Reivindicar el rol social de los clubes.
Siempre cuando suceden hechos lamentables, los clubes están ahí bien
presentes colaborando y siendo importantes para la sociedad.
En momentos de dolor la solidaridad transforma estados de ánimo. A muchos
los lleva a agruparse, a querer ayudar, a interesarse un poco más por el otro.
Los clubes argentinos, siempre maltratados últimamente, algunos carentes de
recursos para sostenerse como instituciones fundantes de nuestra historia,
aparecen determinantes para aumentar la organización en estos contextos.
Inmediatamente se prestan a la tarea solidaria. Lo vimos la pasada semana
en nuestra ciudad, desde Rosario Central, Newell´s hasta clubes de barrios,
todos juntos pendientes de dar ayuda. La identidad de los colores también
lleva a diferentes personas a donar su tiempo. Mediante la bandera, sus
socios, dirigentes y simpatizantes participan activamente en la sociedad. Lo
veíamos también hace algunos meses en la inundación en La Plata. Todo el
fútbol argentino se volcó a ayudar. Mediante el sello de los clubes, varias
personas pudieron participar en entrega de colchones, comida y ayuda. Los
clubes siguen siendo una gran fuerza institucional para pensar en una sociedad
mejor.
La conocida historia del surgimiento de los clubes en Argentina, exhibe que
desde el comienzo de nuestra historia moderna estuvieron activos. Legado de
las inmigraciones en nuestro país, fueron las primeras instituciones que
permitieron aunar esperanzas, amigos y objetivos en común.
En cada golpe duro, nos damos cuenta de su importancia. En cada barrio, en
cada pueblo siempre hay un club representando las energías de muchos. Justo
en tiempos donde el modelo y la palabra club volvió a tomar una dimensión
que parecía caduca. La década del 90 potenció una perspectiva neoliberal sobre
estas entidades. Algunas se transformaron en empresas, otras conservan su
nombre pero no el espíritu. Algunos tratan de sacar provecho de su poder en
un club. Lo tratan como si fuera su empresa, lo despojan del alma social, acallan
a sus socios, maltratan su identidad. ¿Qué hubiera pasado si todos los clubes
de Argentina hubieran seguido ese camino? ¿Qué pasaría si los “presidentes-dueño
de empresa” de nuestros clubes ganan la batalla y terminan desalojando al socio
de su entidad? Seguramente el club como entidad abandonaría su rol social. En
muchos países, los socios y simpatizantes ya no sienten lo mismo. Sus
instituciones fueron vendidas a jeques árabes o compradas por propietarias
de grandes firmas. Actuar como un colectivo representando a esas instituciones,
parece caminar por veredas opuestas.
“¿Por qué un club que no tiene un propósito de lucro, cuyos dirigentes hacen un
trabajo voluntario, solidario, asociativo, no puede ayudar al Estado?”, sostiene
Javier Cantero, presidente de Independiente que intenta aislarse del pensamiento
presente sobre los dirigentes en el fútbol.
Entre muchas lecciones que estamos aprendiendo por estos días, la del valor social
de nuestros clubes se suma a las buenas causas. Entender su relevancia en la
sociedad actual es un pilar comunitario que no debemos olvidar.
Fuente: Matías Manna – Rosario3 – AREDA
15 agosto de 2013