ODESUR: Bajo la lupa, el cuarto puesto en Chile tiene mejor sabor

Mar 21, 2014 | Política deportiva

 

La delegación argentina terminó detrás de Brasil, Colombia y Venezuela en el medallero de Santiago 2014; la posición final no es alta, pero algunos factores la vuelven aceptable

Futbol femenino

Los X Juegos Suramericanos llegaron a su fin ayer en Chile, y para el deporte nacional se abre un balance. ¿Es el cuarto puesto lo que la Argentina pretendía para sí en estos Odesur? En principio, no. ¿Se trata entonces de un fracaso? Tampoco, si se considera un par de hechos de gran incidencia en el rendimiento de la delegación albiceleste.

Brasil, amplio ganador de Santiago 2014, no era alcanzable. La cuestión era si la Argentina recuperaría un sitio en el podio tras su cuarto lugar en Medellín 2010, para lo cual pujaría con Colombia y Venezuela. No lo logró, pero ciertos factores relativizan los números, tanto los favorables como los negativos.

Uno es la capacidad presupuestaria deportiva nacional comparada con las de ambas naciones caribeñasEn dinero estatal destinado al alto rendimiento, la Argentina está lejos de Venezuela y aunque supera a Colombia, su aportes son todavía recientes comparados con el largo plazo de los colombianos (ver aparte).

El otro es la cantidad de competencias marginadas de Santiago 2014 que implicaban medallas doradas prácticamente seguras para el país. Sucede que es el anfitrión de los Odesur quien decide el contenido de los Juegos, y lo hace a su gusto y conveniencia, agregando pruebas en las que es fuerte y suprimiendo otras en las que es débil o son poderosos algunos rivales directos en el medallero. En ese rubro, la Argentina salió claramente perjudicada con la programación de esta vez.

Pero aun así su cosecha fue algo superior a la de hace cuatro años. En Medellín, su cuarta posición con 57 victorias fue lejana a la tercera de Venezuela (89) y a la segunda de Brasil (129). El local, Colombia, dominó holgadamente, con 145, en unos juegos que tuvieron mucha más competencias (486) que éstos (316). Ese 11,7% de éxitos albicelestes en 2010 fue superado por el 14,5% obtenido ahora.

La mejora, no obstante, contrasta con lo alcanzado en Brasil 2002, los primeros Odesur en que dos potencias, el organizador y Colombia, intervinieron con delegaciones muy numerosas y ambiciosas(antes les prestaban una atención menor, lo cual relativizaba a los Juegos como mapa del poderío deportivo del subcontinente). En aquel año, económicamente terrible para la Argentina y muy anterior a la creación del Enard (ver aparte), su representación consiguió 19,1% de los triunfos (75) y resultó tercera, mientras el anfitrión arrasó con 158 doradas.

«En general me pareció una buena actuación. Toda delegación muy numerosa tiene sus claroscuros. Estamos conformes», evaluó ante una consulta de LA NACION Osvaldo Arsenio, el director técnico nacional deportivo, sobre el desempeño albiceleste al otro lado de la cordillera. Por cierto, la Argentina estuvo en carrera por el segundo lugar hasta el último día, y concluyó con un saldo negativo (seis éxitos debajo de Colombia, uno tras Venezuela) que queda comprendido por el «margen de error» del programa de competencias. «Con el remo, el canoaje y el hockey sobre patines habríamos tenido 10 medallas más. Y con la pelota, que estuvo en Buenos Aires 2006 y en los Panamericanos de Guadalajara 2011, otras 10», expuso Arsenio«Creo que el resultado es bueno», subrayó el integrante de la Secretaría de Deporte.

Como es habitual, el país se destacó en las disciplinas de conjunto (fútbol, básquetbol, voleibol, handball, hockey) y no tanto en las individuales. Cabe aclarar que en varios deportes colectivos Brasil ni siquiera se presentó, lo cual, además de restar prestigio a los Juegos, da a entender que en caso contrario la Argentina se habría llevado preseas de otros colores en esas pruebas. «Tenemos una presencia histórica en los deportes de equipo. Es muy importante seguir insistiendo en los individuales, si apuntamos a los medalleros, porque son los que dejan más medallas. Brasil dominó en atletismo, natación y gimnasia, que suman más de 50% de las medallas. Además, empieza a crecer en boxeo y esgrima», explicó el dirigente, que a la vez sugirió algo positivo para la Argentina. «De las 41 disciplinas que hubo, seis no fueron olímpicas, como el bowling y el patinaje artístico. En ésas, Chile ganó 27 medallas, más de 21% de su total; Colombia se quedó con 24, alrededor de 16% de sus medallas, y la Argentina, apenas 9%», detalló.

Más allá de los números, al deporte nacional le quedan conclusiones más específicas. Quizás la más auspiciosa sea el surgimiento de Federico Bruno, que a los 20 años impactó con su triunfo en los 1500 metros de atletismo. Del otro lado aparece el retroceso de los deportes de combate, judo y taekwondo, que solían aportar varias medallas doradas y ahora dieron sólo una cada uno. A futuro queda la satisfacción del básquetbol masculino, no por la calidad de los adversarios -muy baja, por cierto-, sino por la constitución de un grupo de varios juveniles destinados a ir ocupando el lugar que deja la Generación Dorada.

Ése, el porvenir, es un punto superavitario para la dirigencia. Como destacó Arsenio, dos tercios de la delegación abarcaron deportistas de hasta 25 años, lo cual habla de proyección, de muchos candidatos a protagonistas olímpicos en Río de Janeiro 2016 y Tokio 2020. Claro que en algún momento deberán ser realidad. La esperanza, tarde o temprano, tiene que pasar a ser presente.

Presupuestos

El resultado según la inversión

La comparación con Venezuela y Colombia

Diferentes procesos. Aplicaciones de distintas políticas. Aunque el programa de deportes de los Odesur suele ser engañoso y dificulta las conclusiones, hay algo que es concreto y permite establecer comparaciones reales. La planificación en el alto rendimiento impone condiciones. La disputa entre la Argentina, Venezuela y Colombia, por el segundo lugar del medallero, es apenas un ejemplo de cómo la inversión del dinero en cada uno de los países influyó en el crecimiento deportivo.

En ese escenario, queda expuesto cómo Venezuela y Colombia, con un plan de inyección de divisas que lleva casi 12 años, se ubicaron en el mismo escalón y hasta por encima de la Argentina. Nuestro país inició un plan similar hace cuatro años, con la creación del Enard.

La Argentina dispone de un presupuesto anual cercano a los 346 millones de pesos (43 millones de dólares, a cotización oficial a $ 8). Esta cifra es estimativa, puede tener variables. Se compone con el 1% de la facturación de telefonía celular que recibe el Enard (el año pasado fue de 250 millones de pesos), más lo que destina el Estado para el alto rendimiento; aproximadamente el 40% de los 240 millones que el Gobierno le da -por medio del Ministerio de Desarrollo Social- a la Secretaría de Deportes (96 millones). El 60% restante se destina al deporte social.

Los números que maneja Venezuela ponen en contexto las diferencias entre los presupuestos. El Estado venezolano le aporta al alto rendimiento cerca de 70 millones de dólares anuales, un número que se potenció desde hace tres años, cuando se estableció una nueva ley del deporte en la que todas las empresas que tengan más 20.000 unidades tributarias en ganancias tienen que destinar el 1% por ciento de ese excedente para el deporte.

En Colombia también el crecimiento es significativo. Hasta el año 2000 todo el dinero llegaba del Estado, pero con la creación de Coldeportes, el máximo ente rector de toda la actividad deportiva, y el aporte de patrocinadores (se estima que de allí sale el 40% del presupuesto) las cifras que reciben los deportistas colombianos son más importantes cada año. Y el ejemplo más claro se desprende del último proceso olímpico, porque hasta Londres se destinaban 11 millones de dólares anuales, mientras que para 2014 ya están en 15 y para Brasil 2016 estiman trepar a los 25.

 
 
 
 
 

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