Un equipo con jugadores que opinan diferente sobre temas en común. Sospechados y señalados de bajar entrenadores. Un recambio que no se comenzó a gestar con el tiempo necesario. Allá hace un tiempo atrás, cuando lo urgente tapó lo importante. Esa es la herencia que le quedó al Huevo Hourcade en Los Pumas. Estos factores hacen que el equipo pierda credibilidad. Mucho hablaron y poco jugaron. El año fue terrible en cuanto a resultados (un sólo triunfo frente a Georgia) y sin embargo no hay respuestas desde dentro del campo. Da la impresión que juegan con la suficiencia del campeón del mundo. Sin siquiera un mínimo intento de sacar a relucir ese plus del cual en algún momento se vanagloriaron. Esta crisis política (en la política tradicional crisis significa cambio) es el derivado de una serie de desatinos que profundizan la complejidad de la búsqueda entre las nuevas generaciones. Se les permitió la opinión, pero desde adentro de la cancha creyeron que podían tomar decisiones. El daño ya está hecho y la cuesta parece ser mucho más empinada de lo que muchos pensaron.
* Periodista Diario El Tribuno – Tucumán