A partir de 1937 se oficializaron en nuestro país los Grandes Premios Nacionales de Turismo Carretera (TC), y se convirtieron en poco tiempo en una pasión del pueblo argentino. Verdaderas muchedumbres acudían a los costados de las rutas nacionales, a lo largo de los más de 6.000 o 7.000 kilómetros que recorrían normalmente las “cupecitas” del TC, a más de 120 Km. por hora de promedio, por el solo placer de verlos pasar a esas altas velocidades. Pruebas que desde tiempos atrás se realizaban en distintas poblaciones. A partir de ese año comienza a controlarlos el Automóvil Club Argentino (ACA). A Tucumán la pasión por los “fierros” había llegado a fines de los años ’20.
De esta categoría surgieron las grandes figuras de nuestro automovilismo como los hermanos Oscar Alfredo y Juan Gálvez, Juan Manuel Fangio, Eusebio Marcilla (“El Caballero del Camino”), Carlos Menditeguy, los hermanos Dante y Torcuato Emiliozzi, Tadeo Taddía, Ángel Lo Valvo, Ricardo Risatti, Pedro Yarza, Daniel Musso, Domingo “Toscanito” Marimón, Sáenz Valiente, Pablo Birger, Jorge Descotte y Ernesto Petrini, entre otros. Y entre esos grandes se mezclaba un tucumano por adopción. Su nombre José Rubiol Roca.
Nacido el 10 de octubre de 1911 en Lérida (Barcelona), España. Llegó a nuestra provincia a los 10 años de edad para vivir con su familia, en el Hotel Plaza, donde unos tíos eran los dueños, (el mejor de la provincia por aquellos tiempos) ubicado frente a la plaza Independencia sobre la calle San Martín, y llegó con el tiempo a ser su propietario.
Se convirtió rápidamente en un tucumano más que casi siempre vivió en el centro de la ciudad por lo cual fue un testigo presencial de la mayor parte de la historia de la provincia del siglo XX.
Con solo 26 años, al año siguiente de la oficialización del TC, Rubiol comienza a correr, “como un aficionado y sin saber nada de mecánica” según sus propias palabras. En ese momento trabajaba como cajero del hotel de su tío y como siempre soñaba con viajar se largó a la gran aventura de las carreras.
En el año 1939 ya participa en una de las pruebas más difíciles de la historia del TC, el “Gran Premio Argentino de Carretera” que el Automóvil Club (ACA) había programado como una competencia en ruta sobre 14 provincias, con una extensión de 7193 kilómetros, que luego de recorrer 1.379 Km. fue finalizado abruptamente el 20 de octubre, en la ciudad de Concordia (Entre Ríos) por las torrenciales lluvias y lo intransitable de los caminos que se habían convertido en un lodazal. Este Gran Premio, eludiendo las áreas afectadas por las lluvias, continúa pocos días después largando desde Córdoba, pero a partir de allí se llamará «Gran Premio Extraordinario». La prueba finalmente es ganada por Oscar Alfredo Gálvez con un auto Ford, empleando para recorrer los 4.429,800 Km. de las siete etapas, 44 hs. 44’ 46’’, a un promedio de 98,999 Km. por hora, dando comienzo así a los grandes duelos con el Chevrolet (“Chivo”) de Juan Manuel Fangio, que corría con una Coupe ’39 y quedó en el 5º lugar.
“Fue una carrera dificilísima y muy larga. Además para mí que no sabía nada de mecánica, los otros corredores casi todos eran mecánicos, pero me fue muy bien y allí me entusiasme para siempre”, relataba José Rubiol Roca, uno de los grandes pioneros del automovilismo tucumano.
En el año 1940 prepara su auto para correr en el “Gran Premio Internacional del Norte”, que se disputó en 13 etapas entre el 28 de septiembre y el 12 de octubre con 9.445,400 Kilómetros entre Buenos Aires – Lima (Perú) – Buenos Aires. “La primera etapa era Buenos Aires a Tucumán. Largamos a las 22 hs, desde el estadio de River Plate, 150 coches y hasta San Nicolás, casi a 200 kilómetros, solo veíamos adelante gente que se abría rápidamente del camino para dejarnos pasar. Fue algo difícil de olvidar, Juan Fangio ganó la etapa y yo llegué quinto con un Ford que no daba más de 150 Km. por hora. Lo exigí al máximo para entrar entre los primeros a mi provincia. Es difícil explicar lo que sentí al llegar a la meta con mis comprovincianos ovacionándome. Desgraciadamente, cometí el error de llevar como acompañante a un muchacho que sabía poco de mecánica. En la segunda etapa que era hasta La Quiaca por caminos de tierra, por un error de él me pase de largo en una curva. Fue un desastre, termine con el volante pegado al pecho, mi acompañante voló por el parabrisas. Allí con el abandono y con un golpe aprendí mi primera lección de corredor”, relata José para seguir recordando: “En aquellas épocas las carreras eran tremendas en las que era muy difícil que no se matara algún piloto. Y más lo que corríamos a fondo como yo. Uno se jugaba la vida, porque corríamos a ciegas, sin conocer los caminos, con tierra, con lluvias, con animales que se cruzaban o gente que no respetaba los lugares prohibidos, además había coches que ya andaban cerca de los 200 Km. por hora”.
Luego de algunas carreras más en vueltas de provincias o regionales viene el parate de unos años a causa de la Segunda Guerra Mundial, porque no se conseguían ni respuestos ni cubiertas, que eran todas importadas. Con la vuelta a las carreras en 1947 Rubiol nuevamente está en el puesto de largada ya como mecánico y acompañante, el señor Carlos Capozuco.
Por esos tiempos se había casado con Catalina Mata, hija de uno de los dueños de “Cerámicas Mata”, una de las empresas más grandes en nuestra ciudad, ubicada en la calle Italia al 3500. De aquel matrimonio nacieron 4 hijos: Yanette, José Antonio, Marta Elena y Fecilia Inés.
Su carrera inolvidable: “La Buenos Aires – Caracas”
Esta carrera ya había sido planeada por el Automóvil Club Argentino (ACA) allá por 1930, pero por diferentes problemas, económicos y políticos, no se podía realizar. En 1942, el tenaz y creador dirigente del automovilismo argentino, Francisco “Pancho” Borgonovo, había realizado un relevamiento de la ruta hasta Caracas por lo que, a comienzos de 1948, la carrera ya estaba en proceso de gestación. En un principio sería desde Caracas hasta Buenos Aires, pero el costo de traslado de vehículos, pilotos y mecánicos, sumado a la necesidad de tener los medios mecánicos listos dos meses antes, hizo que la cosa fuera al revés. El presidente Perón, con su idea americanista, fue quien hizo posible este sueño de los “tuercas argentinos”. Así había nacido la
Buenos Aires-Caracas.
En la carrera histórica del Turismo Carretera, Domingo “Toscanito” Marimón consigue su triunfo más rutilante, al consagrarse vencedor del “Gran Premio de América del Sur”, más conocida como la “Buenos Aires – Caracas”, sin ganar ninguna de las 14 etapas con que contaba la prueba.
Los pilotos inscriptos para la competencia fueron 141, entre los que se destacaban además de los argentinos, peruanos, chilenos, uruguayos, venezolanos, bolivianos, italianos, españoles y hasta un portugués. Entre estos había dos tucumanos, José Rubiol Roca (con su Ford Nº 84 acompañado por Capozuco)y Germán Rivera (un catamarqueño que vivía desde niño en Concepción) con un Chevrolet Nº 107 acompañado por Enzo “Loco” Ferro, quienes abandonaron.
“Yo corrí con una coupe Ford que le compré al señor Del Pero, que en aquel momento era el Presidente de la Caja Popular de Ahorros. La preparamos muy bien con Capozuco y andaba una barbaridad. Largué en la mitad, donde cada corredor largaba 10” después del otro, o sea que largué lejos de los punteros. Al final de la primera etapa en Salta llegué 14º, En la Quiaca ya estaba 10º, en La Paz 8º y Arequipa séptimo. La largada en Lima fue realmente ´una escapada´ porque se había producido una revolución y escuchábamos tiros. Así que ya no sabíamos como estábamos en la clasificación. Como íbamos bordeando el Pacifico por caminos de tierras o arena me quedé en una duna enganchado como una hora. Para salir debí forzar el motor al máximo y eso me embromó. De todos modos llegamos a Ecuador en el puesto 60º” cuenta Rubiol para seguir explicando: “Yo corría con una pasión extraordinaria, cada vez que me pasaban era como recibir una puñalada. Tenía un gran amor propio. Pero ocurría que había autos con una preparación especial que se destacaban sobre el resto”.
José Rubiol, el martes 2 de noviembre de 1948 no largó para la etapa desde Quito a Pasto produciéndose así su abandono de esta histórica carrera.
Luego de recorrer las incipientes rutas sudamericanas, Marimón emplea para ganar esta travesía de 9.575 Km. con 800 metros, 118 horas, 37 minutos, 18 segundos, aventajando en la Clasificación General por 12 minutos al juninense Eusebio Marcilla.
Oscar Alfredo Gálvez el gran protagonista de esta prueba que había ganado 7 etapas de esta tremenda carrera, fue descalificado en el final de la prueba, por llegar empujando su auto que se rompió al tratar de ayudar a su hermano Juan, que había ganado cinco etapas, una la ganó Fangio y la última el mendocino Víctor García.
“La repercusión que tuvo en el país “la Caracas” se vió en varias generaciones de argentinos. Inmediatamente la vivimos los chicos de aquella época porque un fabricante de juguetes sacó a la venta unos autitos de plástico que copiaban a las cupés de Turismo de Carretera con los guardabarros recortados, los que se vendían con una planchuela con números para ponerlos en las puertas y el baúl, a los que preparábamos rellenándolos con masilla para que no volcaran, se alargaban los agujeros por donde pasaban los ejes y con un elástico grueso sujeto con tachuelas en la trompa y en la cola se conseguía que tuvieran suspensión. Les pegábamos los números y algunos escribíamos las propagandas con tinta china para que quedaran lo más parecidos al que queríamos copiar” cuenta uno de los grandes periodistas argentinos, Julio Ricardo.
El tucumano Rubiol, quien siempre fue un gran promotor del Turismo de la provincia, porque siempre llevó en su auto la leyenda “Visite Tucumán”, siguió participando en varias pruebas más hasta que en el año 1951 en la “Vuelta de Santa Fe” sufre un accidente grave. “Venía a 180 kilómetros por hora y agarré una zanja en una curva. La velocidad me salvó, porque el coche se levantó y cayó parado. Mi acompañante estuvo casi dos días internado en un hospital de Rufino sin poder hablar. Yo me quebré una pierna, la clavícula y varias costillas. Allí mi familia dijo basta, pero antes de largar participé en una prueba Panamericana en México”, contó con picardía José para decir también “Para mí los más grandes del TC fueron Fangio, Oscar Gálvez y Marimón, un gran amigo que cultive en mi experiencia de las carreras. Durante mi vida personal tuve altibajos como cualquiera. Llegué a ser dueño del Hotel Plaza y tuve la concesión de la confitería del casino en Las Termas de Río Hondo, Santiago del Estero, pero sufrí la expropiación en la época del peronismo. Fueron momentos muy especiales”.
José Rubiol Roca, este catalán más tucumano que la caña de azúcar, falleció el 10 de junio del 2007, a los 95 años de edad. Fue la historia viva del automovilismo tucumano que quedó para siempre en grabada en la memoria de los “tuercas”, en distintas filmaciones de la época y en un reciente documental “LA CARACAS” realizado por el Director de cine neuquino, Andrés Cedrón, que se hizo acreedora de premios en distintas ciudades de Europa.
Fuente: Libro “100 Ídolos Tucumanos” de Víctor F. Lupo
Editorial Corregidor
Capítulo 4 – Página 33
Mayo de 2018