El sucesor de Thamier – La masificación del Deporte
Pionero de la Educación física en nuestro país, nacido en la ciudad de Esperanza, Santa Fe, el 20 de febrero de 1925. Hijo de Emilia Russi y José, ya en la escuela formaba parte de la banda musical de música de su ciudad. La sensibilidad musical de Norberto había nacido en la casa del gran poeta José Pedroni, vecino y amigo de su padre carpintero, a quien el poeta despidió con sentidas palabras en el cementerio del pueblo el día de su fallecimiento.
“Recién había terminado el tercer año de la Escuela Normal en mi pueblo y era un joven que soñaba con ser aviador como Jorge Newbery, cuando llegó una invitación a los mejores promedios del país para viajar a Buenos Aires, invitados por el Gobierno Nacional para optar por la beca para el profesorado de Educación Física. Luego de unos días de estadía acepte enseguida por la carrera”, comenta con gran nostalgia el “maestro” Norberto Zen, quien agrega: ”En el Instituto Nacional de Educación Física General Belgrano comencé a cursar el primer año simultáneamente con el cuarto normal en la Escuela José Artigas de San Fernando. Tuve el privilegio de ser escolta por concepto junto a Alfredo Loughlin mientras el abanderado era Jorge E. Kistenmacher”.
Ya recibido de profesor comenzó a trabajar en las escuelas Normal y Técnicas de Esperanza y la ciudad de Santa Fé. A los 24 años de edad se vino a vivir definitivamente a la gran metrópolis en el barrio “Perón” de Saavedra, como tantos otros provincianos en esa época, para convertirse definitivamente en un “porteño de ley”. Casado padre de 4 hijos, uno de ellos como su padre profesor de educación física.
En el año 1949 mientras trabajaba como secretario privado y colaborador artístico del entonces Director General del Teatro Colón, profesor Horacio Caillet-Bois, en un acto de la Federación Médica Argentina que se realizó en el Teatro conoció circunstancialmente al presidente Perón, quien al enterarse de su profesión lo convocó a ser parte del equipo de la Municipalidad.
UN MAESTRO EN LA FUNCIÓN PÚBLICA
Norberto Zen fue entonces el director de Deportes de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires (1950–55) y presidente de las Comisiones de Box (donde actualizó el reglamento del boxeo profesional), del Autódromo y del Velódromo. Como Director estuvo a cargo de las principales obras de remodelación que se realizaron durante esos años en los distintos polideportivos de la ciudad. Los parques Avellaneda, Chacabuco, Los Perales y los ubicados en la “actual Sociedad Rural de Palermo” del parque Tres de Febrero vieron crecer sus instalaciones. Creó las Escuelas Infantil y Juvenil de deportes para la capacitación de niños y de directores técnicos de pequeños clubes de barrio, además de la promoción de actividades físicas y recreativas en cada barrio porteño. De esta manera se logró “que el pueblo pueda ejercer su derecho a la práctica de la actividad física”, como lo impulsaba el gobierno justicialista desde el año 1946. Y esto se comprobaba con los 5 millones de deportistas de la CAD-COA que registraba en 1955, en una población que no llegaba a 16 millones de habitantes en la Nación. Hoy la CAD no registra ni 700.000 deportistas con una población superior a los 36 millones de habitantes.
Fue uno de los pioneros, junto a un vecino del barrio Chacabuco, Juancito Vázquez, en la creación del Club 8 de Octubre que jugaba al básquetbol en dicho parque y por lo cual se comenzaron a construir las obras de gimnasios cubiertos (inaugurados recién en 1958). También, Zen dio un gran impulso a la Escuela de Líderes y contrató figuras del deporte para que enseñaran en los parques, como Delfo Cabrera, Francisco Mura, Ricardo González y Mary Terán de Weiss y Elsa Irigoyen, que pertenecían a los Ateneos femeninos deportivos Eva Perón. Otros profesores que trabajaron con él fueron Federico W. Dickens (atletismo y baseball), Jorge Canavesi (básquet), Jorge Etchart, Alejo Russell (tenis), Remigio Saavedra (ciclismo), Raúl Landini (boxeo), Juan Manuel Fangio y Froilán González (automovilismo), Isidoro Ferrere (atletismo), Roberto Larraz (esgrima), Amadeo Novoa (pelota a paleta) y Carlos “Cacho” Aldabe (fútbol).
Como sus vicedirectores actuaban Ramón C. Muros, en la Escuela Infantil y Juvenil del Deporte “Eva Perón” y Jorge Sánchez en la Escuela de Especialización Deportiva “Pte. Perón”. Viendo todos estos nombres como “maestros del deporte” es fácilmente entendible el por qué de la gran práctica deportiva de la población en aquella época.
Según el actual coordinador del Centro de Documentación, Investigación y Referencia Histórica Deportiva de la Ciudad de Buenos Aires (CEDHIR), profesor Carlos Alberto Bianchi, “el “flaco Zen fue el mejor sucesor en la Municipalidad de Artemio Thamier”.
“Como deportista federado de atletismo, me especialice en salto en alto y en 110 con vallas, con buenas perfomances en el Argentino de Rosario y en el sudamericano de Montevideo (Uruguay)”, cuenta orgulloso este “gran maestro de la vida”. También jugó sóftbol y béisbol (siendo primera base del club Aconcagua). Su máximo logró fue como participante de la selección nacional de béisbol (dirigida por Mister Dickens) en los inolvidables Juegos Deportivos Panamericanos de 1951. Este multifacético hombre de la cultura argentina, para uno de los actos como parte de la fiesta final de esos Juegos, dirigió a “un conjunto de armónicas” organizada por él, de chicos del Club 8 de Octubre (130 integrantes) que ejecutaron en el Teatro (del hoy CENARD) entre otras canciones, el tango “Don Juan”, dedicado al presidente de la nación que se encontraba presente.
Zen fue también profesor de Recreación del Instituto Nacional “General Manuel Belgrano”; profesor de la UES masculina y femenina; interventor en 1951 del Partido Justicialista en el partido de Magdalena, Buenos Aires, donde el interventor de la provincia era el Dr. Eduardo Scandone (doctor en psiquiatría y ex arquero de Estudiantes de La Plata). El “flaco” Zen fue designado como interventor, al igual que los 126 de cada distrito de la provincia de Buenos Aires, directamente por Evita, con quien se reunían todos los días sábados en la residencia presidencial de Av. Libertador y Austria (actualmente sede de la Biblioteca Nacional).
Al producirse el golpe militar de la “Revolución Libertadora” y la partida de Perón, Zen renunció inmediatamente a su función, pidiéndoles a sus colaboradores que se quedaran para el bien de los chicos y jóvenes y para seguir sirviendo la causa de la educación física en general y el deporte en particular. “Pero eso no sería posible porque el animo de revancha y ceguera intelectual que fue superior a cualquier razonamiento normal” reflexiona Zen, quien agrega “allí comenzó un tobogán de caída que nunca se pudo recuperar”.
“Los peronistas que habíamos sido parte del gobierno justicialista éramos como leprosos. No tuve trabajo durante largo meses, hasta que fui poco a poco consiguiendo horas de cátedras en algunas escuelas privadas y dando clases de flauta dulce y guitarra en pequeños clubes y en el Collegium Músicum, con Epstein y Graetzar. Con el tiempo, ya en la presidencia de Frondizi, logré reingresar con mi profesión a colegios oficiales en la escuela técnica Nº 10 de Barracas”, cuenta el profesor Zen.
Por aquella época comenzó en la actividad privada dando cursos de Perfeccionamiento Docente para el recién formado Servicio Educativo Argentino, dirigido por el profesor Ramón Muros y que formó a miles de docentes en todo el país por más de tres décadas. En varios de esos cursos, invitado por Zen, disertó el poeta José Pedroni.
Norberto Zen también fue jefe de la delegación juvenil Argentina (actualmente grupo Los Ponchos)a los Juegos Olímpicos de Munich 1972, en Alemania. «Los Ponchos” tiene el origen de su historia en el año de 1972. Ese año se llevó a cabo una convocatoria en Argentina para todos los jóvenes de la república. En ella se escogió en un principio a treinta muchachos y muchachas para representar al país en las olimpiadas de Munich. Para ser seleccionados, los jóvenes tuvieron que comprobar aptitudes y habilidades deportivas y musicales. Los elegidos recibieron como regalo un poncho, de ahí su denominación “Los Ponchos argentinos”. El grupo viajó por todo el país dando conciertos durante cuatro semanas. Aquí aprendieron a planear, organizar y a presentarse profesionalmente. La convivencia en grupo permitió hacer experiencias de compañerismo y solidaridad.
No todos tuvieron la oportunidad de viajar a Europa por falta de fondos. El mismo grupo tuvo que tomar una decisión y designó, en unánime acuerdo, a catorce integrantes de ellos como los representantes de Argentina para los Juegos Olímpicos. Factores determinantes para dicha elección fueron, por un lado, las ya mencionadas facultades deportivas y musicales, y por otro lado, la capacidad y aptitud social para conducirse en grupo.
En agosto de 1972 salieron “Los Ponchos Argentinos” bajo la dirección del profesor Norberto Zen. Durante la estancia en el campamento juvenil conocieron a integrantes de la delegación alemana, con quienes aún cultivan buenas relaciones. También se presentaron en el canal de televisión alemana ZDF, en el programa Sportstudio y dieron conciertos en la iglesia del pueblo olímpico (Misa criolla). Actualmente este grupo (los 30 integrantes más Zen) se sigue juntando todos los años y realizan actividades benéficas en distintas ciudades argentinas.
En la tercera presidencia democrática del Gral Perón, fue director de Educación Física de la provincia de Buenos Aires (1974) y director Organizador de Deportes de la Provincia de Bs. As. (1975).
Luego de la Dictadura Militar de 1976, con el regreso de la democracia, Zen fue director del Instituto Provincial de Arte de la provincia de Santa Fe (1984); asesor pedagógico del Ministerio de Educación de Santa Fe (1985/86); y Asesor del Ministerio de Educación de la Nación 1990/1994.
Durante la última década Zen, se distinguió como profesor de distintas “Escuelas de lideres deportivos” (San Rafael, Mendoza; San Salvador de Jujuy y Gualeguaychú, Entre Ríos), donde dejó su sello sin igual en la formación de hombres templados para la construcción de una Patria mejor.
Norberto Victorio Zen, entre sus numerosas anécdotas de vida, siempre señalaba a sus alumnos que su mayor aprendizaje ocurrió cuando como director de Deportes de la Municipalidad de la Ciudad de Buenos Aires, acompañaba al Intendente Municipal Juan Virgilio Debenedetti, casi al alba, a buscar al general Perón en la residencia presidencial.
De allí, en su auto, recorrían toda la ciudad, mientras la mayoría de sus habitantes aún dormía. El Presidente de la Nación solicitaba la construcción de distintas obras y entre ellas distintos campos deportivos que en gran cantidad, se realizaron en esos años en Buenos Aires. Al poco tiempo se volvía a recorrer el mismo camino para observar el estado de las obras pedidas.
Cuenta Zen que a ellos siempre les llamaba la atención cómo Perón podía estar al tanto de las necesidades deportivas de la población. Un día, Perón estaba inaugurando unas canchas de bochas, que aún existen, sobre la avenida General Paz, y se le acercó el Director General de Festejos y Ornamentaciones de la Municipalidad, señor Kisser reclamándole que debía apurarse porque había que habilitar otra cancha de bochas, detrás del recientemente inaugurado Velódromo.
El Presidente, mirándolo firmemente, le contestó: “¿Y esa cancha quién la solicitó?”. A lo que el jefe de Protocolo le respondió: “La hicimos porque a usted le gusta inaugurar obras deportivas, general”, al que respondió el presidente como un gran docente que era “Usted está equivocado, señor. Yo sólo hago lo que me pide el pueblo y si a esa cancha no se la pidió nadie, es porque nadie la va a usar. Un gobernante solo debe hacer lo que el Pueblo quiere y necesita”.
De este maravilloso aprendizaje surge la defensa que hizo durante toda su vida el profesor Zen, sobre “el derecho de los pueblos a practicar deportes”, al que definía de la siguiente manera: “Todos tenemos el derecho a hacer deportes hasta el día antes de nuestra muerte”.
El “maestro” Zen también siempre recuerda la famosa pieza oratoria, de más de tres horas, que el Gral. Perón desarrollo frente a cientos de profesores en el Instituto San Fernando. En esa ocasión el Presidente de la Nación les recomendó a los profesores: “Siempre en los juegos deportivos hagan participar a todos los alumnos, porque esos gorditos o chicos de anteojos que Uds. dejan casi siempre fuera de los equipos cuando sean grandeseguro, llegarán a Ministro de Educación o de Economía. Entonces recordarán su niñez y dejarán al Deporte sin Presupuesto”. Habrá sido adivino aquel Presidente de los argentinos en la década del ’50, luego de la aparición de los ministros José Martínez de Hoz y Domingo Cavallo entre otros.
El profesor Zen volcó todas estas enseñanzas, en innumerables escuelas de líderes deportivos que funcionan actualmente en el país, siempre en forma gratuita, porque él no concebía que se pudiera cobrar para educar. Esta forma de vivir lo llevó a no aceptar nunca la “jubilación de privilegio”, que le correspondía legalmente por haber sido funcionario público y que tantos otros mediocres si las cobran.
Este maestro es también autor del Método Recreativo Musical publicado por Editorial Peuser, con su primera edición en 1957 y, luego reeditada por Kapelusz como “La Música en el aula”. Y autor con las editoriales Ricordi y Lagos de “métodos de armónica-melódica, flauta dulce, piano y guitarra”.
La Dirección General de Deportes de la Ciudad de Buenos Aires le rindió recién su primer homenaje institucional a Norberto Zen, el 21 de agosto de 2007, en el salón Gral. San Martín de la Legislatura porteña, entregándoles una distinción por su gran paso por la institución porteña.
Este valiosísimo currículo, nos costó mucho tiempo en conseguir, porque el profesor Zen sostiene “que el hombre vale por su conocimientos y su trabajo, no por su currículo”.
ESTE ES EL HOMENAJE DE MUNDO AMATEUR.
Fuente: Libro “100 Ídolos Porteños” de Horacio del Prado y Víctor F. Lupo
Ed. Corregidor – Año 2009
22 Enero 2017