Cerca de la Quebrada de Lules, en el barrio Del Carmen, allí nació y se crió José Delfín Madozzo, el eterno boxeador tucumano. San Isidro Lules lo vio “hacer sus primeros guantes”, escapándose cuando lo mandaban a comprar el pan. Llevaba una bolsita y la libreta, buscaba el pan francés y alguna vez medialunas. Siempre se demoraba. Es que mientras tanto aprovechaba para subirse al ring y comenzar a formar su gran carrera en el patio de esa panadería.
Nació en la navidad de 1909. Sí, exactamente el 25 de diciembre de 1909. Hombre guapo para todo. Hijo de Doña Teresa Riquelme y Don Giuseppe Francisco Madozzo, un italiano exiliado que encontró su amor y su lugar en Lules. Familia numerosa. Fueron 7 hermanos. José, el mayor. Los otros: Roque, Luis; y las mujeres, Antonia, Alcira, Clotilde y Lidia.
Cursó desde la educación primaria en el colegio San Francisco, donde estuvo interno durante todo su aprendizaje. Alguna vez practicó fútbol, jugó a la pelota, pero nunca fue su fuerte.
En 1922, José se alejaba de los bulliciosos recreos del Colegio San Francisco para sentarse a leer una y otra vez las páginas de la revista “Boxín”, que llegaba desde Buenos Aires, contando las “hazañas” de los ídolos del boxeo argentino. Y el pequeño estudiante soñaba a escondidas con ser Luis Ángel Firpo (el Toro Salvaje de las Pampas), Pedro Quartucci (bronce olímpico en 1924), Luis Rayo o Julio Mocoroa (el buldog de La Plata) un liviano que perdió el título argentino a manos del gran Justo Suárez.
Cuando su padre descubrió la revista, le dio un gran reto pero lo que él no descubrió hasta muy tarde, que en el fondo de esa panadería de Lules había un ring y guantes para usarlo. Allí hacían guantes Celso Manzano, Melitón Villagrán y José Manzano, otros grandes boxeadores tucumanos de la época.
José Delfín Madozzo rápidamente aprendió el arte del boxeo y fue dueño de unas manos mágicas, duras y rápidas. Su debut en un ring se produce en 1927 en un festival público que organiza Antonio Ballester en el Cine Majestic ganando por puntos. A partir de allí pasa a integrar el equipo de Ballester, que tenía su Academia en la calle 24 de Septiembre 266.
En 1929 realiza una hazaña sin precedente ganando 2 títulos en la misma noche. Le gana a Néstor Romano por puntos a tres round y es el nuevo campeón “mosca” y después también por puntos a Crisanto Corbalán, para ceñirse la corona de los “gallos”
Tras cumplir una brillante campaña en los rings de la provincia se adjudica el campeonato de peso “mosca” e integra la selección provincial que viaja al Torneo Argentino Amateur en Buenos Aires, cuyo delegado y manager era Ramón V. Doz.
El 7 de mayo de 1931 se convierte en una fecha histórica para este deporte en Tucumán. Porque este chico nacido en Lules, se convierte en el primer tucumano campeón argentino amateur al vencer al cordobés Rodolfo Godoy. Primó su habilidad y destreza ante mejor punch del cordobés, venciéndolo en forma categórica. Antes de la final le había ganado al boxeador Zapala. En la pelea siguiente el otro boxeador tucumano; Ramón Barros Sosa, conquistaba la corona de los gallos.
Este título lo perdió en octubre de 1932 en el “Cicles Boxing Club” frente a Manuel Mamondi. Pero ese mismo año logro su revancha venciéndolo por puntos.
“Fue boxeador, un gran campeón y un mejor descubridor y formador de boxeadores. Un enorme maestro”. Así lo describen al luleño que en 1966 se instaló en Villa Alem para engrandecer al barrio del sur capitalino.
Instaló un ring en el fondo de su casa en Avenida Independencia primera cuadra y ¡Hasta sus hijas ensayaron boxeo! Era un obsesionado con el deporte de los puños, un detallista.
Junto a Vidal Levin hicieron una dupla hacedores de boxeadores como: Cirilo Pausa y el “Pelusa” Muñoz.
Y José Delfín, al igual que su padre formó una familia numerosa también. Se casó 3 veces, enviudó en 2 oportunidades. Tuvo 5 hijos. Blanca fue su primera dama, con quién tuvo a Luisa Blanca y Josefa Leonor. Luego Amanda fue su esposa. De ese amor nació el niño José Delfín. Benjamina fue su tercera señora, y nacieron Dolores Leonor y María Isabel. Son 9 nietos en total los que hoy recuerdan al abuelo José Delfín Madozzo mientras escuchan sus historias y anécdotas.
El boxeo vio su esplendor, cuando Villa Luján era su fortín. También fue masajista de los planteles de fútbol de Central Norte y Central Córdoba. Hasta, con su humildad, oficiaba de masajista en el barrio, con los vecinos. Una buena persona, muy recordada.
Siempre estuvo vinculado al boxeo, siempre. Tal es así que hasta el día de su muerte (9 de octubre de 1983) brindó sus amplios conocimientos y enseñó box en cualquier ring de un club de barrio.
Un ejemplo a imitar.
Cuando la multitud lo confundió con su hermano
“Había mucha gente y confusión en la estación del ferrocarril, al regresar yo de Buenos Aires como nuevo campeón argentino junto a Barrios Sosa y otros de la delegación tucumana. Apenas asome a la escalerilla del vagón la gente se abalanzó entre abrazos, sollozos, besos y lágrimas, expresivas demostraciones de cariño sin duda. De pronto la masa bulliciosa desaparece vivando al campeón y llevándolo en andas´. La barra proseguía alegremente conduciendo ya por la calle al campeón que no era yo precisamente. Claro, a quien llevaban en andas era a mi hermano Luis que había ido a esperarme. Luis desesperadamente trataba de explicar la situación a los enfervorizados simpatizantes quienes al advertir el grueso error prácticamente lo dejaron caer desde arriba quedando bastante maltrecho el confundido ídolo”. (Contado por el propio Madozzo en “Anécdotas y Recuerdos del deporte tucumano” escrito por René Cárdenas).
Fuente: Libro “100 Ídolos Tucumanos” de Víctor F. Lupo
Editorial Corregidor
Capítulo 2 – Página 26
19 diciembre de 2015