24 de julio de 1947 – GUILLERMO EDUARDO ALONSO “El Tigre de los Montes Tucumanos”

Jul 23, 2013 | Deportistas en el Recuerdo

(del Libro “100 Ídolos Tucumanos”)
Cap. 55 -  Lelo Alonso Izq y acompañante
 
 
El día 24 de julio de 1947 nace en San Miguel de Tucumán Guillermo Eduardo Alonso, conocido años después como “Lelo”, leyenda viviente del automovilismo en su pago chico.
 
Varias veces campeón y vice campeón de todas las categorías en la que compitió. Dueño de una dilatada campaña entre 1961 y 1992. Figura zonal y nacional, participo de los viejos Grandes Premios (hoy llamados históricos), donde las etapas que recorría en esos eventos, tenían más de 1.000 Kms de recorrido. Dueño de records que no lograron superar pilotos internacionales de la talla de Walter Kroll o el mismísimo “Lole” Reuteman (entre San Pablo y el cruce con San Javier), exquisito en las pistas y una fiera en las montañas. Su sola presencia colmaba las tribunas del autódromo “Nasif Estéfano” o las montañas tucumanas. Más de cuatrocientas competencias avalan su trayectoria. Jamás fue ni sancionado ni apercibido por una mala maniobra en carrera: Por esto los cordobeses le dieron el título de “Caballero del Deporte” y lo tildaron como “El Tigre de los Montes Tucumanos”. Para los equipos oficiales y privados, fue siempre el piloto a vencer en estos pagos.
 
El amor de los fierros le viene de su abuelo Guillermo Alonso Sánchez, un asturiano de Oviedo que  tenía en la Av. Soldati, frente al Parque 9 de Julio, un Almacén de Ramos Generales donde  vendían carros y caballos y donde “Lelo”, vivió su niñez. En 1927 su abuelo Guillermo (con un tío) ya corría carreras en las calles de tierra del Parque con un auto Hudson.
Cap 55 - Lelo Alonso y sus hijas
 
Hijo del matrimonio entre Enemérito Casimero Alonso y Elvira Beatriz Córdoba, que luego vivieron en el Pasaje Colón, hoy Río de Janeiro) que nacía en la Av. Avellaneda entre San Martín y Mendoza.
 
Eduardo que jugó al básquet en su adolescencia en el Club Huracán BB. Cuenta sus comienzos con el automovilismo: “Empiezo con mi pasión en una frustrada picada que se hacían en tres cuadras de la Av. Soldati cuando tenía alrededor de los 15 o 16 años. En el año ´61 había un Fiat 1100 que lo pilotaba el ´Tartancho´ Rossini y no había quien le gane. Un día estaba en el taller de Valle y Tarcia, (donde llevaba el auto Marcos Ciani cuando llegaba en los Grandes Premios del TC), que quedaba en la esquina de mi casa, y estaban preparando un auto Valiant 1 para ganarle a Rossini que lo iba a pilotear yo, pero después de varias pruebas de entrenamientos las autoridades justo prohíben las picadas. Luego de esta frustración mi padre compra un Renault Gordini nuevo para que yo lleve a mi madre, mi hermana y abuela viuda a pasear, paro cuando se dio cuenta, ya había ganado mi primera prueba en el circuito de tierra de Cevil Redondo en 1964 en categoría Standard”. Pero antes de esto Alonso había participado en pruebas de regularidad, que él recomienda a los jóvenes que participen, porque son pruebas donde se aprende a conducir con prudencia en un gran clima de solidaridad y compañerismo.
 
Luego de participaciones en varias pruebas con resultados diversos por distintas provincias del NOA y cansado ya del Renault, en el año 1972 decide comprarse un Fiat 128 nuevo para prepararlo a su manera. Ese año, el mes de diciembre, en la carrera final del campeonato tucumano y cuando nadie lo tenía en cuenta, debuta ganándole a las principales figuras como Abel Tannure, el “Negro” Díaz y al mismísimo “viejo” Reginato. En el año 1973 donde gana su primer campeonato tucumano durante la disputa del Gran Premio de Turismo Nacional, sufre un grave accidente entre Cafayate y Alemanía (provincia de Salta) en la ruta 68, desbarrancándose varios metros abajo del cerro. Esto le cuesta una internación de 57 días y una operación en los pulmones: Pero llega a tiempo para disputar la última prueba del año y coronarse campeón provincial.
 
El 4 de julio de ese año 1973, ocurre un acontecimiento que a “Lelo” lo marcó para toda su vida. El avión que venía desde Buenos Aires con destino a Tucumán y luego a San Salvador de Jujuy, es secuestrado (por un integrante del Ejercito Revolucionario del Pueblo – ERP-) en pleno vuelo y desviado primero a Mendoza, donde se le negó el restablecimiento de combustibles, para cruzar la Cordillera a Chile y descender en el aeropuerto de Pudahuel casi sin combustible. Allí son liberados 46 pasajeros y luego partió rumbo a Cuba. Entre los pasajeros secuestrados y no liberados (viajaron hasta La Habana) estaba su padre Enemérito Alonso.
 
En el año 1974, Alonso es subcampeón, en 1975 es nuevamente campeón, para ser subcampeón en el ’76 y reconquistar el campeonato en el ’77, siempre acompañado en el auto por Eduardo Nowak, un excelente mecánico tucumano.
 
En 1975 el automovilismo argentino estaba dividido en dos instituciones: el Automóvil Club Argentino (ACA) y la Confederación Argentina de Automovilismo (CADAC) donde estaban la mayoría de los corredores. Allí en el ranking de la CADA el tucumano “Lelo” Alonso figuraba en el 15º lugar aunque en realidad era el 14º porque nadie quería ser el 13º por cábala.
 
La camada de tucumanos de esos años que enfrentaba Alonso (siempre ligado a los Fiat) eran Pablo Vasano, “Pepe” Nani y Eduardo Namur, sucesores de los Reginato y Tannure.
 
Luego corre durante varios años con la monomarca Dodge 1500 en pistas en los autódromos del noroeste.
Lelo
 
En 1983 durante el Gran Premio de San Juan, sufre nuevamente un accidente en el Valle de la Luna donde termina internado por unos días. Por lo cual se dedica a su trabajo en la Metalúrgica de su padre.
 
En la XVII Vuelta del Noroeste que se corrió en 1985, Guillermo Alonso es el mejor tucumano ubicado en la carrera, ganada por el piloto cordobés Jorge Recalde. “Lelo” que llega cuarto en la Clase 2 y sexto en la general es recibido, en el autódromo Nasif Estéfano, por una multitud que lo aclamaba en una euforia popular. Pero el mejor premio fue el beso de su madre acompañada por sus dos pequeñas hijas, Celita y Agustina, que estaban confundidas en esa multitud de tucumanos. Luego tuvo dos hijos más, Guillermo “Guillo” y María Victoria “Kiki”.
 
Ese mismo año larga con un auto Fiat Europa 1300 en el Mundial del Rally (organizada por la Federación Internacional de Automovilismo –FIA-) en el puesto 137º desde Buenos Aires y arriba la ciudad de Córdoba en el puesto 16º, pero la llegada final de la etapa era en el Carlos Paz. Como no podía llegar por la cantidad de automovilistas que había en la ruta es penalizado y queda en el puesto 24º. Al otro día larga en ese puesto y termina 14º en la general y 1º en su grupo con más de una hora de ventaja sobre el segundo. “En la siguiente y última etapa logró avanzar al 12º lugar y con posibilidades de seguir avanzando, pero en el enlace antes de Villa del Soto siento un ruido extraño y el  motor que explota. Luego cuando desarmamos nos dimos que no estaba la tuerca del cigüeñal, algo muy extraño que se salga por el sentido de giro del motor. Y bueno son los ´eternos misterios de los parques cerrados´», nos cuenta el campeón tucumano para agregar “Pero nadie nos quitará junto a Nowak la felicidad de sentir en nuestros oídos, aquella madrugada, las estrofas de nuestro Himno Nacional y de ver las caras de los europeos al vernos entreverados con ellos”.
 
Siguió corriendo en distintas pruebas hasta que pone fin a su dilatada campaña en el año 1992.
 
La señora vestida toda de negro
 
“Cuando desperté en el Micro Hospital de Huaco, luego del accidente en San Juan, y a donde fui llevado por el helicóptero del ACA que hacia el barrido de ruta, estaba sentada a mi lado una señora vestida toda de negro, que había ido allí por una consulta médica y al enterarse de mi accidente se había quedado a acompañarme hasta ese momento porque yo estaba solo. Me acuerdo que vino a buscarla su esposo, por las largas horas que no había regresado a su hogar y que ella le dijo estaba cuidando a un herido, que se vaya hasta su casa y le cociné algo para mí. Nunca supe el nombre de esa señora y a veces pienso que no existió, que era mi delirio por el accidente. Pero estoy seguro que fue real”, relata Guillermo Alonso.
 
Fuente: Libro “100 Ídolos Tucumanos” de Víctor F. Lupo
 
Capítulo 55 – Página 283
 
Editorial Corregidor
 
23 julio de 2013-

 

 

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