La miga del deporte. Lo que decimos en Abrí la Cancha. Unos Juegos Olímpicos sin relieve. Sin héroes. Para colmo: la hipocresía globalista encarnada en Francia.
Por Carlos Aira*
Si bien tenemos por delante una semana final intensa, donde el atletismo tendrá su histórico protagonismo; podemos asegurar que estos Juegos Olímpicos París 2024 están careciendo del relieve que tuvieron ediciones anteriores. El escaso medallero nacional no está operando sobre la subjetividad de quién escribe. Lo intuíamos escaso y lo que finalmente devuelva será motivo de un debate que comenzará apenas se apegue la llama olímpica en París. La clave deportiva de los Juegos Olímpicos es la heroicidad deportiva. Sin héroes no hay punto de contacto entre el deporte super-profesional y el espíritu de la antigua Grecia. En lo que llevamos de competencia, salvo la figura consular de la gimnasia estadounidense Simone Biles – un talento extraordinario salpicado con el condimento de la resilencia – estamos observando unos Juegos descafeinados. Sin héroes ni récords maravillosos. Hasta ahora – y sin sorpresas en el horizonte – todo lo que está sucediendo en París es demasiado anodino.
Pero las críticas más notables a París 2024 no son deportivas y hay que comprender el complejo entramado político que transita el país anfitrión.
La ciudad de París asumió la organización de los Juegos Olímpicos en el Congreso Olímpico realizado en Lima, Perú, en 2017. En aquel año, el socialista Emmanuel Macron asumió la presidencia de la Francia. Su gobierno alzó las banderas de los valores del siglo 21, pero está fuertemente atado a la suerte de una Unión Europea que apostó al poder financiero atlantista y el despliegue militar de OTAN. El pueblo francés se expresó en las urnas. En las elecciones legislativas de 2022, un espacio mayoritario de franceses planteó su rechazo a la participación de su país en la Organización del Tratado del Atlántico Norte. La búsqueda de opciones antiglobalistas y de mercado interno llevaron a casi la mitad de los franceses a buscar opciones en Marine Le Pen y Jean-Luc Mèlechon. Dos alas de la política – derecha nacionalista y comunismo – que tenían como eje común la consolidación de un modelo proteccionista. El 8 de julio pasado se pasado se realizaron las elecciones al Parlamento europeo y triunfó una coalición de izquierda – Nuevo Frente Popular – en detrimento del centrista Ensemble – el partido de Macron – y Marine Le Pen, quién había conseguido las mayores adhesiones en primera vuelta.
En ese marco de turbulencia política, el Comité Organizador y el Comité Olímpico llevaron adelante unos juegos bajo consignas del Atlantismo cultural: inclusión, libertad e igualdad. Por esa razón, estos fueron los primeros Juegos Olímpicos en los cuales compiten igual cantidad de varones y mujeres (5.250 atletas de cada género).
Pero luego está la realidad y esa realidad ya generó una profunda polémica. La maratónica fiesta inaugural quedó opacada por una burda performance que parodió la Última Cena. Un grupo de drag queens, una modelo transgénero y el cantante Phillipe Katerine maquillado de azul como si fuera Dionisio, el Dios griego del vino, fueron parte del cuadro actoral. La respuesta llegó desde el Vaticano: “La Santa Sede, entristecida por algunas escenas de la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos de París, no puede sino unirse a las voces que se han alzado en los últimos días para deplorar la ofensa causada a muchos cristianos y creyentes de otras religiones. La libertad de expresión, que evidentemente no se cuestiona, encuentra su límite en el respeto a los demás”. Para colmo, la empresa de telecomunicaciones C Spire decidió retirar su publicidad de los Juegos. “Nos ha conmocionado la burla de La última cena durante la ceremonia de apertura de los Juegos Olímpicos”.
Las 208 delegaciones se presentaron navegando en el río Sena. Si la escena de la Última Cena fue una conmoción, pero curiosamente (¿curiosamente?) un gesto político pasó desapercibido. Fue cuando los atletas argelíes arrojaron un puñado de rosas rojas al agua, homenaje a los compatriotas que lucharon contra la ocupación francesa.
Los Juegos Olímpicos de París están desnudando falencias organizativas nunca antes vistas. De esas que si hubieran sucedido en nuestro país tendrían como respuesta ese viejo latiguillo que nos recuerda que no podemos organizar nada. La controversia más importante fue en torno a la mala calidad del agua del río Sena. El triatlón masculino y femenino debió postergarse debido a que estaba en riesgo la salud de los atletas. Es más, la organización analizó una posibilidad extrema como era trasladar la competencia hacia otro escenario. Todo esto en plena competencia. La comuna de París invirtió muchísimo dinero en la limpieza del Sena. Con ánimo propagandístico, la alcaldesa parisina, Anne Hidalgo, se dio un chapuzón en el río hace dos semanas. Ese chapuzón que los triatlonistas no pudieron darse porque los niveles bacteriales del río el día de la competencia eran altísimos.
Otro grave problema han sido los robos. La seguridad brilla por su ausencia en la Villa Olímpica. Varios atletas denunciaron el robo de pertenencias en sus habitaciones. El seleccionado argentino de fútbol masculino padeció el trabajo de los cacos. Javier Mascherano expresó: “A Thiago Almada le faltaba un reloj, anillos…en un entrenamiento en Juegos Olímpicos. No quisimos decir nada después del entrenamiento”.
Quién fue más alla fue Santiago Gómez Cora, entrenador del Rugby 7 argentino fustigó el servicio de alimentos de la Villa Olímpica: “No puede ser que no haya comida apropiada para ciertas disciplinas. Que no puedas comer carne en la semana previa a la competencia. Esta de moda esto de que no haya proteinas y que la comida sea vegana o vegetal o no sé qué, y no había proteinas. Hacíamos colas de 40 minutos para que te den una hamburguesa o lo que servían de carne”.
También señaló que el calor era imposible de tolerar en las habitaciones de la Villa: “Hacía 35 grados y no había aire acondicionado, por el tema de que sea de bajo costo y que no contaminen. La verdad es que no podes dormir con 35 grados. Los chicos no durmieron las dos primeras noches. Había ventiladores ecológicos, pero enfriaban menos que nada“. Otro tema fue la salubridad de la vida cotidiana. Gómez Cora expresó: “El edificio argentino no tuvo agua todo un día. Te doy más detalles: las chicas del hockey se tuvieron que mudar a otro edificio porque desbordaba el inodoro de caca. Estuvimos todo un dia yendo a los baños del comedor. la verdad que sorprende que la organización olímpica tenga estos stándares”.
No solo el entrenador del Rugby 7 argentino se quejó de la organización. Son muchas las voces – de todo el mundo – se alzaron contra una Villa Olímpica donde nada funciona. Pero detrás de esa Villa está el negocio inmobiliario. La rezonificación de tierras es un negocio que el olimpismo aprendió en Barcelona 1992 y lo lleva adelante cada vez que los gobiernos lo permiten, como sucedió con los Juegos de la Juventud de Buenos Aires 2018. En esta oportunidad, la villa olímpica fue construida en un suburbio muy pobre de Seine-Saint-Denis. Toda esa edificación será la puesta en valor de un barrio para una nueva clase social.
Y la hipocresía. La profunda hipocresía. Los silbidos al himno argentino por parte del público francés. ¿Qué pasaría y eso sucediera en nuestro país? ¿Qué sanciones globales tendriamos nosotros – los que siempre somos peores del mundo – si silbaramos la Marsellesa? ¿Enzo Fernández es el villano de la humanidad? ¿Un muchacho que solo expresó su alegría en una copla surgida de la imaginación popular?
Lo que vimos en el encuentro Marruecos-Argentina supera todo lo visto anteriormente. Tan solo puede ser comparable – comprendiendo las diferencias de contextos – con lo que padeció la Selección de fútbol de Perú en los Juegos Olímpicos de Berlín 1936. Un himno abucheado. Un partido que fue siete veces suspendido hasta que cayó una lluvia de botellas. El COI que tardó una hora y media en tomar una decisión que atentó contra cualquier espíritu deportivo. ¿Castigo deportivo a ese díscolo país llamado Argentina?
A todo esto. ¿Qué ha dicho el Comité Olímpico Argentino? Tan sólo acompañó – timidamente – una protesta de AFA.
En ese país de hipocresías, de colonialismo expresado en millones de hijos pobres y desclasados de aquella África que devastaron y siguen explotando, le quieren dar lecciones de corrección a un país que ha hecho de la mixtura entre pueblos una savia vital. Lo digo sin temor a la cancelación. Una cancelación que la ministra de Deportes de Francia, Amèlie Oudèa-Castèra, le aplicó a las atletas francesas musulmanas prohibiéndole representar a Francia en los Juegos con el Hiyab. Curiosamente, las democracias azules, rojas y blancas siempre caen bien paradas.
Se viene la última semana de los Juegos Olímpicos. Tal vez, el atletismo salve a unos Juegos Olímpicos que el globalismo mundial ya ha condenado al escarnio.
*Periodista / Abrí la Cancha.
Fuente: Radio Gráfica