Tucumán: “Sin ayuda del Estado, los clubes morirán”

Abr 6, 2015 | Región VI

 

06042015Pichi

SU SEGUNDO HOGAR. Alfredo Cozzitorti le dedica muchas horas a Tucumán de Gimnasia, uno de los clubes tradicionales de la provincia.

Gustavo Rodríguez/grodriguez@lagaceta.com.ar

“Pichi” es conocido por su actividad dirigencial. Tucumán de Gimnasia es su segunda casa y allí vuelca su pasión por los deportes

“Siempre me interesó más ser dirigente que deportista”, confiesaAlfredo Cozzitorti, directivo de Tucumán de Gimnasia. “Cuando tenía 11 años, con un grupo de amigos, fundamos Sargento Cabral, un equipo de barrio de fútbol que usaba la camiseta de Independiente. Estoy seguro que ahí comenzó todo”, cuenta “Pichi”, como es conocido en el ambiente.

La historia de este directivo del vóley es, como mínimo, extraña. Nacido en Buenos Aires, se instaló en la provincia en 1960, junto a su familia. “El hermano de mi mamá, que era tucumana, me hizo socio de Tucumán de Gimnasia y nunca más me fui”, recuerda con nostalgia, a pesar de que aún sigue siendo dirigente de la entidad. En la sede del club que está ubicado en Córdoba 1.180, Cozzitorti descubrió el mundo del deporte. Allí conoció el voley, el básquet, el waterpolo, la natación, la lucha grecorromana, la esgrima, entre otras disciplinas. También se topó con directivos de la talla de Durzo, Bertini, Ibáñez Parody y Manolo Hernández, por solo mencionar algunos. “Eran otros tiempos. Vivíamos metidos en el club practicando deportes. De allí surgieron los astros de todos los tiempos”, explica “Pichi” en la charla con LG Deportiva.

– ¿Tan importante fueron?

– Me parece que el deporte tucumano ingresó en una crisis cuando la vida social de los clubes de barrio comenzó a desaparecer.

– ¿Por qué?

– Abrían sus puertas a las 9 de la mañana y no cerraban antes de las 24. Allí practicábamos todo tipo de disciplinas, presumíamos, nos poníamos de novio y hasta nos casábamos. Estaban Avellaneda Central, Tucumán de Gimnasia, Redes, All Boys, Estudiantes y Belgrano. Todos tenían una vida social muy grande. Las cantinas de los clubes recibían gente todos los días como si fueran un restaurante de primer nivel y con los bailes de carnaval se juntaba dinero para todo el año. Las finales de los torneos de básquet y de voley se jugaban a estadio lleno. Si uno no se apuraba en comprar las entradas de manera anticipada, se quedaba afuera. Todo eso se perdió. En esos tiempos los tucumanos eran hinchas del deporte y no de un equipo en particular. Por ejemplo, a pesar de que siempre seguía a San Martín, pagaba la entrada para ir a verlo a Atlético en los viejos nacionales. Y eso pasaba en la mayoría de las disciplinas. Ahora es imposible pensar que suceda algo así y ese fanatismo estúpido pone en jaque a los clubes. El “Bambino” Veira siempre cuenta que él le hacía goles a Huracán vistiendo la camiseta de San Lorenzo y a la noche jugaba a la villa en la sede social del “globito”.

“Pichi” Cozzitorti es conocido por ser dirigente de voley. Sin embargo, pocos saben que fue un atleta importante de nuestro medio. Logró varios títulos en la prueba de 100 y 200 metros, aunque también se lo pudo ver practicando diferentes actividades que Tucumán de Gimnasia ofrecía en su menú. “Sigo todos los deportes que puedo, pero es el rugby al que me le saco el sombrero”, recalca en la charla.

– ¿Por qué?

– Le siento una sana envidia. Ellos lograron lo imposible. En los 60 era un deporte que solo se practicaba en el Departamento de Educación Física. Hoy todos los clubes de la Unión tienen sedes más o menos importantes y no dejan de crecer.

¿Qué hizo el rugby que no hicieron otros deportes?

– Básicamente, dos cosas: tienen objetivos muy claros y además las personas que lo practican y lo practicaron manejan un espíritu de pertenencia muy fuerte, algo que no ocurre con los otros deportes.

– ¿Cómo cuáles?

– El vóley. El jugador no defiende con orgullo el deporte que practica. Es más, después de entrenar se vuelven rápido a sus casas, a lo sumo dos o tres se quedan en el club haciendo vida social.

 Pero el voley fue uno de los pocos deportes que llegó a participar en lo más alto a nivel nacional…

– En el caso de Tucumán de Gimnasia fue un error haber participado en la Liga. Y me hago cargo de lo que digo porque fui el responsable de meter al club en ese certamen. No logró generar nada en materia deportiva, antes, durante y después de la competencia. Lo único positivo fue que haber participado desató una crisis en el club y por ella se acercaron muchas personas para ayudar a salvarlo.

 ¿No hay manera de volver a contar con un equipo en la Liga?

– Hoy es imposible hablar de formar un equipo para participar en una Liga. Y ojo que no solo se trata de tener apoyo privado y estatal. Si Atlético y San Martín tienen problemas para traer jugadores a Tucumán, imaginen el voley.

Cozzitorti, además del deporte, tiene otra pasión: sentarse a tomar un café con toda persona que esté dispuesta a generar una charla constructiva. A sus 70 años no se cansa de aprender o de dar consejos para todos aquellos que lo necesiten. En cada una de las conversaciones él saca sus conclusiones o la información necesaria para dar un paso en el futuro. También cuenta su experiencia y no deja de pasar por alto su amor por San Lorenzo. Para él es tan importante recabar datos que, de entrevistado, en varios momentos pasó a ser el entrevistador. “Aquí hay un problema social que nadie quiere ver: hacen falta dirigentes. Hombres que piensen por la comunidad, por el beneficio de los ciudadanos de los barrios. Esa clase de personas desaparecieron”, comenta con tono firme.

– ¿Cree que la Dictadura le hizo daño al deporte?

– Le hizo mucho daño. No solo hicieron desaparecer una importante cantidad de jóvenes que eran referentes y que podrían haber sido dirigentes en estos tiempos, sino que también quisieron ordenar algunas cosas y terminaron destruyendo otras.

– ¿Cuáles?

– Quién se puede olvidar de los intercolegiales o los interuniversidades. Eran grandes competencias que se hacían anualmente y que convocaban a miles de deportistas y espectadores. Los ganadores se clasificaban a las instancias nacionales, por lo que la competencia era mucho más importante. A muchos les sirvió de fogueo porque jugaban contra los mejores.

– ¿Y en tiempos de democracia?

– Todo se hace a pulmón. Si el Estado no interviene dándole un empujón, los clubes terminarán desapareciendo. Y eso que desde la presidenta, pasando por el gobernador, legisladores, intendentes y concejales dicen que este tipo de entidades son fundamentales para la sociedad. Pero no hacen absolutamente nada para ayudar. Ni siquiera se acuerdan de lo que ocurre en La Costanera, que está a 20 cuadras de la plaza Independencia.

– ¿Sigue tomando café con otros directivos?

– Siempre trato de aprender de otros dirigentes. Lo hice con Ibáñez Parody que ya falleció, y lo hago con Horacio Muratore, Andrés Chavanne y Fernando Bach. Cada vez que me siento con ellos a tomar un café le saco jugo a cada charla.

– ¿Qué conclusiones saca en esas charlas?

– Escucho sus vivencias en determinadas situaciones. Además, ellos tienen en claro que no sólo hay que pensar en el partido de esta noche.

– ¿En qué se diferencian a los otros dirigentes históricos de la provincia?

– Son tiempos diferentes. En los 70, los hermanos Gómez Omil pintaban la pista de atletismo los sábados por la tarde para que se pudiera competir. El domingo, a las 7, ya estaban organizando todo y cuando finalizaban las pruebas salían corriendo a los medios de comunicación para entregar los resultados. Muratore e Ibáñez Parody llegaron lejos porque son buenos profesionales y grandes conocedores del deporte. Esas virtudes les abrieron las puertas, ya que sus disciplinas no ocupan lugares importantes a nivel nacional.

– ¿Conversa con los directivos de otros clubes de barrio?

– Hablamos y lamentamos al darnos cuenta que muchos de los grandes dirigentes que nos precedieron tuvieron un defecto: no apostaron al futuro, como lo hizo el rugby.

Cozzitorti habla con el peso de la experiencia. Más de la mitad de su vida la dedicó a la dirigencia. Separado hace 15 años y padre de Paola, Carolina y Fabricio y abuelo de ocho nietos, sabe lo que es haber sufrido con su Tucumán de Gimnasia. Un incendio primero y un tornado después, pusieron en jaque a esta entidad de 80 años de vida. “Nuestro caso es especial. Cada vez que nos enfrentamos a una crisis, aparecen personas para sumarse, colaborar y brindar su consejo. Por eso seguimos sobreviviendo”, destaca “Pichi”.

– ¿Por qué se llegó a esta situación?

– Los tiempos cambiaron considerablemente. No solo la televisión y la play están matando a los clubes. No tengo dudas de que el poder adquisitivo de la gente no es el mismo que otros años y se priorizan otras cosas en lugar de la cuota social. Además, el dirigente de un club amateurs es un bohemio. Actualmente es imposible mantener un institución con dos empleados. Te matan los gastos fijos. Tucumán de Gimnasia tiene la suerte que es usado por escuelas, el PAMI y otras instituciones que le permite tener actividades desde las 9 hasta las 2 del día siguiente. Pero no con todos ocurre lo mismo.

– ¿Observa una solución a esta situación?

– Llevo a mi nieto a la cancha de San Martín y me da pena descubrir que hay un baño y eso que hay socios que están ayudando. Sin la colaboración del Estado los clubes se morirán. El deporte necesita de una política agresiva. Tucumán no puede dejar de tener un estadio único, una pista de atletismo y un autódromo.

 ¿Y si no se los ayuda en el corto tiempo?

– La mayoría de los clubes estarán condenados a morir.

Fuente: La Gaceta de Tucumán

Domingo 05 de Abril de 2015

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