VÍCTOR LUPO, BERARDI Y EL DEPORTE
Invité a Víctor Lupo a ser parte de esta biografía porque es sin lugar a dudas un referente insoslayable para el deporte argentino. Nacido un 12 de abril de 1950 en la ciudad de San Miguel de Tucumán, desde hace más de 30 años Víctor ha venido desarrollando numerosos emprendimientos y ocupado cargos de envergadura en la actividad deportiva tanto en el ámbito nacional como porteño. Entre 1989 y 1992 se desempeñó como Subsecretario de Deportes de la Nación, y fue también dos veces Director de Deportes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires (1995-1996 / 2006/2007). En cada lugar que ocupó, Lupo ha contribuido como ningún otro a promover el deporte de nuestro país y ser el artífice de muchos atletas que, sin su labor tan profesional como apasionada, jamás habrían podido alcanzar lugares de privilegio en el escenario nacional e internacional. A él le debemos la reglamentación de la Ley del Deporte sancionada en 1974. Apenas tres años de gestión durante los cuales estuvo al mando de la Subsecretaría de Deportes, le bastaron para poner en funciones el CONADE (Consejo Nacional del Deporte), materializando así un demorado proyecto que en los años venideros y hasta el presente habrían de dar sobrados frutos. Fundador también de la revista Mundo Amateur, y autor de cuatro libros sobre esta temática, Lupo es uno de los dirigentes del Movimiento Social del Deporte, y brega hoy nuevamente por la modificación y actualización de la Ley vigente: “Creo que es necesario renovarla y adaptarla a los tiempos que corren. Más de 40 años desde su sanción (sin cumplirla en la mayoría de esos años) han sido suficientes para alejarla de los objetivos que debe perseguir una norma deportiva para convertirse en un instrumento legal verdaderamente participativo, democrático y federal” De filiación y vocación decididamente peronista -comenzó a militar en la Liga Justicialista del Deporte apenas llegado de su Tucumán natal-, es uno de los que con orgullo afirma pertenecer a la generación de jóvenes inspirados por el Discurso de Perón a los Jóvenes de septiembre de 1973. Al igual que yo, Víctor no juega al billar, pero conoce a Osvaldo Berardi desde hace años y lo suficiente para brindar una acabada semblanza de su carácter, profesionalismo y don de gentes.
“Estuvimos trabajando codo a codo con Osvaldo cuando fui Subsecretario de Deportes. Si bien yo ya era del palo, cuando se accede a un cargo en el gobierno nacional, es imprescindible contar con el apoyo de los que más saben. Y los que más conocen de deporte son los deportistas. Cuando vi a Berardi por primera vez, me di cuenta que era una persona con la cual me entendería plenamente, porque ambos íbamos por el mismo objetivo. Mientras charlamos, Víctor hace hincapié en un concepto que llamó mi atención. Cuando le pregunto sobre los elementos más significativos de la persona de Osvaldo, se refiere a él como un “peronista estructural”. Me causó sorpresa la definición; nunca la había escuchado. ¿Qué era lo que definía a Osvaldo de esa manera por sobre otros aspectos? “Como peronista que soy, y luego de militar años y años en sus filas, te puedo afirmar que existe una particularidad que nos define y caracteriza. Hay quienes se dicen peronistas y no lo son. Y otros que lo son ‘estructuralmente’ aunque no se presenten como tales, y siquiera crean que lo son. Bueno, en el caso de Berardi, te puedo asegurar que lo es. Un peronista estructural es el que cuando te conoce, de entrada no más, no te viene a pedir algo ni a ofrecerte soluciones maravillosas. Un peronista estructural te dice: ¿Qué puedo hacer, en qué puedo ayudar? Y el Osvaldo que yo conocí, luego de contarle lo que quería hacer con la Subsecretaría de Deportes a mi cargo, me dijo eso. Quería ayudar, y estaba decidido a hacerlo. Se sumó sin reparo, ni condicionamientos”. Cuando conocí a Víctor, y escuchando lo que contaba sobre aquel día con Berardi, recordé nuestra primera charla hace unos años, y cómo me había presentado yo ante él. La situación era muy similar. Víctor se abrió de par en par, me ofreció sus archivos, me regaló sus libros, y me dijo que viniera cuando quisiera a buscar datos sobre el deporte. Yo le había dicho que quería contribuir a preservar la memoria de los grandes deportistas. Los olvidados, a los que debíamos honor y respeto. Creo que eso le bastó para considerarme a mí también un “peronista estructural”, Y a mí, para conocerlo aún más y entender el porqué de su gigantesca generosidad y bonhomía. “Y así fue… Berardi convocó a muchas figuras del billar y también de otros deportes para hacer realidad la Reglamentación. Recuerdo una gran movida que hicimos gracias a él en el Luna Park, el 30 de marzo de 1989 junto a otros billaristas, como los hermanos Navarra. La mesa de billar la tuvimos que traer desde la sede del Club Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires, y el mismo Osvaldo la puso en condiciones para el encuentro. ¡Fue una presentación que maravilló a la gente; el Luna estaba repleto! Y no solo en eso participó; también hicimos realidad otras exhibiciones en fútbol, básquet y tenis, entre las tantas que me vienen a la memoria”. Aunque el billar no es su fuerte, Lupo recuerda al Berardi campeón de 1967, y los dos subcampeonatos que obtuvo en la década siguiente. También la anécdota que refería a la renuncia a su empleo en el Correo Argentino para poder ir a Alemania y ganar aquel memorable campeonato en Dusseldorf… Sobre ese punto, Víctor es autocrítico pero asimismo reparte responsabilidades en lo que respecta al poco apoyo al deporte en general que sobrevino a la caída de Perón en 1955. “A partir del golpe de estado de 1955, el deporte argentino entró en un declive que no se pudo parar más y hoy se ha amacetado en un 7º puesto en los Juegos Panamericanos (la competencia donde se puede valorar realmente el nivel general) pese la asistencia económica que se le ha brindado en los últimos años por el Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo (E.N.A.R.D.)
Es el resultado de una política de Estado, sin duda. Pero, a la cual aún le hacen falta muchos cambios para llevar el deporte argentino al nivel de excelencia que tuvo a mediados de los años ’50 del siglo pasado.
Como Director de Deportes del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, por ejemplo, te puedo decir que el billar nunca estuvo presente en la agenda. Pero, no solo porque se tratara de un deporte pasado de moda o no hubiera interés desde el área que yo ocupaba. La Federación (FAAB) tampoco se acercó mientras yo estuve a cargo a solicitar apoyo como sí lo hicieron otras federaciones. Yo estuve cuatro años en dos gestiones diferentes, y políticamente diversas. Durante el último año de mi segunda gestión a cargo de la Dirección de Deportes, se implementó el primer apoyo formal a la Ley del Deporte de la Ciudad de Buenos Aires, la Nº 1420 del año 2005. Con esto te quiero decir que desde las federaciones es necesario generar el impulso para que las cosas salgan. Hay que trabajar la relación para que cada deporte tenga su espacio, reconocimiento y apoyo”.
Lupo actualmente está involucrado con el Movimiento Social del Deporte (MSD), una agrupación que lucha por actualizar la Ley del Deporte vigente (20.655/74). Sus bases para esa actualización son: a). Generación de presupuestos para todas las disciplinas (anteriormente, generado a través del desaparecido PRODE); la nueva fuente de financiación provendría de un gravamen a las bebidas en general y a los cigarrillos; b). Democratización de las Federaciones deportivas y evitar mandatos que superen los 8 años; c). Participación de toda la comunidad de cada actividad en la Comisión Directiva de sus respectivas federaciones (jugadores, instructores; hombres, mujeres y jóvenes); d). Agregación de un Canon Deportivo a la Asignación Universal por Hijo (AUH) para que todos aquellos niños que lo perciban, entre los 6 y 18 años, puedan pagar la cuota social de un club y realizar actividades deportivas o artísticas.
“Deberían existir miles de Berardi en nuestro país. Deportistas honestos, no solo que piensen en su carrera deportiva, con ganas de hacer cosas para los demás. Dispuestos a sumarse a proyectos y aportar toda la experiencia que adquirieron a lo largo de sus carreras. No importa la edad que tenga, ni cuántos años tengan. Importa que lleven dentro el gen deportivo amateur, ése que los hace honestos, idealistas, limpios de corazón. Sé que Osvaldo, si pudiera hacerlo hoy, volvería a apoyarme como en aquel momento cuando sacamos la Reglamentación de la Ley del Deporte. Y estoy seguro que más allá de sus años, y de lo que su físico le permita, en su cabeza no existe ni existirá otra cosa más importante que el billar, y el deporte argentino”.
Fuente: Libro “Tallado en Marfil” de Luis Venosa
Página 173
Octubre 2015.