Fisherton: «Como no pude ser deportista me dediqué a amar al deporte»

Sep 11, 2025 | Opinión, Últimas Noticias

El dirigente, abogado y profesor Héctor Gallo, expresidente del Club Fisherton y de Areda, habla de su pasión por el deporte en los clubes. “Sin clubes no hay deporte” advierte

Miguel Pisano

Por Miguel Pisano

Héctor Gallo: «Yo estoy con Fisherton sin dudar, quiero “matarlo” a Central. Pero pasó y puede pasar en basquet, o en otro deporte, y sin dudas con el CAF en fútbol es imposible que se enfrenten, menos en el profesionalismo, con lo cual no hincharé jamás contra el canalla» | Virginia Benedetto / La Capital

“Cuando vi que no podía jugar al básquet me hice dirigente para poder participar del deporte desde otro lugar” confía el abogado, profesor y dirigente deportivo rosarino Héctor Gallo durante una hora de charla con La Capital en la biblioteca de su casa en Fisherton, el barrio donde nació y vivió casi toda la vida.

Descendiente de italianos, “Pinino” Gallo -como lo conocen aquí sus amigos- atesora una vasta carrera en la dirigencia deportiva: luego de ocupar distintos cargos fue presidente del Club Fisherton y de Areda (Asociación Rosarina de Entidades Deportivas Amateur), y se especializó en derecho deportivo, donde dictó cursos en el Colegio de Abogados.

Un metro 75 que casi no le permitió jugar al basquet en el Club Fisherton, calvo, de anteojos, buzo amarillo, vaquero y zapatillas, a sus jóvenes 72 años Héctor Gallo habla casi sin parar de su pasión por la dirigencia deportiva, el deporte y los clubes como formas de inclusión social, sentado a su escritorio y custodiado por una prolífica biblioteca de derecho deportivo y por su perra Lala.

Nacido el 7 de abril de 1953 en una casa de Donado y Brasil, en el corazón de Fisherton, a unas cuadras de donde vive, Héctor Alejandro Gallo es hijo del empleado telefónico Carlos Gallo y del ama de casa Graciela Di Filippo. “Mi viejo era telefónico, empleado administrativo de Entel, donde terminó jubilándose, y jugaba al basquet en el Club Huracán, donde fue compañero del Berto Fontanarrosa, el padre del Negro”, recuerda sus orígenes.

«Fisherton, mi barrio, es uno de mis sentimientos más profundos»

-¿Cómo era Fisherton en tu infancia?

-Todas calles de tierra con zanjas. Mi barrio es uno de los sentimientos más profundos. Fisherton es hoy un barrio de una amplitud social importante, en aquel momento no tanto.

-¿Cómo era jugar al básquet en aquella época?

-Las canchas eran de polvo de ladrillo y la ropa te quedaba un desastre. Yo nunca pude jugar porque medía un metro 75 y medio, pero en esa época los partidos terminaban 20 a 18.

-El Negro Fontanarrosa decía que en su época podían jugar los petisos y que cuando metian un doble sacaban del medio.

-Es increíble, era otro deporte. La pelota era pesadísima.

-¿Qué recordás de tu infancia?

-Estaba todo el día en la calle. A los amigos de toda la vida los conservo y en muchos casos estamos todavía juntos, como con “Pincho” Alvarez.

-¿Quién te puso Pinino?

-Mi viejo, de bebé, porque soy el más chico de los Gallo. Y mucha gente no me conoce por Héctor, me conoce por Pinino.

-¿Y jugaste al básquet?

-Sí, yo era asmático, entonces siempre lo analizo desde este punto de vista: como no pude ser deportista me dediqué a amar el deporte, el club y cualquier cosa tuviera que ver con esto. Porque no era deportista y me frustré, y canalicé todo eso ahí. Pero jugué un poquito al básquet en Fisherton.

-¿Qué significa el Club Fisherton?

-Fui siempre del club. Yo nací y me crié ahí. Es mi segunda casa. Es más, ahora hemos retomado con aquellos amigos de aquella época reuniones periódicas donde nos juntamos y recordamos porque, además, eso es el club. Yo era travieso. Entonces nos juntamos para recordar las travesuras que hacíamos ya de 14 o 15 años, no tan chicos. A los colegas los amo profundamente. Soy vitalicio, tengo 30 años de activo, pero en aquella época mi viejo compró la condición activa. Yo tengo amores con el barrio y con el Club Fisherton. Y pasiones con Rosario Central. Son dos cosas ingobernables.

-Fontanarrosa me dijo en una nota con El Gráfico que “uno puede cambiar de mujer pero no de camiseta”.

-Mi pasión está exaltada. Yo pensaba que a esta altura mi pasión ya estaría amortizada por los años, pero vivo cada partido como si fuera el último.

-¿Cómo llegaste al Club Fisherton?

-Mi viejo más que futbolero era deportista, pero me parece que al fútbol me lo transmitió él. Cuando nos metió en el club en aquel momento Fisherton era el único club de la zona que tenía pileta y nos quedaba a cinco cuadras. Era una pliletita de ocho por 20, no es la pileta oficial de ahora.

«El Flaco Menotti era del otro club»

-¿Era el barrio del Flaco Menotti?

-La historia está discutida. El Flaco Menotti era del otro club, también amigo, de Unión Americana. La canchita estaba en Donado y Brassey, a una cuadra de acá, y el Flaco jugaba ahí. Era todo un terreno de la esquina. Y el Flaco vivía a 50 metros de casa, por Donado. Todavía está la casa, está casi igual. Él era más grande que yo, por eso recuerdo una vez que pasé caminando de la escuela con dos amigos y salió el Flaco y me tocó. Y me acuerdo que estuve casi impactado como un mes. El Flaco jugaba en esa época en Central. Después se fue Italia y vino con una bocina y un Sicitalia, un auto tipo cupecita de aquel momento. Era una bocina grande de una película famosa, “El Sorpaso”. Había comprado un Sicitalia y cuando llegaba tocaba la bocina para avisarle a la vieja. Era una bocina bastante extraña. Tocaba esa bocina, se daba vuelta todo el barrio y la cuadra sabía que había llegado.

-¿Cómo fue la historia de Menotti en Central?

-En realidad el Flaco Menotti llegó a Central de muy grande para la época, ya tenia 20 y pico. Estaba jugando en San Jerónimo, en el campo. Y había un torneo famoso en Unión Americana. Que era un acontecimiento sociodeportivo, era de los torneos que había en aquella época. Alli jugaban Menotti y los mellizos Raimondo. Menotti nunca fue tan bueno, pero pateaba muy fuerte. Tenía una patada de caballo.

-¿Viste el gol del Flaco a Amadeo Carrizo?

-Sí, fue en el arco de Regatas. La patada del Flaco era increíble. Fue un gol impresionante. Pero era de esos tipos tocados porque sin destacarse mucho llegó. Era muy inteligente, muy culto.

-Él decía que “un campo de entrenamiento de fútbol tenía que ser como un taller renacentista” y que “los billardistas son los que le cuentan a los pibes que los reyes y magos son los padres”.

-Un maestro. ¿Vos sabés que no pude traerlo al club, a Fisherton? Intenté llegarle para conocerlo porque yo era chico cuando él vivía en el barrio, tenía siete u ocho años. El era de Unión Americana, que era el club opositor a Fisherton. Era un buen tipo.

-¿Su padre era un militante comunista?

-Su padre era rebelde, era un militante político, pero no era un militante comunista. En esa época había un local del PC, dirigido por Florentino Moretti, un vecino del barrio que vivía acá a la vuelta.

«Soy un militante del deporte»

-¿Al deporte lo miraste “con la ñata contra el vidrio”?

-No. Soy un militante del deporte y de los clubes especialmente porque creo que la estructura deportiva revolucionaria de Argentina nace en los clubes. Desde que empecé en la comisión de básquet de Fisherton, hace un poco más de 30 años.

-¿Hubo un día que dijiste «Yo quiero hacer esto” o se fue dando solo esta militancia en la diriigencia deportiva?

-Empecé a buscar alguna militancia para para tomar compromisos, que es un poco la vocación que tenía y quiero mantener. Y me pareció que el mejor lugar era el club y que era el deporte porque empezamos con el básquet, en homenaje a mi viejo. El básquet en el club había sido abandonado. Al básquet del Club Fisherton lo creó el viejo Angel Fener. Se muere el viejo Fener y todavía teníamos la cancha de polvo de ladrillo, la única que había quedado en Rosario, la última.

-En los 50 y 60 casi todos los clubes de básquet cambiaban la cancha de polvo de ladrillo por una de baldosas porque, además, allí hacán los bailes. ¿Qué pasó en Fisherton?

-En el club quedó porque el viejo Fener resistía con la cancha de polvo de ladrillo. Mientras él vivió nunca le pusieron nada. Entonces, cuando se muere el viejo Fener, medio que desaparece el básquet y muchos años después yo lo retomo con un grupo de amigos del club para empezar de nuevo, en el 85-86. Y ahí me metí: subcomisión de básquet, comisión directiva y llegué a la presidencia. Después me diversifiqué y empecé con Areda (Asociación Rosarina de Entidades Deportivas Amateur), que la reflotamos pues estaba medio desarmada, copada y manejada por los por grandes clubes, y la dimos vuelta, realmente. Y eso siempre me gustó porque además me sentía cómodo.

-¿Cómo fue tu experiencia en el Club Fisherton?

-Cuando nosotros empezamos a practicar básquet el deporte competitivo a nivel infantil y formativo casi no existía. Jugábamos en el club, pero no hacíamos ni entrenamiento, creo que íbamos a jugar directamente. Agarraba el Viejo Fener y ponía una chata, una Falcon, y nos llevaba a todos en la caja, y los padres ni iban a verte. Mi viejjo creo que nunca me vio. Así era la época en la que jugábamos. Con el fútbol pasaba lo mismo. Ahora es todo distinto con el fútbol, con el voley y con el básquet, en el caso de este club. Hasta la natación y el waterpolo integran la gente.

-¿Fuiste presidente de Areda?

-En Areda fui presidente. Yo siempre tuve algunos cargos, lo que me interesa en los cargos es que pueda asumir un compromiso, si no tengo compromiso no tengo ningún cargo, que es lo que me pasa en el club ahora. Yo no quiero meterme pues el club funciona bien, crece, está con la filosofía que yo creo que debe tener, entonces que fluya.

-¿Cómo fue la experiencia en Areda?

-En Areda también me costó un esfuerzo grande porque la recuperamos y normalizamos la paritaria con Utedyc. De 70 y pico de entidades habían quedado cinco, algunas que no existían más. Entonces empezamos a trabajar ese tema y quedamos nosotros junto con una entidad de Buenos Aires, que es la que agrupa a los clubes de la zona. Y son los que están autorizados a firmar los convenios con los aumentos paritarios. Ahí me enteré y ahí uno toma dimensión de lo revolucionaria que es una paritaria.

-¿En el sentido de una negociación entre pares, que no sólo discute el salario?

-Es decir, ¿cómo discutíamos nosotros en la nueva comunidad colectiva en aquella época? ¿Cómo discutíamos con la otra parte del gremio a nivel de paridad? Entonces, de buena manera, nosotros teníamos intereses y el sindicato los suyos. Que si llegan a un acuerdo es muy importante. Eso se perdió. Ahora están hasta limitados los aumentos, o sea, se arreglan los aumentos y después el gobierno no los homologa. Es increíble.

-¿Hay libertad para todo menos para aumentar los sueldos?

-No más de un uno por ciento, no sé cuánto, ¿no?

-¿Areda está en estado latente?

-Me parece que Areda está desaprovechada. Es una asignatura pendiente volver a aquella Areda porque los clubes necesitan respaldo. Y en aquel momento yo tenía la idea y Areda tenía mucho protagonismo. Ahora está aletargada, por eso me parece que hay que darle un impulso distinto. Si vos sacás la cuenta en una sociedad anónima el lucro es lo que priva, en cambio en un club el objetivo es otro, no ganar guita, evidentemente.

«Cuando viene la inversión extranjera sonamos los clubes»

-¿Qué opinás de las SAD (sociedades anóinimas deportivas)?

-Cuando viene la inversión extranjera sonamos con los clubes porque yo estoy defendiendo a rejatabla a los clubes, a la estructura del club.

-¿Las SAD son sádicas?

-Son terribles porque no les interesa lo social que les interesa los clubes. Hay ejemplos que avalan eso, que lo demuestran. Y últimamente hay más ejemplos que nunca. Hay un montón de casos hasta el de Estudiantes de La Plata. Es terrible. Uno no puede decirlo abiertamente, pero el lavado de dinero en Europa con los clubes deportivos es infernal. Ya lo viste en todo el mundo.

>>> Leer más: Roldán: «Donde iban a hacer el club house fundamos un club de puertas abiertas»

-¿Qué pensás sobre la tentación que puede tener cualquier hincha de fútbol de que venga un jeque árabe con petrodólares, le arme un superequipo y le prometa el oro y el moro?

-Acá, en Central, estoy de acuerdo con la gestión de Belloso, con la cultura del club. Acá eso no va a pasar. Nosotros en Areda creamos un eslogan: “ Sin los clubes no hay deporte”.

-¿Cómo llegaste a Central?

-Gracias a lo inculcado por mi viejo voy a la cancha de Central desde hace unos 65 años.

-¿Cuándo fue la primera vez que fuiste a la cancha?

-No me acuerdo bien, íibamos a las plateas de lata de Cordiviola, al sector H, cerca de Regatas y frente a la tribuna de mujeres. ¡Qué lindo! Era muy chico, al inicio de mi escuela primaria. Nos llevaba mi viejo a mí y a Ricardo, uno de mis dos hermanos más grande. Hermoso recuerdo, me viene a la memoria el festejo desaforado de mi viejo gritando un gol de Central en la cancha vieja. Al principio lo miraba y después lo gritaba como loco yo también, como ahora, después de 65 años.

-¿Cuál fue el mejor jugador que viste en Central?

-Palma, Ruben y Bauza como propios, pero Kempes sin dudas fue el mejor, pero vino de afuera.

-¿El gol de Di María fue el mejor que viste en la cancha?

-Por las circunstancias el de Di Maria es el mejor gol. Es un gol mundial.

«Sin los clubes no hay deporte»

-¿Qué significan los clubes en el entramado social y en la historia argentina?

-Para mí los clubes son el eje fundamental del entramado social en el sentido de la interrelación. Sin los clubes no hay deporte. Tenemos en la ciudad de Rosario, por ejemplo, que es lo que más conozco, un movimiento de los clubes, del deporte con los clubes, porque el deporte se hace en los clubes, entonces el movimiento de gente es impresionante. Fútbol infantil, básquet infantil, rugby, las ligas de fútbol amateur de estas como la que hay en el Club Fisherton. El movimiento que hay con el deporte y nace en los clubes no está en ningún otro lado. La Asociación Rosarina de Fútbol tiene 90 clubes jugando, con 1600 equipos.

-¿Qué significa el deporte en ese entramado social?

-El deporte es un integrador absoluto. Permite la inclusión social. Te dicen que la administración nace ahí porque vos luchás y construís. Cosa que lo veo en lo personal. Yo siempre digo que, a veces rememorando, también emociona un poco. Cuando uno termina una obra el sentimiento es gratificante. Está bueno. Ni en mi casa yo lo sentí. En los últimos tiempos hicimos una pileta, la pileta de 12 metros de frente, y estuve un día llorando.

>>> Leer más: Punta Chacra, el club de Roldán que deja pelotas en la cancha «para que los pibes jueguen»

-¿Por qué le pusieron tanto cemento al Club Fisherton en el campo de deportes?

-Ya está. Yo no estoy de acuerdo, claro. Además el proyecto no era ese.

-¿Y por qué hicieron “el alambrado de Trump” en medio del club? Que de un lado quedó el torneo de fútbol y del otro los socios.

-Les molestaba. Es la sociedad, es como el antiperonismo. Es como Milei. Ahora Milei representa lo que somos, una sociedad cruel donde hay gente que justifica que le peguen a un jubilado o que festeja los despidos. Por eso ya saben que yo no fui, pero me pongo mal cuando me dicen que hicieron como una segregación separando a los negros de los blancos.

-¿Sabías que Clarín y Nación no publicaron una línea de las 308 víctimas de los bombardeos a la Plaza de Mayo del 16 de junio de 1955?

-Sí. Y no había las redes para que vos lo recuerdes. Pasaba como si fuera un acontecimiento normal. Y eso que hicieron vos se lo contabas a un anteperonista y lo justificaba, pero murieron 300 tipos que no tenían nada que ver. Es la sociedad que tenemos. Y por eso digo lo del club, a mí me afectó y la lucha fue permanente: el tenis siempre quería avanzar sobre el club. Por eso el básquet fue un buen límite a eso, se desarrolló el voley que funcionaba también, si no el tenis copa todo con con ese poder que tiene.

-¿Cuál es la relación histórica y social entre el club y el barrio?

-Fisherton es el club que tiene más gente que no es propia del barrio. El barrio tiene una diferenciación, los que van al Jockey y los que van al CAF. Entonces algunos amigos me criticaban y me cargaban diciendo: “Ustedes son los que no tuvieron guita para ir al Jockey, si no irían al Jockey”.

-¿Hay algo de eso?

-No está tan alejado. Lucha Aimar aprendió a jugar hockey en el club y después se fue al Jockey.

«Una historiadora dice que Fisherton son cuatro o cinco barrios en uno»

-¿Que haya dos Fisherton es una metáfora de la sociedad y del país?

-Al barrio lo amo. Hasta conozco a los vecinos donde viven, en esta zona conozco un montón de gente de mi época. Algunos estamos viejos y otros ya no están. Tiene dos sectores: el sector del alto Fisherton, que van al Jockey, que es de Tarragona para allá, y de Tarragona para acá, para el este, la gente de clase media. Y para el norte y el sur están los Fonavis y demás. Todo eso se integra. Una historiadora de Fisherton dice que son como cuatro o cinco barrios metidos en uno.

-¿Cuál es tu sueño como dirigente?

-Hay dos sueños que tengo. Uno, que lo estoy intentando llevar a la práctica, es escribir un libro. No tengo la experiencia de escribir, pero tengo muchas ganas de escribir un libro. Básicamente vinculado con el deporte y los clubes, que es lo que más me gusta, donde me siento bien. Yo desarrollé en mi vida el derecho deportivo y lo enseñé. Una especialidad. Toda esta biblioteca es de derecho deportivo. O sea que soy especialista en el derecho deportivo. No lo practiqué, pero conozco mucho.

-¿Hay una rama de derecho deportivo?

-Hay hasta una materia que generamos desde el Colegio de Abogados. Inclusive en el colegio hicimos un montón de cursos fesde 2006 a 2016, estuve 10 años dando vueltas ahí.

-¿Por qué te fuiste del Club Fisherton?

-Del club me fui por la pandemia. En ese momento era tesorero. Fui dirigente casi 20 años. Fui presidente, vicepresidente, secretario, tesorero, mezclado. Siempre con protagonismo. Y me fui porque no creo en la reelección indefinida, por lo menos a nivel personal. Y me parecía que el ciclo estaba cumplido. Yo tengo el defecto de ser demasiado hiperactivo. No estoy para figurar y quedarme tomando mate. Y me parecía que el ciclo estaba cumplido.

-Me contó un pajarito que sos un gringo calentón: cuando no te gusta algo te enojás, te peleás y te vas. ¿Es un defecto eso?

-Es un defecto. Soy italiano. El origen del apellido es italiano, de Venecia. Normalmente no quiero bancarme lo que no me gusta, le tengo que decir algo y se lo digo. Y eso me ha causado algunos problemas.

-¿Cuál es tu asignatura pendiente en el CAF?

-Algunas cosas que quería cambiar y no las pude cambiar. Por ejemplo, hacerlo más democrático al club. Me parece que eso me quedó en el tintero. Que no hicieran el alambrado. El equipo que quedó ahí, el presidente actual, el abogado Sergio Trivella, son buena gente. Fue casi cuatro años tesorero mío. El dice que que conmigo se formó y yo como siempre digo que “el alumno superó al maestro”. Anda bien. No sé si va a seguir porque vence ahora el mandato. Y el club casualmente cumple 110 años. Yo participé en lo del centenario del club. Y todo lo que hice en el club fue muy enriquecedor para mí. Me siento muy feliz de haber hecho lo que hice.

-¿Cuáles son las claves de un buen dirigente?

-Un tipo que sea sabio, honesto y que no joda. Y después necesitás formar el equipo. Por ejemplo la gente de hockey labura mucho, han hecho todo eso con mucho esfuerzo.

-¿En un club se enseña la militancia?

-Me parece que en un club se enseña la militancia y está bueno porque es muy importante porque ahí voy a entender que si voy a vender pastelitos o a hacer un asado o a vender pollo es para poder hacer el piso flotante en la cancha de básquet. O para poder comprarles las camisetas a los pibes. ¿Te das cuenta? Entonces, el problema que existe a veces es que a esa militancia hay que bajarla porque, si no, nadie toma la posta.

-¿Faltan dirigentes?

-En general también se dice que “no hay más dirigentes, que no hay más gente que me releve”. Para mí eso es falso totalmente. Siempre hay relevo de gente que quiere dar las hurras. Por el hijo que está vinculado al deporte o porque se siente cómodo o por ser su amigo. Siempre hay un relevo. Es mentira que no hay nadie. Y no con mucha gente en la conducción. Tuvo cinco o seis tipos, el resto acompañó. Ahora también hay cinco o seis tipos en los clubes.

-Cito una frase del Indio Solari -el éxtécnico y jugador- que dijo: “Tenés que llevarte bien con tu vecino porque si un día te descomponés y no llega la ambulancia, tu vecino te puede salvar la vida”. ¿Eso pasa en los barrios?

-Es exactamente así. Clarito como el agua. A veces por la profesión me vienen a consultar por un conflicto con un vecino. “Flaco, hay que dialogar. Le vas a tocar timbre y va a estar él seguro, antes que nadie del mundo. Primero de todo tenés que llevarte bien con tu vecino”. Aparte en la época nuestra el vecino era un familiar. Estaba ahí, vos tenías un problema y le ibas a tocar a timbre al de enfrente. Yo tengo amigos hace 70 años.

-¿Hay barrios donde la gente se saluda como en un pueblo?

-Totalmente. Yo viví una época en el centro y desde la pandemia volví acá, pero nunca entendí que en un edificio subo al ascensor y ni buenos días te dicen. Yo no lo puedo creer eso.

>>> Leer más: San Telmo en Funes: «El trabajo del club les cambió la vida a muchos chicos y jóvenes»

-¿Si nacieras de nuevo harías algo distinto? ¿Harías otra cosa?

-No. Para nada, salvo las peleas, a lo mejor innecesarias. No. Si yo volviera a nacer y lo intenté, pero no sé si me daba. Con alguna duda te lo digo: estaría en Central.

¿Es una asignatura pendiente?

-Sí, pero hoy no estoy a tiempo.

-¿Por qué no?

-Porque no, ¿sabés por qué? Porque me parece que el fútbol tiene contingencias económicas que yo no manejo. Si vos no estás en esa ida y vuelta que hay porque son millones de dólares, no son 2,50. Yo volvería al Club Fisherton, seguramente volvería a la dirigencia. Estaría en una asociación que no sea de fútbol. Por eso llegué hasta la pandemia, ese mandato fue demasiado porque me encerré por el aislamiento.

-¿Con qué soñás entonces?

-Con una fundación. En eso estoy trabajando con grupo de amigos, con dos o tres muchachos queremos hacer una fundación que tenga el compromiso de una mecánica distinta, un club es más colectivo, pero una fundación es algo sin tanto tanto movimiento y me gustaría que eso tenga que ver con el barrio y con el deporte.

-¿Sos amigo del presidente de Unión Americana?

-Sí, al presidente de Unión Americana, el Negro Miguel Aguilar, es amigo de las bolitas. Jugamos a las figuritas en la esquina de mi casa. De toda la vida. Podemos tener diferencia, pero el Negro me ve y me dice: “¿Qué hacés, Pinino?”

-¿Cómo se llamará la fundación?

-No tengo nombre, pero tiene que ver con Fisherton. Básicamente mi barrio querido y mi club querido y el deporte que yo amo. Miro deportes todo el día. Y colectivos: me gusta el deporte colectivo, me gusta el voley, el handball, todo esos deportes me gustan. Está bueno.

-¿Si jugaran Fisherton contra Central por quién hincharías?

-Yo estoy con Fisherton sin dudar, quiero “matarlo” a Central. Pero pasó y puede pasar en basquet, o en otro deporte, y sin dudas con el CAF en fútbol es imposible que se enfrenten, menos en el profesionalismo, con lo cual no hincharé jamás contra el canalla.

Fuente: La Capital

https://www.lacapital.com.ar/ovacion/fisherton-como-no-pude-ser-deportista-me-dedique-amar-al-deporte-n10217200.html

Artículos relacionados

Artículos