos sentido todos alguna vez la paz que en nuestro interior habita cuando una viejita del barrio o nuestra abuela nos besa la frente y nos dice “Dios lo bendiga, hijo”?

El ejemplo de un equipo unido y solidario, que va a la velocidad del último para contenerlo, la religiosidad, la fe, el amor familiar, la humildad y tantos otros valores que fueron transmitidos de manera natural por nuestros jugadores, encuentran su abrevadero en la familia y en el club del barrio como primeros grupos de referencia para todos ellos.

Los campeones del mundo dieron sus primeros pasos con la pelota en los siguientes clubes de barrio: El Dibu Martínez: en General Urquiza (Mar del Plata); Gonzalo Montiel: El Tala (González Catán); Nahuel Molina: Club Náutico Fitz Simón (Embalse); Cristian Romero: Club San Lorenzo (Córdoba); Nicolás Otamendi: Club Barrio Nuevo (Villa Devoto); Rodrigo de Paul: Club Deportivo Belgrano (Sarandí); Enzo Fernández: La Recova (Villa Lynch); Lionel Messi: Club Abanderado Grandoli (Rosario); Paulo Dybala: Sportivo Laguna Larga (Laguna Larga); Julián Álvarez: Club Calchín (Calchín); Ángel Di María: El Torito (Rosario), entre otros. Esos clubes de barrio y de pueblos de casi todas nuestras provincias fueron los que contuvieron a nuestras prematuras estrellas, allí les enseñaron valores humanos simples y también el A B C del fútbol, previo a que sus condiciones de excepción los depositan en clubes más grandes de las capitales provinciales para seguir dando los saltos respectivos que los depositaron en el firmamento como estrellas de este deporte tan maravilloso.

Messi es la opción familiar argentina 

En el palco de los estadios estaban los hijos, su bella esposa Antonela que, como la Claudia del Diego, fue su novia de la juventud; la madre, los amigos, los padres, primos, hermanos, sobrinos y cuñados. Es la imágen que más vemos de él por fuera de la cancha, la familiar. En ese sentido no tiene muchas diferencias con Maradona, ya que siempre estaban con el Diego sus hijas, hermanos, Doña Tota y Don Diego al que, sin embargo, se le sumaban los amigos del campeón y los vivos de siempre. Pero el Diego vivió invocando y haciendo un culto a sus viejos y a sus hijas, allí radica la reivindicación familiar. Aunque hay profundas diferencias entre ambos genios, y es natural que así sea, las semejanzas están allí también porque son ambos argentinos de barrio. Y voy a arriesgar una afirmación: probablemente no hubiera existido un Messi si no hubiera nacido antes un Maradona, futbolísticamente hablando. Es el ADN del potrero, la reencarnación cultural, porque la inspiración es la pulsión para cumplir sueños imposibles, y Messi jugaba de niño y la llevaba atada al pie queriendo ser Maradona. Y lo logró, para transformarse en uno de los dos mejores jugadores de toda la historia. El orden no interesa si ambos son nuestros, las comparaciones de uno en reemplazo del otro se la dejamos a los giles.

La rebeldía argentina

Durante el Mundial de Qatar, y más precisamente enfrentando a los Países Bajos, Messi supo romper la barrera de cierta prolijidad burguesa para ser auténtico y materializarse en algo así como una “venganza poética” frente a los supuestos “civilizados” de occidente que imponen al resto el inventario de los buenos modales a la hora de competir, otra vez “la civilización y la barbarie”como la principal de las zonceras argentinas. Vengador poético como lo fue el Diego contra los ingleses en el ´86. Al respecto, es hora de que los goles de Maradona frente a los ingleses en 1986 empiecen a ser considerados como un hito histórico en los procesos de descolonización, porque así es visto por millones de personas de países periféricos que han sufrido la colonización británica, esto explica, por caso, el fanatismo en Bangladesh por Argentina.

Maradona antes y Messi después, nos llevaron a la gloria y expresaron nuestro más genuino modelo cultural en México ´86 y Qatar 2022, respectivamente. Y una vez más, Argentina se coronó campeona del mundo siendo pueblo, con talento, liderazgo y rebeldía, y eso fue lo más bello que han visto nuestros ojos y han sentido nuestros corazones desde hace tiempo. Y es lo que explica a más de 5 millones de personas en las calles festejando, sin un sólo detenido ni una sola riña, porque cuando el pueblo es convocado con alegría y sentido nacional detrás del sueño alcanzado y de realizaciones colectivas, el pueblo mismo se autorregula en la masividad y se pone a disposición de la causa. Más perfecto este mundial no se consigue. 

Decía nuestro DT Scaloni en conferencia mundialista: “Ellos juegan para la gente, juegan para sus familias”. Eso explica todo.

Y menos mal que ganó el “desborde argentino”, que es una forma diferente y muy particular nuestra de encontrar otros sentidos a la existencia, a la vida misma, a las emociones, a la hermandad, a lo nacional, eso que nos distingue de la mayoría de las sociedades del mundo y que nos permitió por un rato dejar de preocuparnos por la dureza de lo cotidiano y jugarnos por lo sensible y lo colectivo, lo que decididamente nos hace estar vivos y nos eleva como comunidad y nos funde en un abrazo. Que Argentina ganara su tercera Copa Mundial no fue solo el relato de una meta deportiva alcanzada, sino la historia de una pasión que encarna en una cultura popular muy particular.

D10S

Sabemos que aquella actuación maravillosa del Diego en México ´86 no fue sólo un hecho deportivo: fue un gigantesco acontecimiento político, social y cultural. Ese día, el 22 de junio de 1986 en el partido contra los ingleses, marca uno de los nacimientos de Argentina en el mundo, acto seguido de 1982 y la guerra de Malvinas. Pero a partir de aquellas genialidades de Maradona, nuestro nombre pasó a ser parte del acervo cultural mundial: Argentina igual a Maradona, arriba de un elefante en Asia o en el subte de NY. Y a partir de allí Maradona se transformó en un pasaporte en cada frontera, en una amistad en cualquier país del mundo, en una cama que no falta si uno tiene puesta la casaca del 10. Argentina, la tierra del hombrecito que derrotó a los grandes amos coloniales; la nación del hombre que les mostró a los inventores del fútbol cómo se juega a la pelota; el siempre marginado, que un día, irreverente y rebelde, vence al poder. Y lo hizo con el mejor gol en la historia de los mundiales y también con un gol pirata, con la mano, pero no cualquier mano, la mano de Dios.

Si nuestra sociedad desea preservar su identidad en la etapa globalista que se avecina y se impone, deberá conformar y consolidar una arraigada cultura nacional. Sin cultura nacional, sin conciencia nacional, sin identidad colectiva propia, penetran los restantes dispositivos de sujeción colonial en lo normativo, en lo jurídico, en lo político y en lo económico, para despojarnos de lo que nos pertenece y consolidar una conciencia falsa de lo que verdaderamente somos y que nos lleva a una manía de la imitación y a una sobrevaloración de los modelos importados. Romper con esa manía extranjerizada no implica cerrarse a las manifestaciones culturales extranjeras, pero, al menos, no tomarlas en virtud de la denigración de las propias. Podemos ser universales, pero primero hay que ser nacionales, y es bueno ser distintos, pero lo más importante es ser iguales. La cultura es tal si es creación propia, fuente de las manifestaciones que emanan de la comunidad nacional para emerger como expresión de la personalidad de los pueblos. La Selección nacional no sólo nos trajo la Copa del Mundo como exclusivo logro deportivo, sino que ganó también una batalla cultural que a veces avanza y se fortalece y muchas otras veces se debilita y retrocede; una dinámica típica en un país periférico y semicolonial como el nuestro. Los agradecimientos a Dios y a sus familias, la humildad, el amor a la Argentina. Sencillo, profundo, pueblo. Ese amor y esos valores merecen ser difundidos, porque son la expresión más genuina de nuestra cultura popular.

Somos campeones del mundo, y no sólo en fútbol, sólo nos falta creer y confiar, decidir y pretender.

* Gustavo Matías Terzaga

Pte. de la Comisión de Desarrollo Cultural e Histórico “Arturo Jauretche”.

Fuente: Diario Puntal de Río Cuarto

Diciembre 2023.

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